El 19 de marzo será subastada
una carta que nuestro mimoso Hemingway envió a Marlene Dietrich en 1955. Digo
mimoso porque Ernest estaba embobado con esta mujer que tenía un estilo y un
glamour único, pero que ante ella parecía un ratoncito, una ardillita en el
parque.
Ernest Hemingway y Marlene
Dietrich se conocieron en 1934, a bordo de un crucero
que iba de París a Nueva York. El escritor y la actriz congeniaron y su amistad
duró toda la vida, pero nunca fueron amantes( mucho no creo). Sin embargo, su abundante y
extensa correspondencia está llena de afecto y nostalgia. Desde entonces,
mantuvieron una compleja relación de coquetería por carta, cuyo contenido no se
había hecho público por petición expresa de la hija de la actriz alemana, María
Riva. En una carta fechada el 19 de junio de 1950, a las 4 de la mañana,
Ernest escribe: "Te estás poniendo tan hermosa que tendrán que sacar
fotografías de tu pasaporte de 9
pies de altura. ¿Qué es lo que realmente quieres hacer
en tu vida? ¿Romper el corazón de todos por una moneda de diez centavos?
Siempre podrías romper el mío por una de cinco centavos y yo pondría la
moneda". Una relación epistolar que sugiere que su vínculo fue firme,
apasionado y, probablemente, sólo platónico.
A Ernest Hemingway, le gustaba
llamar "hijas" a sus amigas. Cuando conoció a Marlene Dietrich,
decidió incluirla en ese selecto grupo. De esa relación han sobrevivido treinta
cartas escritas por Hemingway a la actriz entre 1949 y 1953. En ellas, la
llamaba "Mi pequeña Kraut", que significa "alemana", pero
también "cabeza cuadrada", un término que suele usarse para referirse
a los alemanes despectivamente, pero que el escritor utilizaba con cariño.
En una de las cartas, fechada el
23 de mayo de 1950, Hemingway se defiende de los celos de la alemana hacia la
actriz sueca Ingrid Bergman: "Sigue enojada todo lo que quieras. Pero
detente en algún momento, hija, porque sólo hay una como tú en el mundo, y
nunca jamás habrá otra, y me siento muy solo en este mundo cuando tú te enojas
conmigo", le escribe.
En otra carta, fechada en 1951,
la Dietrich le dice: "Creo que ya es hora de que te diga que pienso en ti
constantemente. Leo tus cartas una y otra vez y hablo de ti con algunos hombres
selectos. He cambiado tu foto a mi cuarto y la mayoría de las veces que la
observo me siento bastante impotente".
Hemingway tenía 50 años y
Dietrich 47 cuando comenzaron a escribirse. Él le describió la relación a su
amigo, el escritor A.E. Hotchner, diciendo que se enamoraron cuando se
conocieron a bordo del Ile de France. "Nunca hemos estado en la cama.
Sorprendente pero cierto. Las víctimas de una pasión fuera de sincronía",
le confesó a su amigo.
Las cartas, que en ocasiones
Hemingway concluía con un "te mando un beso muy fuerte", fueron
donadas en 2003 por la hija de la actriz, María Riva, a
condición que no fueran hechas públicas por un tiempo. Ahora son de acceso
público pero para contemplarlas hace falta pedir permiso.
La carta que ha levantado tanto revuelo estos días, es tan
surrealista como explícita y Hemingway se la envió a Dietrich en 1955. El texto
comienza con los consejos que el autor ofrece a su amiga ante sus quejas por la
puesta en escena del espectáculo que está protagonizando en Las Vegas. Pero,
poco después, la misiva da un giro brusco hacia el surrealismo.
«Si yo actuara, probablemente
aportaría algo novedoso, como dispararte en el escenario, borracho, desde un
auto propulsado», escribe Hemingway. «Mientras tú apareces en el escenario,
borracha y desnuda, yo avanzaría desde la parte trasera, o en tu parte trasera,
llevando ropa de noche, y me la quitaría rápidamente para cubrirte con ella,
dejando al descubierto el cuerpo de Burt Lancaster».
Más adelante, el autor de «París
era una fiesta» menciona cómo la producción «emplearía aspiradoras invertidas
que aspirarían mi ropa de noche de tu cuerpo». «Esta es la escena que,
realmente, es la columna vertebral de mi hormigueo y solo tengo la columna
vertebral para ello», añade. «Yo juego con una pulsera de goma de la Ballena
Gigante llamada Capitán Ahab... Tú echas espuma por la boca, por supuesto, para
demostrar que realmente estamos actuando y envasamos la espuma y la vendemos a
cualquiera de los clientes que sobreviven».
Según recoge «The Hollywood
Reporter», Hemingway escribió la carta durante el rodaje de la adaptación
cinematográfica de «El viejo y el mar» dirigida por John Sturges. El Nobel de
Literatura se queja ante Dietrich de que él mismo ha tenido que pescar un pez
lo suficientemente grande para las escenas de la película. «Yo solo escribí el
libro, pero hay que hacer bien el trabajo y no tienen sustituto. Me levanto a
las 4:50 de la mañana y me acuesto a las 7:30 de la tarde», escribe.
Hemingway termina con una frase
irónica y fatalista sobre la naturaleza de la fama: «Creo que se podría decir
que tú y yo hemos ganado todo lo que la gente no pudo tener. ¿Y qué? Y mierda.
Te quiero como siempre. Papa».