A José María Gatti lo conozco desde hace casi
8 años.
El 26 de octubre del año 2010, cuando de un
modo bastante irresponsable yo trataba de ingresaba al mundo de las letras
presentando una antología de cuentos que había titulado Guerra Interna, entre
el público había un señor al que yo no conocía.
Y eso realmente era llamativo, ya que siendo
yo un muy poco promisorio proyecto de escritor, todos los que estaban allí
eran, por lo menos, mis amigos.
Ese señor era José María Gatti.
Nunca supe cómo se había enterado y tampoco se
lo pregunté, pero supongo que como en el prólogo de la obra que yo presentaba,
Mario Mactas había citado a Hemingway, eso lo habrá atraído.
Obviamente, una vez que nos presentamos apelé
a Google y descubrí que era un psicólogo social, periodista e investigador, que
trabajaba justamente acá, en la Biblioteca Nacional, y que sabía muchísimo de
Hemingway.
Creo que en ese momento nació una muy linda
relación de afecto y de respeto, que personalmente me ha enriquecido mucho y
que perdura hasta el día de hoy.
En aquella época José María era más bien
ensayista y cuentista.
Se había destacado por “Hola Hemingway. Una
mirada centenaria”.
Por “Ladrón de desalmados”, que en el año 2004
fue elogiosamente prologado por Vicente Battista y logró varios premios por sus
diferentes relatos.
Por “La pipa de Hemingway”, una recopilación
del blog que lleva ese mismo nombre y que hasta el día de hoy sigue siendo el
lugar en el que uno puede encontrar lo más selecto e interesante de la magia,
las obsesiones, los grades éxitos y los brutales fracasos de “Pápa”, como le
decían al autor de “El viejo y el mar”.
El Gatti novelista llegaría más tarde.
Y con foco en lo policial, ya que lentamente
se fue enamorando del género de la novela negra.
En el año 2012 muy generosamente me dio a leer
el borrador de “Víctimas Inocentes”, que salió al año siguiente, y en el año
2015 volvió a pedirme opinión sobre una nueva obra que estaba publicando:
“Carne en flor”.
Fuera de las consideraciones particulares de
aquellas obras, su lectura me produjo una enorme alegría.
Porque sin duda alguna y sin que lo
supiéramos, Gatti era mejor novelista que cuentista o ensayista, lo cual es
mucho decir, pero esa virtud había estado latente sin que pudiéramos
disfrutarla.
La llegada de Gatti al mundo de la novela y en
particular de la novela negra fue una muy buena noticia.
“El muertito de Hemingway”, ahora sí, que es
lo que nos convoca, es una obra para jugar en las ligas mayores.
Por una razón bastante simple.
Las grandes novelas, los grandes libros, más
allá de cualquier debate académico, son exclusivamente aquellos que le permiten
al lector perderse en el mundo imaginario que le propone el autor y ser parte
de la historia.
Y eso logra esta obra de Gatti.
Lo que sí puedo decirles que se trata
sencillamente de una gran historia que involucra a la CIA, a la mafia, al clan
Kennedy y a Cuba.
Una historia cuya parte más importante
transcurre en ese Perú que enamoró a Hemingway.
En la que juega un papel más que relevante la
famosa Miss Texas, esa embarcación icónica en la que Gatti creo que se ha
tomado unos cuantos mojitos.
Una historia en la que el disparador es el
proyecto de la Warner Bros de llevar al cine “El viejo y el mar”, la novela por
la que Pápa se llevó el Premio Pullitzer en el año 1953 y el Premio Nobel de
Literatura en 1954.
Y en la que por supuesto hay un “muertito”
alrededor del cual Gatti construye una historia atrapante.
Como los buenos vinos, se trata de una novela debe
encararse a solas, en el lugar apropiado, sin prisa y sabiendo que está uno
iniciando un viaje fantástico que sólo los buenos escritores nos pueden
regalar.
Dicho esto, hay dos cosas que me parecen
relevantes y en las que, aprovechando esta invitación que me han hecho, sí
quiero poner algún énfasis.
La primera es el estilo.
José María escribe como los que saben
escribir.
Maneja el relato, los cambios de persona, las
descripciones, los diálogos, con absoluta solvencia.
No hay en este libro esos baches técnicos que
a veces hacen que uno no tenga otra alternativa que prestarle más atención al
texto que a la historia.
En “El muertito de Hemingway” la técnica es el
medio para que la historia fluya.
No hay nada que juegue en contra.
Y no sobra nada.
No es el clásico novelista latinoamericano que
adorna casi hasta el infinito un texto que además nunca baja de las 400
páginas.
Claramente no es ése el estilo de Gatti.
Por eso es que logra esto que técnicamente es
más bien una “nouvelle”, una novela corta, de 127 páginas.
Se ve en su manera de escribir la esencia del
periodista.
Él está sin duda más en la línea de Raymond
Chandler o de Ross MacDonald, dos genios de la novela negra, que sabían contar
en 120, 150 o 180 páginas, historias de esas que se leen de un tirón.
Incluso en la línea de Hemingway.
¿Por qué no?
Un autor que no andaba con vueltas.
Que era al pan pan y al vino vino.
Quedé muy impresionado cuando miré esta mañana
el número de páginas de “El muertito de Hemingway”.
Son 127.
“El
viejo y el mar” tiene 127 páginas…
La segunda cosa en la quiero poner énfasis es
en la historia.
Gatti tuvo la osadía de hacer una novela nada
menos que sobre Hemingway.
¡Si Hemingway se hubiese enterado, no tengo
dudas de que se hubiese reído mucho de semejante audacia y que con su
inconfundible vozarrón hubiese dicho “ese tío sí que es muy macho!”
Pero él lo hace porque tiene con Hemingway una
cercanía que pocos han logrado tener.
Estamos hablando de una de las personas que
más sabe de Hemingway.
Pero no sólo del escritor, sino también y
fundamentalmente del ser humano.
De la persona.
De sus desmesuras, como bien dice Mercedes
Rosende en el prólogo.
De su tiempo y del contexto.
Lo entiende como nadie.
José María Gatti y Ernest Miller Hemingway son,
en cierto modo, compinches que nunca se han cruzado pero que tienen entre sí un
lazo que le permite a Gatti escribir una obra como esta.
José María tiene los recursos para escribir
sobre Hemingway que posiblemente sólo han tenido en otros tiempos personas tan
cercanas a Pápa como Gertrude Stein o Francis Scott Fitzgerald.
Y hay que decirlo, aprovecha muy bien esa
cercanía.
Este no es una novela escrita por alguien que
investigó sobre el tema y construyó una historia en base a los datos surgidos
de la investigación.
Se trata más bien de un protagonista cercano,
que nos cuenta, de un modo íntimo, una historia conmovedora, que se siente
absolutamente real y de la que uno se hace parte desde la primera página.
¡Cuando empecé el borrador de la novela, me
metí en Internet para averiguar sobre Efraín Castillo!
Había un viejo jugador de fútbol colombiano,
un periodista y hasta un especialista en logística egresado del MIT.
Pero ningún chico que hubiese sido arrojado de
la Miss Texas en Cabo Blanco, ni nada parecido.
Quedé fascinado.
Porque cuando una historia te genera semejante
duda y te hace investigar sobre lo que estás leyendo, es que está muy bien
hecha.
Pero termino acá.
De nuevo, no dejen de leer el libro
Yo te agradezco enormemente José María por
haberme invitado a participar de la presentación de tu libro.
Me hace sentir parte de una gran obra como es
esta, a la que le auguro un gran éxito.
Hoy, que es el día en que oficialmente nace
“El muertito de Hemingway”, déjame decirte que estoy más orgulloso que nunca de
ser tu amigo.
JUAN CARLOS LYNCH
1 comment:
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