Ex boxeador, escritor y, ante todo, mozo en los sanfermiines. Son algunos de los hitos en la variopinta biografía del norteamericano
Bill Hillmann, que pasó de ser un joven al borde del abismo a autor reconocido
después de correr en Pamplona.
Hillmann, de 36 años, se crió en uno de los barrios más
castigados de Chicago. Tras años de peleas callejeras, drogas y alcohol, el
encontronazo con la bravura literaria de Hemingway le sacó del
arroyo, literal y literariamente.
El autor abrió los ojos a los sanfermines tras leer Fiesta (The
sun also rises, 1926), la mítica primera novela del Nobel, habitual
parroquiano de San Fermín durante años. En el libro, Ernest Hemingway
describe el ambiente de los sanfermines al detalle y reflexiona con su
poderosa prosa sobre la naturaleza del miedo y la valentía.
El joven Hillmann cayó rendido ante este influjo
y decidió seguir la estela de su admirado maestro. El ex púgil viajó hasta
Navarra para conocer de primera mano ese “mundo de diversión, alegría, danza,
música, audacia, bebida, muerte y por supuesto de majestuosos toros”, como
describe con entusiasmo.
“Hemingway me influyó profundamente con las palabras más
simples. Desde entonces, he intentado conectar con su escritura sin éxito y
asumo que lo seguiré intentando hasta que me muera”, reflexiona.
Bill Hilmann acude puntual cada verano a la capital navarra
donde corre en los encierros desde hace más de una década. El mozo
americano se ha convertido en icono y referencia en el mundo anglosajón.
Una experiencia iniciática que le ha transformado la vida,
le ha ayudado a espantar sus demonios y le ha convertido “en mejor persona”.
“Los encierros se han convertido en una forma de poner a
prueba mi ambición y de crear arte con mi vida (…) La carrera me ha dado la
fuerza para dejar el alcohol, las drogas y superar mi trastorno bipolar.
Desde ese día correr en los sanfermines se ha convertido en un poderoso río en
mi vida que me ayuda a sobreponerme en los tiempos duros”, señala sobre una
onda expansiva que también ha alcanzado su carrera como escritor. The
Old Neighborhood (El viejo barrio, 2014), su primera novela
basada en sus años turbulentos de Chicago, ha sido acogida con excelentes
críticas.
"Quiero contar al mundo la historia de los grandes
corredores"
En un discurso cargado de épica, el novelista y mozo insiste
en que San Fermín también le ha bendecido con “numerosos amigos y maestros”
entre los que cita a populares corredores como Julen
Madina o Aitor Aristregui.
“Estos hombres me han hablado de generosidad y de poner
tu vida al límite y cuando vives de esa forma se convierte en un foco
maravilloso. Mi vocación no era convertirme en un gran mozo sino ser el testigo
de los grandes corredores y contar al mundo su historia”, apunta sobre el
sentimiento de fraternidad que les une.
Esta pasión por los encierros también la ha plasmado por
escrito en dos libros sobre sus peripecias en la fiesta
pamplonesa que describe como “locura pacífica”.
El primero, Cómo sobrevivir en el encierro de
Pamplona, del que es coautor con John Hemingway, Joe Distler y Alexander
Fiske-Harrison, es un manual en el que analiza tramo a tramo el recorrido, y el
más reciente, Corriendo con Hemingway (Ediciones Península,
2016), donde relata su descenso a los infiernos en la adolescencia y describe
el encierro desde sus entrañas.
En el prólogo, John Hemingway, nieto del narrador americano
y amigo personal del escritor de Chicago, escribe: “Hillmann baja con el lector
a las calzadas de los adoquines que conforman los 900 metros del encierro de
Pamplona. Describe los olores, la adrenalina, y los sonidos que
rodean a uno de los acontecimientos más peligrosos que he visto o en los que he
participado. También explica con gran acierto por qué él y tantas otras
personas sienten tal pasión por este evento que no es deporte ni carrera sino
una celebración de la vida”.
Pero el autor tampoco obvia el riesgo aparejado a jugarse la
vida en la calle Estafeta. Ha sufrido dos cogidas corriendo, una en 2014
con una puntada doble, y la otra, el pasado año cuando los astados de la ganadería
Escolar le arrollaron en la Cuesta de Santo Domingo y su imagen herido volvió a
dar la vuelta al mundo.
“No me preocupan las cornadas. Ocurre. Es una experiencia
importante para un corredor. Te recuerda que eres mortal y trae más poesía
al encierro. Soy un mozo y debo correr. No hay elección”, le quita hierro para
enumerar las sensaciones que le invaden en la vorágine de la carrera.
“El suelo tiembla bajo mis pies. Tengo un propósito y
no tengo miedo. Estoy en paz y en el paraíso. Tengo esos momentos del pasado
año en mi mente”. Con estos recuerdos bajo el brazo, Bill Hillmann está
cocinando su siguiente libro en el que recogerá su participación en 200
encierros en pueblos de toda España.
A los debutantes, entre los que se
encuentran corredores guiris de numerosas nacionalidades,
sobre todo norteamericanos, australianos y neozelandeses embrujados por los
sanfermines, el escritor les regala una recomendación a medio camino entre la
ironía y la sensatez:
“Les diría que no lo hicieran. Es muy peligroso. No
merece la pena perder la vida o destrozar tu cuerpo. Si aun así no escuchan
este consejo les diré todo lo que ha aprendido en el encierro y haré todo lo
posible por protegerlos como uno de los nuestros, un mozo. La primera lección
es que si te caes te quedes en el sitio y no te muevas”.
ANA BELÉN GARCÍA FLORES.
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