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Monday, November 18, 2024

HEMINGWAY Y EL SEXO


 


Uno de los fantasmas que rodean a Ernest Hemingway es su relación con la sexualidad. De hecho, su huía del grupo familiar siendo un adolescente, tiene línea directa con la construcción de su vida amorosa.

Las constantes peleas con su padre, quien pretendía transformarlo en un pastor de iglesia y la conducta de su madre, bastante sínica con su figura de mujer, determinaron la decisión de marcharse del hogar tratando de cambiar un mundo tormentoso.

El psiquiatra francés Philippe Lacadée expresa que “el adolescente debe inventarse su propia aventura significante hacia la soledad a partir del punto desde donde ya no se ve como el niño que era capturando en el deseo del Otro, pero desde donde puede percibir, de manera contingente, una cierta visión del él mismo y del mundo”. Este es el panorama de Ernest cuando toma la iniciativa de ser cronista y más tarde ingresar como camillero en la Cruz Roja.

Para Freud, el esfuerzo del adolescente es el de “separarse de la autoridad de sus padres” y es dice, “uno de los efectos más necesarios, aunque a la vez más dolorosos de su desarrollo”.

Tras el corte con el modelo de familia victoriana, Hemingway se enfrenta con la muerte, su propia muerte y el rechazo del amor temprano que marcará siempre su fantasía de abandono. Esto quedará demostrado en las constantes idas y vueltas con sus mujeres y el fugarse antes que su pareja pusiera final al vínculo.


La sexualidad entonces ocupa un espacio considerable en su vida. Mucho se dijo sobre su bisexualidad, algo que para la época parecía tener carga de mochila de plomo.

Cuando Ernest llega a París y se tutea con los artistas y escritores en la mítica librería Shakespeare y Company, ese perfil sexual no era clasificable. Nadie se preocupaba por demostrar su heterosexualidad, la vida tenía un tiempo sin relojes de arena.

En aquellos años la figura del joven se asocia al del vagabundo y al falto proyectos, huidizo y errante, como un ser peligroso para la burguesía que pretendía disciplinarlo.

Rousseau  decía que  había que alargar la adolescencia: “Esta edad  no dura nunca lo suficiente para el uso que se debe hacer de ella, y su importancia exige una atención sin descanso; por eso insisto en el arte de prolongarla”.




¿Fue Hemingway un eterno adolescente? En cierta medida lo fue, su inestabilidad emocional era producto de la bipolaridad que lo hacía pasar de la alegría a la tristeza en un salto abrupto. Cuando en su vida aparece Elizabeth Hadley Richardson quien lo construye como persona, todo queda determinado, ella lo apoya económicamente y lo estimula. Por entonces publica su primer libro (1923) con 3 historias y 10 poemas, que ella financia, viven en un departamento donde el polvo del  aserrín del aserradero del fondo, que entraba en todo el ambiente, hacía imposible respirar. Escribe artículos para el Toronto Star como corresponsal europeo y visita por primera vez España para asistir a los sanfermines. La vida cambia cuando nace su primer hijo -John Hadley Nicanor-, en norteamérica, allí surge el otro Ernest, un padre ausente que no se acostumbra al nuevo rol. En medio de esta crisis emerge Pauline Pfeiffer, que juega de amiga y termina quedándose con el Hemingway triunfante. Ya para entonces Ernest sabía que su futuro estaba declarado y las mujeres caerían rendidas a sus pies.

La historia volverá a repetirse con Martha Gellhorn y Mary Welsh, quienes serán las víctimas de un Hemingway dominador. En el medio de las luchas en la cama estarían Jane Mason, Ava Gardner, Leopondina Rodríguez, Valerie Hemingway (de soltera Danby-Smith), Adriana Ivancich, Fernanda Pirovano, entre otras.




La pasión, el sexo, el éxito y la gloria dejaron a Hemingway en la cima de una carrera que seguirá vigente a lo largo del siglo XX, recordando cuando París era una fiesta.