Acaba de
finalizar en La Habana el decimosexto Coloquio Internacional Ernest Hemingway.
Este nuevo ciclo bianual que se desarrolló entre el 15 y 18 de junio, tuvo la
visita de 26 notables escritores e investigadores de países como Estados
Unidos, España, Italia, Japón, Francia y Argentina. El cónclave se dedicó en
esta edición a los aniversarios 80 y 65 de la publicación de los títulos Tener y no tener y El viejo
y el mar, respectivamente, así como
al 55 de la fundación del Museo Ernest Hemingway. En el evento también se rindió homenaje al escritor
cubano Enrique Cirules, recientemente fallecido, con la presentación de varios
de sus títulos relacionados con el célebre escritor norteamericano, entre ellos
Hemingway, ese desconocido.
Dos
presencias cautivaron a los participantes, la mítica Valerie Hemingway, encargada de abrir las jornadas y Douglas Edward Laprade, quien a propósito del anuncio del presidente estadounidense
Donald Trump de que cancelará totalmente el acuerdo de la administración
anterior sobre Cuba, insistió en que con Hemingway 'trascendemos estos bloqueos
políticos y diplomáticos'.
En declaraciones a la prensa, LaPrade, quien se desempeña como profesor en la Universidad de Texas Valle del Río Grande, explicó que el coloquio es de suma importancia porque a veces se piensa en la literatura como un arte decorativo u ornamental, en tanto él la estima como la voz y alma de un pueblo.
El académico señaló que los discursos de los políticos tienen sus altibajos y cambian cada cuatro años, en tanto las novelas de Hemingway son eternas: 'un libro suyo es un pasaporte entre Estados Unidos y Cuba, el lector de Hemingway es un ciudadano de los dos países, porque él mismo se consideraba un cubano más, tanto como norteamericano.'
En declaraciones a la prensa, LaPrade, quien se desempeña como profesor en la Universidad de Texas Valle del Río Grande, explicó que el coloquio es de suma importancia porque a veces se piensa en la literatura como un arte decorativo u ornamental, en tanto él la estima como la voz y alma de un pueblo.
El académico señaló que los discursos de los políticos tienen sus altibajos y cambian cada cuatro años, en tanto las novelas de Hemingway son eternas: 'un libro suyo es un pasaporte entre Estados Unidos y Cuba, el lector de Hemingway es un ciudadano de los dos países, porque él mismo se consideraba un cubano más, tanto como norteamericano.'
Por su
parte, Valerie Hemingway, secretaria personal del escritor y esposa de su hijo
menor, dijo conocer a muchos estadounidenses que aman la posibilidad de poder
visitar Cuba, de ahí que tenga la certeza de que la mayoría de ellos estarán
realmente enojados con un retroceso en las normalización de las relaciones.
Valerie,
enfatizó en que este tipo de eventos ayudaría a los estadounidenses a conocer
Cuba. Muy cercana al autor en sus últimos años de vida, Valerie significó que a
pesar de que viajó mucho, Hemingway escogió a Cuba como su único hogar; amó el
país y su gente precisamente porque aquí encontró el lugar donde podía
trabajar, donde podía escribir con facilidad en tanto el pueblo cubano era muy
respetuoso.
"Creo que si el presidente Trump da marcha atrás en
las relaciones, estará de verdad desfavoreciendo a su país", sostuvo
Valerie Hemingway, para quien un retroceso en el deshielo es "una
tragedia" porque impediría a sus conciudadanos conocer "este
maravilloso paraíso" y a su "amistoso e inteligente" pueblo.
Además, aseguró que desde que se restablecieron las
relaciones bilaterales hace dos años y medio, la Universidad de Montana, el
estado en que ella reside, envía estudiantes cada año a la isla.
Con todo, precisó que su célebre suegro, que vivió dos
décadas en la isla, nunca quiso involucrarse en la política cubana. En 1960,
tras el triunfo de la revolución liderada por Fidel Castro, Hemingway declaró
que había visto ya "muchos regímenes en Cuba" sin que ello
interfiriera en su dedicación a la escritura.
"Lo que él amaba de Cuba es que podía simplemente
dedicarse a escribir, a disfrutar del deporte, de sus amigos... Trataba de
mantenerse alejado de la política diaria", refirió la nuera del literato.
Obviamente no coincido con Valerie en muchos aspectos,
creo que su mirada es sesgada y hasta diría comprometida. A Ernest lo obligaron
a salir de Cuba bajo amenaza de muerte porque precisamente era un rebelde del
sistema que en Cuba logró cierta tranquilidad. Apoyó la Revolución, no me cabe
duda, y por ello el Imperio quiso que se fuera de la isla; nadie deja su casa
de un día para otro.
La fiesta terminó y sigue la fiesta.
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