Friday, July 06, 2012


PIGGOTT: LA CALDERA DE HEMINGWAY (segunda parte)

Hemingway sabía perfectamente que su divorcio con Hadley Richardson le traería problemas. Fue una separación dolorosa,traumática, desgarradora; ambos habían proyectado un futuro en común, todo estaba por hacerse, por despertar, juntos soñaron un mundo de ilusiones en París; pero de buenas a primeras, la copa de cristal cayó al suelo y ya nunca nada sería lo mismo. Ernest buscaba aventura, Hadley una familia. En medio de las decisiones, de las peleas, del hijo que había llegado, se cruzó Pauline, el reloj se detuvo, y otra hora marcó el destino.


Handley con su pequeño Bumby sentiría la soledad y el desamparo de un Ernest que sólo pensaba en sí mismo. De todos modos, tanto uno como el otro, reconocerían con el tiempo, que ese amor que alguna vez los envolvió en el fuego de la pasión, fue muy fuerte, demasiado intenso, decididamente peligroso. Handley llegaría a perdonarlo y Ernest admitiría que amó a esa princesa hasta el fin de sus días.


Recordaría el escritor en sus memorias: Antes de que llegaran estos ricos ya se nos habían infiltrado otra clase de ricos, utilizando el truco más viejo que existe. Una mujer joven, soltera, se convierte temporalmente en la mejor amiga de la otra mujer joven, casada; va a vivir con el marido y la mujer y,entonces; como quien no quiere la cosa, inocentemente y sin tregua, se dedica a conseguir casarse con el marido…El marido tiene dos mujeres atractivas a su alrededor cuando acababa su trabajo. Una es nueva y extraña y, si tiene mala suerte, llega a amar a las dos…
Hadley más reflexiva también se sincera: Había ocho años de diferencia de edad entre nosotros y yo estaba continuamente cansada. No era capaz de seguirlo.


Pauline Pffeifer, entre otros méritos, fue la mujer que cambió la vida de Ernest y su primer desafío tuvo enorme resonancia.Hemingway debió convertirse al catolicismo para casarse con Pauline y ese hecho le significó al joven novelista un desprecio atroz en el seno de su familia.Pero el periodista accedió a su nueva espiritualidad sabiendo que esta decisión lo acercaba a un grupo humano que le brindaría todo el apoyo financiero necesario para transformarse en un escritor de éxito sin apremios económicos.
Para muchos de los investigadores y biógrafos del norteamericano, ésta unión debe analizarse con mesura, con más cuidado que todas las otras relaciones, porque durante el tiempo que duró el vínculo,Hemingway produjo lo mejor de su literatura. La ruptura con Hadley fue alocada pero la mayoría de los especialistas coinciden en que Ernest no estaba preparado para el matrimonio. Hadley sentía admiración por Ernest. Papa, en cambio, veía en Hadley a una acompañante. El amor era algo imperfecto que no terminaba de cerrarse, era una pompa de jabón, un arco iris, un sueño inacabado. Es en ese contexto cuando aparece Pauline -católica devota, de buena educación, con un reconocido trabajo, rodeada de admiradores y una fortuna nada despreciable- y encandila a un Hemingway indeciso, capaz de saltar al vacío sin red. Atrás quedaba aquella historia del matrimonio programado de Pauline con su primo Mateo Herold para conservar la estructura de una familia de sanas costumbres. Hemingway era la antítesis del hombre elegido. El sólo hecho de ser escritor lo transformaba en peligroso: casado, padre de un hijo pequeño, sin respaldo, sin fortuna.


El matrimonio duró trece años y de esa unión nacieron dos hijos: Patrick y Gregory. Fue un vínculo tormentoso porque se distanciaron no menos de 17 veces. Pauline con el correr de los días fue advirtiendo que su devoción por Ernest la encerraba. A diferencia de Hadley, Pauline no estaba hecha para ser madre y se vio obligada muchas veces a elegir entre Ernest y sus hijos. Ella siguió al hombre, pero dejó librado sus retoños al cuidado de una enfermera, de sus abuelos y de su tía Virginia. Gregory, declararía con los años, que a menudo se sintió abandonado y que su relación con su madre nunca estuvo cerca. “Yo odiaba a aquella zorra. Nació sin instinto maternal. Nunca me tomó entre sus brazos”, había sentenciado.
Si el mundo sabe ahora que Hadley Richardson fue la“esposa de París”, también puede asegurar que  Pauline fue la "esposa de Cayo Hueso". Irónicamente Ernest siempre decía que “Cayo Hueso era el Saint-Tropez de los pobres”.
Según cuenta John Hemingway, hijo de Gregory, en Los Hemingway, una familia singular, en la vida de su padre y abuelo había habido ciertos signos de ambigüedad sexual: a su padre y abuelo los habían vestido de niña cuando eran pequeños; cuando Ernest conoció a Pauline, la que le gustó de verdad era su hermana Jinny, que era lesbiana, o Ernest y Pauline se cortaban el pelo a lo chico y se lo teñían como hacían las chicas, o los juegos sexuales de Ernest y su cuarta esposa, en los “que Ernest quería ser una de las chicas de su mujer”, porque ésta siempre “había querido ser un chico”, según escribió Ernest Hemingway en el diario de Mary Welsh.


“Ernest no era gay, ni, hasta donde yo sé -continúa el nieto- se travistió jamás en público durante su etapa adulta. Pero si yo hubiera tenido acceso en algún momento a una copia de aquella página del diario de Mary, estoy seguro de que habría visto a mi padre de una forma diferente.Habría dejado de considerarlo la excepción familiar a la imagen de macho de Ernest (…) Entre ellos existía un vínculo directo que nacía del corazón de la ambigüedad de Ernest (…) Ernest no se travestía como su hijo, pero lo que está claro es que sí pensaba como él”. Aunque para John Hemingway queda claro que “la imagen de Ernest como pilar de la hombría norteamericana era, –y continúa siendo– intocable”.
No quiero alejarme del tema central, pero este tipo de opiniones nos presenta a un Hemingway al desnudo. Recuerdo que algunos comentarios también hacían referencia al pacto que cerraron Hadley, Pauline y Ernest, sobre la idea de mantener una relación triangular, y otra versión que apuntaba al mismo esquema entre Pauline, Victoria y Ernest. De ser cierta estas experiencias, nada suman al mundo vincular de Hemingway. Agregaríamos en el mismo marco referencial una confidencia. Ernest le habría dicho a sus amigos pocos meses después de su divorcio con Hadley, que si ésta lo perdonaba volvía con ella. Y en 1940, cuando ya Pauline era una sombra y el nuevo sol se posaba en Martha Gellhorn, Ernest le escribe a Hadley una frase reveladora: “Cuanto más se de tu sexo, más te admiro”.
Piggott significó para Hemingway un mal necesario. Ernest trató de encontrar motivos de alegría en esa ciudad que odiaba, pero en rigor la única sonrisa que aparecía en su rostro era cuando podía disfrutar con la cacería de patos y codornices.



Esta claro que la relación del novelista con Arkansas no fue feliz. Entre el volumen de cartas que se conocen, donde aparece un Hemingway menos armado, hay 10 escritas en Piggott, la mayoría de las cuales dirigidas a su editor y a Maxwell Perkins. En ellas la recurrencia a no hallarse a gusto en ese infierno era una letanía. Sin embargo, todo este enojo pareciera disimularse con algo que Hemingway sí valoró y es el haber ensamblado una suerte de “familia sustituta”. En medio de tanta discordia aparece su suegra con una presencia maternal distinta a Grace, con modales refinados y una marcada admiración por los textos del joven. No hay tampoco señalamientos y este estímulo se ve coronado con la idea de brindarle un espacio propio y tranquilo para que pueda escribir. También gana presencia en esta situación el reconocido “Tío Gus”, quien generosamente le remodela a los recién casados una casa en Key West, le hace regalos inesperados y los gratifica con un safari que costaría algo más de 25 mil dólares. A pesar de todo el rechazo que sentía el escritor por esta ciudad que le provocaba inacción y flojedad, podemos decir que pasó una cantidad considerable de tiempo en Piggott.


El 28 de junio de 1928 Pauline había dado luz a Patrick, en Kansas City, Missouri,después de un parto difícil por cesárea. “El niño es muy grande, aparentemente oscuro y fuerte. Pauline pasó por un mal momento por la cesárea. Me preocupaba su estado”, le dice en una carta Hemingway a Maxwell Perkins, fechada el 23 de julio de 1928. Patrick era conocido cariñosamente en la familia como “Mouse”,un apodo que le dio su padre. En verdad, por primera vez, Hemingway siente que esa mujer podía haberse muerto. El novelista aún impresionado regresa en tren de Kansas City a Piggott, pero permanece poco tiempo. La mañana del 14 de junio, Patrick Hemingway es bautizado en Piggott, esa misma tarde Pauline sale de la ciudad en tren para unirse con Ernest que está en Kansas City. El niño queda al cuidado de una enfermera, con la mirada atenta de su abuela y de su tía.
Ernest en este momento está comprometido por completar las primeras 200 páginas de Adiós a las armas, sin embargo, el 25 de setiembre regresa a Piggott y concluye el cuento El vino de Wyoming, poco antes de marcharse a Oak Park para visitar a su familia sin la compañía de  Pauline, quien permanece en Piggott, para estar al lado de su hermana Virginia que será operada de las amígdalas. Ernest antes de partir de Piggott conoce a Otto (Toby) Bruce, quien se transformaría en uno de sus mejores amigos. Toby  fue una especie de secretario, compinche, confidente y acompañante de toda aventura insólita que se le ocurriera a Hemingway. Más tarde viajaría con él a la Florida y Cuba.



Ernest permanece en Oak Park esperando a Pauline quien llegará a su encuentro el 29 de octubre. Hemingway cree que su esposa viajaría con el pequeño Patrick, pero un vez más el niño se queda  en Piggott.
Durante noviembre, el escritor visita a unos amigos en la Costa Este y pasa por las universidades de Princeton y Yale. De regreso parte con Pauline hacia Piggott para recoger a Patrick. Está disgustado con su esposa, la reprende porque entiende que debe ocuparse más del niño.
El 21 de diciembre la pareja enfila en auto para Cayo Hueso, decidida a pasar unos días de tranquilidad y pesca.
El 6 de diciembre, una noticia los desploma: el padre de Ernest se había suicidado.





Mientras yo escribía la primera redacción en 1928, mi segundo hijo Patrick vino al mundo gracias a una operación de cesárea en Kansas City, y mientras yo reescribía la obra, mi padre se suicidada en Oak Park (Illinois)…Me viene a la memoria todos los sucesos, todos los lugares en que hemos vivido, los buenos y los malos momentos que pasamos en ese año. Pero me acuerdo especialmente de la manera en la que yo vivía en mi libro, de lo que yo creaba cada día, de lo allí ocurría. Yo me sentía más feliz que nunca creando el país, la gente, las cosas que allí sucedían. Cada jornada leía mi obra desde el principio hasta donde lo había dejado y cada día me paraba cuando todavía yo estaba en forma, sabiendo lo que ocurriría a continuación (…). Sin embargo, descubrir que uno es capaz de crear algo con bastante verismo para que sea agradable leerlo y hace lo cada día de trabajo, esto era una de las cosas que más placer me proporcionaba. Lo demás no importaba nada.



LA PIPA DE HEMINGWAY SUPERÓ LAS 5.OOO VISITAS MENSUALES
Después de 470 entregas y más de 72.838 páginas vistas, podemos decir con verdadero placer que alcanzamos un récord inesperado.
Gracias a todos los que confían en este espacio.