Wednesday, February 11, 2015

RICARDO KOON Y EL ÚLTIMO LEÓN







 Hace tiempo que Ricardo Koon viene luchando con la publicación de su libro. En más de una oportunidad hablamos de la dificultad para llevar a cabo esta tarea. Sin embargo, hoy podemos decir que tanto esfuerzo tuvo sus frutos y un volumen de mil páginas está a la consideración de todos nosotros. Es importante destacar que el sacrificio le llevó a Ricardo más de 40 años, toda una vida dedicada a Hemingway. A los hemingwayanos que seguramente estarán con ganas de conocer estas páginas los invito a contactarse con el autor.
  Lo que sigue es el prólogo de su obra que gentilmente Koon nos autoriza a publicar como adelanto.




 Vi el filme El viejo y el mar, protagonizado por Spencer Tracy cuando cumplí
diez años de edad, y mi padre me compró el libro tiempo después.

  Cuando fueron pasando los años sentí una deuda con ese viejo pescador de
cuya vida no sabía nada. Viajando un día a La Habana/Cuba, entré en el
mundo de Gregorio Fuentes, quien junto con el periodista Fernando González
Campoamor, me llevaron por ese hilo de historias de los momentos que
vivieron junto a Papa Hemingway.

  Aunque algunos hechos sean dolorosos, en este libro traté de contar la vida
de Ernest Miller Hemingway como si fuese él mismo el narrador; con tanta
exactitud y honestidad como fuese posible. Tomando referencias de sus
trabajos periodísticos y literarios; revisiones de cartas, apuntes y aportes
documentales de otros investigadores y testimonios circunstanciales,
puntuales o de momento, de aquellos que lo conocieron, cuyos nombres y
algunas obras figuran al final de este libro.

  Es un volver a recorrer los caminos por los que Hemingway peregrinó con esa
profunda disposición a la vida intensa. Esa vida que él vivió y terminó a su
manera. Esa vida que importa porque su obra importa y no tiene sentido
pretender que ambas cosas no estén relacionadas aunque no es mi interés,
en este volumen, el realizar un estudio minucioso y completo sobre sus
obras. La negativa de Hemingway a trazar una línea entre su vida y sus libros,
entre el actor y el espectador, fue el manantial de su fuerza, pero también
fue el motivo del ocaso de sus escritos en los últimos años.

  El carácter y la historia personal del escritor influyen sobre lo que escribió y
cómo lo escribió, y cuanto más se sepa sobre su vida, mejor podremos
comprender su obra. Y si de literatura se trata, siempre estará él. No por ser
el mejor, simplemente porque es ¨Él¨.

  Como mencionó James Joyce: Es un campesino grande y poderoso, tan fuerte
como un búfalo. Y listo para vivir la vida sobre la que escribe. Nunca la
hubiera escrito si su cuerpo no le hubiera permitido vivirla. Pero los gigantes
de esa clase son verdaderamente modestos: hay mucho más detrás de la forma
 de Hemingway que lo que la gente cree.





  Detrás de todas las máscaras -sus poses, sus arrebatos de agresividad, 
y sus cambios de personalidad por su bipolaridad-, existió un Hemingway que buscó
sobrevivir, y protegerse a través de su capacidad de creación literaria.

  Siempre fue un hombre abierto en sus expresiones, hayan sido o no
correctas; manteniéndose al margen de organizaciones políticas. Fue un
constante trabajador, y admiraba y respetaba todo trabajo bien hecho;
amaba la justicia y detestaba el abuso. Fue honesto en su profesión y -como
algunos de sus personajes-, estableció un código ético personal sobre la base
del honor, la verdad y la lealtad. Pero al final, el código le falló en estos tres
puntos, y más grave aún, sintió que le estaba fallando su arte. Aunque tuvo
algunas fallas como todo ser humano, hubo algo que nunca le faltó:
integridad artística.

  Este libro autobiográfico es una amplia investigación de hechos
documentados y no documentados (fechas, comprobación y verificación de
hechos), realizada durante los últimos cuarenta años; basada en la idea de
que éstos hablan por sí solos si se presentan con suficiente detalle,
concentrándonos en la ¨vida pública del biografiado¨ e intento transmitir una
idea del ser humano que hay tras esa máscara pública: ver el mundo a través
de los ojos de Ernest Hemingway y de transmitir esa experiencia al lector. Y
entender su vida, aunque más de una vez se encontrarán piezas o fechas que
no encajen.

  Siempre que me fuese posible, dejaré al escritor, a su familia o a sus amigos
contar sus propias historias, citando o parafraseando palabras.

  Hemingway luchó para imponer su ficción logrando convertirla en realidad,
pero no pudo superar su propia victoria y se derrotó a sí mismo. Cuando ya
no pudo escribir, producir alquimia y misterios en sus relatos; ¨sentía la
soledad de la muerte que viene al final de cada día perdido en la vida¨, la
única alternativa que le quedó fue el silencio.




  Aquella madrugada de verano, cuando puso fin a su existencia; Hemingway
no sólo se mató como correspondía a su vida y sus obras; sino de la única
muerte posible para él: su experiencia, sus escritos, su existencia y su esencia
se hicieron una. Se mató mucho, me dijo una vez mi amigo, el escritor
argentino Osvaldo Soriano, y la eterna puta -como Hemingway definía a la muerte-, ganó
finalmente la partida.

  Otro hemingwayano ¨frustrado aventurero que nunca se animó a largarse
por el mundo¨, el escritor Haroldo Conti, mi profesor de la Universidad en los
años setenta y desaparecido durante la dictadura militar argentina, con
quien discutí la teoría de Hemingway según la cual un relato debe ser como
un iceberg, con tres cuartas partes de él sumergida, me dijo que había hecho
suya una frase del escritor: El talento reside en cómo uno vive la vida. Así
pues, para hablar de su vida, inevitablemente debo comenzar con su muerte.

  Muchos periodistas crearon una imagen falsa de Hemingway y él los ignoró.
Fue un hombre sencillo que respetó la verdad, las cosas simples y la
honestidad. Un hombre que comía y bebía más a gusto en compañía de
pescadores, boxeadores, jugadores de béisbol y gente común, que con
escritores o intelectuales. No fue ninguna excepción, tuvo muchas fallas y
virtudes como cualquier otro ser humano. Se enfrentó permanentemente a
su imagen en el espejo, y cuando ya no pudo seguir haciendo las cosas que él
quería… cazó al último león.

  Hemingway dijo que para él no existía sino una manera de explicar las cosas:
decir toda la verdad acerca de ellas, sin callar nada; decir al lector la manera
en que todo sucedió realmente, el éxtasis, el dolor, el remordimiento y el
estado del tiempo, y con un poco de suerte, el lector logrará llegar al centro
mismo del asunto. Así pues, como mencionó Aarón E. Hotchner en su libro
Papa Hemingway, es lo que trataré de hacer, sin callar nada, y tratar de
acercarme al porqué.



  A cincuenta y cuatro años de su muerte, sigue siendo imposible separar la
vida de la obra de Hemingway sin tener presentes los hechos principales en
su biografía: el hombre se hizo inseparable de su leyenda.

  Habrá mucho material que tal vez no fue tenido en cuenta en biografías
anteriores, y con esto se justifica la redacción de una nueva; aunque una
montaña cargada de documentos no bastaría para hacer una buena biografía
si sirviera solo para enterrar el tema bajo montones de datos.


Ricardo A. Koon /  caeventur@gmail.com