Parece un milagro, una
constante, una maldición gitana, pero en verdad siempre regresa triunfante, en
la cumbre del éxito y en medio de tanta literatura chatarra. En lo personal no
me canso de regalar “El viejo y el mar”, lo compro y automáticamente lo
entrego.
Hace unos días pasé por una librería de viejos y el dueño me dijo:
“Tengo 3 más… ¿Qué hago?”. Pícaro, ya sabía mi respuesta. Y ahora otra historia
más, en Santiago con Santiago, entre chicos y grandes, en Chile, al aire libre,
en el Centro Cultural de la Estación Mapocho. Allí será el acontecimiento.
Cuánto me gustaría pedirle a nuestro alcalde que invitara al realizador para
que aquí, en Buenos Aires, “El viejo y el mar” se paseara entre nosotros.
La puesta será presentada el
domingo 24 de enero a las 19, mágica versión teatral de la novela con
marionetas gigantes. Tomás Díaz, su director ya la presentó la semana anterior
y adelantó que la obra apunta a la familia, a los niños y adultos mayores. No
se cobrará entrada pero se aconseja una colaboración. Dura 45 minutos y no
tiene texto hablado, sólo se utiliza música latinoamericana.
Parece un milagro pero
Hemingway siempre está de fiesta.
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