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Thursday, March 06, 2025

LOST GENERATION




 Paul Benjamin Auster (1947/2024), ante la pregunta de una joven periodista norteamericano sobre qué pensaba de la Generación Perdida, respondió: "La diáspora de escritores que huyó a París sin ninguna razón y con el único objetivo de lograr fama, no nos representa. Si bien con el tiempo cada uno alcanzó su objetivo, no dejaron de ser un grupo de escritores en París. Por entonces, la literatura norteamericana los necesitaba en su tierra; pero los muchachos querían otra cosa. De esa cofradía me quedo con John Steinbeck y Ernest Hemingway".


En  los años fundacionales de la nación norteamericana no había una historia literaria propia realmente importante. Los escritores buscaban sus modelos fundamentalmente en Europa, y sobre todo en Inglaterra, Francia y Alemania. Sin embargo, a partir de la segunda década del siglo XIX, los norteamericanos comenzarían a tener presencia con autores de marcada tendencia cosmopolita y fuerte carácter nacional. Sin dejar de lado a Emerson, Menville y Hawthorme, aquí obligatoriamente debemos mencionar a Walt Whitman y Edgar Allan Poe, que son los que abrieron las ventanas y mostraron el paisaje que repetirían posteriormente Henry James y Mark Twain. De estos cuatro autores Hemingway tomaría referencia, y obviamente es con ellos que Estados Unidos catapultará al mundo el diseño del "prototipo americano"

A Hemingway todo este panorama no le representaba una novedad. El sabía de sobra que su tarea era "cambiar" un estilo sin modificar la idiosincrasia  histórica del norteamericano. Debía para ello recurrir a un lenguaje directo, al impacto y a la atmósfera de un tiempo nuevo. Si Hemingway tiene un mérito, es el de haberse dado cuenta de esa posibilidad antes que ninguno de su generación. Esa fue su estrella, y así construyó una bisagra en las letras norteamericanas. 

                  

Hemingway llegó a París con una mano atrás y otra delante. Tras un noviazgo de pocos meses, menos de un año, Ernest  se casó con Hadley  Richardson, en diciembre 1921, y sin mucho pensarlo llegaron a París y se dirigieron a la Rive Gauche: el Hotel Jacob et DAngleterre. Como la economía no daba para lujos, se instalaron más tarde, en un departamento muy precario en un segundo piso por escalera. En la planta había un aserradero. El polvo de aserrín entraba por la ventana y todo era irrespirable. La Navidad en París fue muy triste para la pareja, solos brindaron y lloraron por estar lejos de la familia. En enero de 1922 viajaron a Suiza y hacen una parada en la fonda de la estación de trenes de Montreux, después se subieron al MOB, tren que une a Montreux con Zweisimmen, para luego llegar al pequeño pueblo de Chamby, donde se hospedaron en la Pensión de la Forët, con vista a los Alpes franceses. La economía la manejaba Hadley.

El París de los años veinte fue para Ernest un lugar decisivo, un lugar hecho para vivir como un artista. Era su sueño, su enfermizo objetivo, donde pudo encontrarse con las escritores que admiraba y que se reunían en la librería Shakespeare y Company. Es allí donde ese grupo fue bautizado por Gertrude Stein como "la generación perdida". Gertrude Stein se estableció en Francia en 1903, era la primera expatriada, ella fue la que aglutinó a estos jóvenes perdidos.

"Todos ustedes son un generación perdida, eso es lo que son. Todos ustedes están fundidos por la guerra y el vicio del alcohol. No representan nada, están quemados", les dijo Gertrude Stein.

La librería Shakespeare y Company, bajo la mirada de la escritora y dueña Sylvia Bleach, funcionó entre 1919 y 1941 con libros exclusivos de autores anglosajones, pero como ya se sabe, ése no fue su final, años después reabrió con otro dueño y se convirtió en un emblema y atracción turística para todos los amantes de la literatura universal. El motivo del cierre fue porque Bleach se negó a venderle a un oficial alemán el único ejemplar que tenía de Finnegans Walke de James Joyce. El castigo terminó con la clausura.

Walt Whitman  había abierto una librería, pasaron los años, hasta que Bleach lo convenciera a ser su socia o que dejara usar su nombre. El espacio físico consistía en tres habitaciones, pero luego compraron el departamento de arriba. En ese departamento falleció Whitman.

A pesar de la crítica, cada uno de los marginados logró abrirse camino. Hemingway fue excepcional. Creó un estilo propio, inconfundible, lacónico, directo, emocional. Un renovador, un genio, un iluminado. El resto hizo lo suyo. 

Paul Auster nunca cambió de idea.

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