La crónica que sigue es una hermosa historia. Es un placer compartirla con ustedes porque Hernán Balderrama Jabaloya, además de un amigo, es un ser lleno de vida y como tal su relató así lo demuestra.
Tuve la suerte y el privilegio de subir a la "Miss Texas" poco tiempo antes que dejara el Club Peruano de La Punta. Allí un grupo de hemingwayanos nos reunimos para celebrar el acontecimiento. Hoy la nave está en su antigua casa y seguramente Hemingway la mirará con el enorme deseo de volver a abordarla.
Los dejo con la nota de Hernán, espero que la disfruten.
RUMBO A SU DESTINO PRIMIGENIO
“Tres fueron los protagonistas que jugaron la partida, pero debieron dejar que fuera el destino el que baraje las cartas…”
Un día, de mañana en la rada del yacht Club Peruano de La Punta, Callao, la mítica embarcación “Miss Texas” levaba anclas por última vez, para navegar con rumbo norte hacia la bahía de Cabo Blanco, paraíso de antaño de la pesca de altura en pos de revivir épocas pretéritas en la captura a cordel del Merlín negro, como trofeos de paciente espera de marineros y aficionados a la pesca mar adentro.
Volvería así, la “Miss Texas” a juntarse en la mar del norte del Perú a sus antiguas compañeras de faenas marinas: “La Pretel” y la “Pescador II” con la esperanza de revivir la época dorada de esas riquísimas aguas saladas de la década de los años cincuenta.
Aquí un breve relato
Los protagonistas fueron en orden de llegada a la mesa de juego: Umberto Ballotta Césaro, el esmerado constructor naval, Hernán Balderrama Jabaloya, el navegante y vendedor de barcos y José Koechiln Von Stein, el pertinaz visionario de un mundo mejor para todos.
Tres veteranos con afanes diferentes, convencidos por la vida que es solo con la perseverancia y la buena intención que se logran los fines deseados.
La “Miss Texas” volvía al lugar para el que fue creada, vino desde Nueva Escocia en USA su lugar de construcción como lancha de pesca de altura, dotada de todos los implementos, maniobras y estructura de su casco y obra viva, lista para enfrentar mar grueso y seguir a los grandes peces a donde estén.
Entonces llega el momento de rememorar los acontecimientos que se vivieron desde 1951 en que este barco singular llega al Fishing Club de Cabo Blanco, destinado por la Estandar Oil subsidiaria de la International Petrolium Company para la atención y disfrute de los aficionados a la Pesca de altura y los ejecutivos de la compañía petrolera con sede principal en la ciudad norteña de Talara.
Ya entonces era grande la fama del mar de Cabo Blanco por los enormes especímenes que allí se pescaban y que atraía a personajes famosos del cine, negocios y acaudalados artistas y demás. La visitaron el torero Luis Miguel Dominguín, Ava Garner, Mario moreno “Cantinflas”, Jonhn Wayne y tantos otros aún más famosos…
Y un día de 1956 bajó del avión en Talara nada menos que el reciente premio Nobel de literatura y autor de la novela “El viejo y el mar” el famoso escritor Ernest Hemingway, quien venía a filmar en el propio mar de Cabo Blanco, la pesca del famoso Merlín negro para ser usadas en la película del mismo nombre.
Permaneció más de 30 días en el club de Cabo Blanco y él mismo escogió la “Miss Texas” para hacerse a la mar con el propósito de mirarse cara a cara con un Merlín negro que supere el estándar más alto de peso y tamaño.
A finales de la década de los cincuenta y para adelante, este barco de pesca de altura, fabricado y hecho para esas labores marinas, se había convertido ya en un barco mítico, una leyenda. Para esa y no otra actividad se hizo la “Miss Texas”.
Desgraciadamente vinieron para nuestro país – desde los años 68 - épocas de ingrata recordación, gobiernos dictatoriales, nacionalizaciones y reformas, un golpe militar obligó a que muchas empresas extranjeras se retiraran de nuestro territorio; sin que en este espacio haya tinta, ni deseos, ni oficio para escribir sobre estos aconteceres. La compañía del petróleo auspiciadora de la actividad y flota de Cabo Blanco tuvo que abandonar sus tareas.
La “Miss Texas” fue retirada del mar y pasó a ocupar un depósito en la ciudad de Talara. La leyenda se convirtió en un trasto, qué otra cosa, es un barco que no está en la mar.
El destino se presenta con su baraja de naipes al notar la presencia del primer protagonista de la partida. Es aquí donde aparece Don Umberto Ballotta Césaro, hombre serio y bueno, venido de Italia y radicado en la amazonía – dice siempre que el paraíso está en todas partes – esmerado constructor de barcos, se hace de este casco abandonado y desterrado del mar para el que fue creado, alcanzo a imaginar todo lo que el constructor imaginó…él se hizo de ella.
Luego de un tiempo largo en los astilleros de Corporación Ballotta, el barco de pesca de altura se fue convirtiendo en un Yate – embarcación que solo sirve para recreo náutico – cuenta don Umberto que con un catálogo de un barco tipo Trawler que le gustó, dotado de todo lo necesario para una estancia confortable ya sea fondeado en bahía o navegando. Al final la “Miss Texas” con una figura y una indumentaria diferente volvería al mar y su nuevo destino fue el Yacht Club de Ancón donde pasó algunos años navegando esporádicamente. En ocasiones salía a pequeños viajes con el Doctor Luís Bedoya Reyes y familiares, y en otras, el propio Umberto Ballotta Césaro se hacía a la mar con proa a los islotes frente a Ancón. Estoy seguro qué, en el trayecto Don Umberto dejó volar la imaginación por los 32 rumbos que tiene el horizonte. Talvez más allá.
Por esos años había un hombre que amaba el mar como pocos, se dedicó desde 1998 a ser vendedor de barcos de recreo, siendo representante de compañías de ultramar dedicadas a la misma tarea. El mismo decía: “soy feliz en el mar, los barcos están en el mar y en ellos soy más feliz, de ser feliz se trata esta vida”. Hernán Balderrama Jabaloya soñador y singular vendedor por sobre todas las cosas – todos vendemos algo dice a menudo
Este y no otro fue el segundo jugador protagonista de la partida, también por cierto él tenía claro que sería el destino el que repartía las cartas.
Se aproximó como vendedor que era, a formar parte de Corporación Ballotta en su nuevo proyecto de fabricar en el Perú, en su sede de Ventanilla los primeros Catamaranes con diseño de Derek Kelsall de Nueva Zelanda.
Y así fue, los primeros cinco catamaranes que se produjeron con esa marca fueron vendidos por él.
Un día conversando con don Umberto frente a su escritorio en el astillero, Hernán pregunta: Don Umberto, ¿que es ese cuadro con recortes de periódicos, fotos de un Merlín y notas antiguas?
Contesta Don Umberto: ¡¡a!! esa es la “Miss Texas” un barco que tiene historia, lo tengo en Ancón.
¿Usted es socio del Club de Ancón? Pregunto. No, me dijo, el doctor Bedoya Reyes solo me facilita la entrada…y seguimos hablando.
Llegó la oportunidad de ir a Ancón. Corría el 3 de setiembre del año 2006, entrada la tarde. Soplaba viento norte, el viento siempre toma el
nombre del lugar de donde viene.
Ya Don Umberto había alertado al tripulante encargado del bote, pusimos pie en la raca de popa y por una entrada en el espejo de estribor, quedamos en la cubierta posterior.
Entramos al salón, fina madera, cedro, caoba, capirona y otra madera bonita y clara que en este momento no recuerdo el nombre, amplias ventanas permitían una vista panorámica de 360 grados. Una cocina adornada curiosamente con mayólicas de tono verde, le daban al recinto un ambiente por demás acogedor. Luego el puente de gobierno de la nave, la proa especial para mar duro, una muy bella escalera tipo caracol que da acceso a planta baja, camarotes y baños.
Lo navegamos, nos miramos, se lo compro dije, bueno pues contestó. Listo, trato hecho. Así fue, brevemente como me convertí en el último propietario del Yate “Miss Texas”. Ya se había convertido en un barco de recreo…
No voy a hacer en este relato una descripción detallada escrita, creo mejor recurrir a las imágenes de este yate modelo trawler cuya silueta llamaba la atención en el mar de La Punta Callao en la rada del Yacht Club Peruano.
Así navegué asiduamente por el mar peruano, pasamos con mi esposa y nuestro perro Huayki – boxer atigrado, un pero bello sin vanidad, fuerte sin insolencia y valiente sin ferocidad. Pasábamos los fines de semana a bordo y desembarcábamos en la mañana a comprar el periódico. Talvez uno de mis botes que más y mejor disfrutamos.
Y así pasaron varios años. El tiempo solo es la simple sucesión de los instantes.
Apareció en escena el tercer jugador de la partida, José Koechlin Von Stein con deseos de iniciar el juego. Un hombre de esos que necesita la naturaleza de nuestro planeta, ama lo natural, comanda una organización como Inkaterra que vela por las áreas protegidas, la vida natural y silvestre, protector y cultivador de orquídeas su preservación y belleza. La tierra y el mar, la flora y la fauna serán mejores cada día con su desvelo sin pausa.
La notoriedad de la silueta de la “Miss Texas” por los mares peruanos que le dio un vendedor de yates como Hernán Balderrama Jabaloya y su difusión en paginas de Internet a nivel mundial, la divulgación de su historia y fama pasadas, contribuyeron seguramente a despertar el interés de Koechlin a acercarse a la “Miss Texas”…
Tuvimos él y yo un primer encuentro un día sábado en el mar de La Punta, con el yate amarrado a su fondeadero. Grato encuentro al que siguieron charlas posteriores, separadas por intervalos diferentes. La “Miss Texas” seguía navegando.
El 15 de enero del 2013 Inkaterra compró la leyenda con el único propósito de que dejara de ser un yate como tal, y recobrara su estampa original como un barco para pesca de altura y retornara tan pronto concluyera su reconstrucción al mismo lugar de su destino primigenio: Cabo Blanco, en Piura - Perú. En esa zona José Koechlin a formado un área protegida como reserva marina.
Tomé parte activa y protagónica en la tarea, premunido de fotos y documentos gráficos de la época, hasta que un día la nueva vieja estampa renació. Obra de varios artesanos navales peruanos que participaron de ello.
El capitán de la “Miss Texas”, un día con mar calmo recabó la orden de zarpe en la capitanía del Callao y emprendió el retorno a casa. A los tres participantes que jugamos la partida, nos confortó saber que retornaba al destino para el que fue creada.
“La felicidad nos espera en cualquier esquina, pero a condición de que no vayamos a buscarla”.
3 comments:
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