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Monday, May 15, 2017

MURAKAMI y HEMINGWAY

Haruki Murakami tiene un público que lo admira y otro que lo detesta. Es sabido que año tras año, cuando se habla del Nobel, siempre aparece su nombre. En su reciente libro el escritor traza una línea crítica muy profunda donde desnuda lo que la mayoría de los escritores sabemos: nadie quiere a nadie. Pero en boca de un autor como Murakami toma otra significación: "De vez en cuando llegan a mis oídos historias de amistad entre escritores. Entonces no puedo evitar pensar que solo se trata de cuentos chinos. Tal vez ocurra durante un tiempo, pero no creo que una amistad verdadera entre personas así pueda durar mucho tiempo. En esencia, los escritores somos seres egoístas y competitivos. Una fuerte rivalidad nos espolea día y noche. Si se reúne un grupo de escritores, seguro que se dan más casos de antipatía que de lo contrario. He vivido varias experiencias en este sentido". ¿Acaso esta afirmación no es cierta?. Siempre la rivalidad está como punta de lanza y todos lo sabemos aunque nos hagamos los tontos. La hipocresía parece ser una virtud y la falsedad una condición que no tiene precio.
Vuelvo a otro pasaje de su libro: "Escribir una novela no es tan difícil. Tampoco escribir una buena novela. No digo que sea fácil, pero, desde luego, no es algo imposible. Sin embargo, hacerlo durante mucho tiempo, sí. No todo el mundo es apto porque son necesarias esas cualidades de las que he estado hablando antes. Tal vez sea algo muy distinto a eso que llamamos "talento". Y aquí viene la historia con Hemingway. Cierta crítica dice que Murakami intenta en sus textos una asociación entre Hemingway y Kafka. Yo no me atrevería a tanto. El japonés tiene mucho respeto por Hemingway, y eso se advierte porque una y otra vez recurre a Ernest. Dice Haruki: "Por encima de cualquier otra cosa, lo que quiero transmitir es que para un escritor lo más importante es su capacidad individual" y esto cierra su valoración sobre Hemingway. Murakami nos señala ese concepto al que personalmente me aferro desde que perfilé este espacio. Más allá de toda crítica, el meollo de la cuestión es esa capacidad la que motoriza el desarrollo de una obra que perdura y concentra la vitalidad de un lenguaje propio.
Ahora un poco más de Murakami y Hemingway.
"Me parece que cuando uno empieza a escribir y no tiene claro sobre qué hacerlo, cuesta mucho arrancar el motor, pero en cuanto el vehículo avanza las cosas resultan mucho más fáciles. Uno no tiene nada sobre lo que escribir, de acuerdo. Planteado de otro modo significa que puede escribir con total libertad sobre lo que le plazca. Aunque el material que tenemos entre manos sea ligero, limitado, una vez bien combinado y sazonado con ese poco de magia, nos permitirá levantar una historia hasta donde queramos. Si llegamos a dominar ese empeño y no perdemos de vista una sana ambición, podremos estructurar algo con peso y profundidad hasta extremos sorprendentes.
En el lado contrario, los escritores que empiezan desde el primer momento a trabajar con materiales muy pesados tienen tendencia a dejarse arrastrar por ese peso, aunque no les sucede a todos, obviamente. Por ejemplo, los autores que empezaron a escribir sobre sus experiencias vitales en la guerra, una vez que cubren ese período desde distintos ángulos y perspectivas, a menudo terminan por bloquearse y son incapaces de encontrar temas nuevos. De igual manera, se da el caso opuesto, en el que determinados autores dan un golpe de timón radical, abordan temas nuevos y crecen como escritores. Otros, por desgracia, son incapaces de cambiar el rumbo y pierden fuelle poco a poco.


Ernest Hemingway es, sin duda, uno de los autores más influyentes del siglo xx y podría afirmarse casi con el consenso de todos que sus mejores obras fueron las primeras. Siento especial devoción por sus dos primeras novelas largas, "Fiesta" y "Adiós a las armas", y por los relatos de "Nick Adams". De todas ellas se desprende una energía que a mí, personalmente, me corta la respiración. Sin embargo, obras posteriores suyas, aunque siguen siendo las de un autor excelente, flaquean en potencia y sus frases dejan de golpear con la misma viveza que al principio. Supongo que en parte se debe a que Hemingway era ese tipo de escritor que escribe movido por la fuerza inherente de los materiales que maneja. Quizá por eso se implicó tanto en los conflictos sobre los que escribía (la primera guerra mundial, la Guerra Civil española, la segunda guerra mundial), por eso se construyó una casa en África o, por eso mismo, se sumergió en el mundo de la tauromaquía. En mi opinión, necesitaba de constantes estímulos externos. Es fácil que una vida así se convierta en leyenda, pero, por pura lógica, a medida que pasan los años el dinamismo que ofrece la experiencia disminuye sin cesar. Aunque la verdadera razón solo la conoció él, a lo mejor por eso se refugió en el alcohol y terminó por suicidarse en el apogeo de su fama pocos años después de haber recibido el Premio Nobel en 1954."

Fragmento del libro "De qué hablo cuando hablo de escribir",Tusquets Editores,2017

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