Thursday, November 27, 2008

CAFÉ AZUCARADO CON MARIEL HEMINGWAY
Mariel Hemingway acaba de cumplir años. No puede ocultar que son 47 los que carga y, a decir verdad, los lleva con total dignidad. “¿Dignidad?”, me dice René con quien estoy charlando en el Bar70 de Defensa y Chile. Bueno, tal vez la palabra no sea la más adecuada; quiero decir que se la ve hermosa y con gusto yo le daría un toque. “Me parece que se sigue haciendo la fantasía con ella y no me queda claro si en realidad no está extrañado a Daniela”, golpea el francés. ¡No… ya estoy a salvo y en el paraíso!, le respondo. “Sin embargo yo creo que es momento de hablar sobre este tema”, apunta mientras se acomoda en su silla. “Estuve pensando que a esta chica la hemos dejado de lado. A mí se me ocurre que ese muchacho Tomi Del Ball podría ser una buena compañía”.¡¡¡Tomi Del Ball… una buena compañía!!!. “Si: es más, una buena pareja”. Eso me recuerda la actitud de Simoneta,la madre de Daniela, cuando me presionó para casarme con ella. “Mire, las relaciones humanas no siempre son paradigmáticas. El amor ideal déjelo para Romeo y Julieta. Aquí estamos ante una situación compleja: abandono de persona. Ni usted ni yo podemos ofrecer nada. Pensemos en colaboradores. Tessie enamorada del muleto de Obama. Victoria y Pierette absorbidos por Oliver. Los comandantes socialistas en retiro voluntario por tareas pasivas. Conclusión: Tomi Del Ball y Lucy”. ¿ Ahora me agrega a Lucy?. “¡Obviamente menage a trois! ¿Se olvida de Hemingway con Hadley y Pauline, con Jane Mason, con Ava Gardner, con Marlene? Concretamente: Tomi y Lucy adoptan a Daniela y nosotros somos los padrinos”. ¡¡René usted está loco!!. “Gatti, le digo más, acabo de vender el departamento de Plaza San Martín y estoy dispuesto a comprar una casa en Palermo Soho para que vivan y armen algún emprendimiento…diseño joven, librería, videos, restó…se verá”. Pido una gaseosa y comienzo a transpirar. René, se da cuenta que estamos decidiendo sobre la privacidad de otras personas. Damos por hecho que Tomi y Lucy van a integrarse con Daniela que está empastillada, depresiva y con bastones. “No se ofenda pero usted tiene mentalidad sudamericana. Los europeos que nacimos de las guerras, somos más liberales y llamamos a las cosas por su nombre. Tomi es gay, Lucy lesbiana y Daniela bisexual. Lo grave es justificar actitudes discriminatorias como si fueran normales y en la ignorancia arrastramos autoexclusión. Ellos se van a entender y los debemos atender. A usted no voy a decirle qué es un ser de necesidades”. Lo entiendo- llega la gaseosa y la tomo de la botella- pero estamos al límite de la privacidad. “¡¡Estamos al límite de la pelotudez!!”, me grita. “Les estoy ofreciendo vivienda, trabajo y juego amoroso, soy un benefactor y usted me habla de privacidad”. Se levanta y busca el baño. Me quedo solo. Mariel Hemingway me trajo todo este despelote. ¡Feliz cumpleaños!. Feliz vida.
EL LIBRO LA PIPA DE HEMINGWAY ESTA EN VENTA SOLAMENTE EN LIBRERÍAS CUSPIDE.

Friday, November 21, 2008

EL AMADOR CON CERVEZA TRANS
Usted debe decirlo en su blog: Obama y McCain nunca leyeron Por quién doblan las campanas. Eso fue un invento de los agentes de campaña. ¡ Ni saben quien era Jordan!. Algún vivo agarró el libro y se enteró que Hemingway fue rebelde y entonces se lo metió como propaganda a los dos. Para mí son la misma cosa. Cuando nos tienen que cagar no se fijan en el agujero”, me dice enojado Rosendo Castillo mientras el mozo le llena el vaso con cerveza negra. Estamos en El Amador, el reducto de Azopardo y Venezuela, son las 20, todavía el sol pega fuerte y un aire tibio nos invita a beber. La reunión varias veces postergada, viene a cumplir la promesa de juntarse para rescatar el rito amistoso del grupo comando socialista. Es asombroso verlo al mosquito Barrientos aferrado a su gaseosa, vestido con traje y solicitando a los compañeros que no levanten las voces. “Gatti, en nuestro grupo nos hicieron leer el libro Adriel B de Estrella Cardona Gamio que trata sobre una novelista alcohólica que debe luchar contra su enfermedad y el mundo de las editoriales. Nos dijeron que la autora se basó en un comentario de Hemingway en sus primeros tiempos, cuando le rechazaban todas sus novelas… ¿La conoce?”. Si, la conozco, le respondo lacónicamente para dejarlo seguir hablando. “Yo pensé qué distinto hubiera sido este tipo sin la botella de whisky”. Asenso con un movimiento de mi cabeza aunque creo que el chascarrillo da para mucho más y ahora no es el momento de tratarlo. Eneas Federici, quien se ligó en ubérrima charla con mi vecino, el geronte italiano que toma sol a las siete de la mañana en la terraza, no puede dejar de explicarle al Don Giulio Ponza que la crisis económica norteamericana fue premeditada, que se adelantó seis meses porque Bush soñaba esperarla sentado en el sillón de su biblioteca para culpar a todos los boludos que no votaron a McCain. “¡¡ Se le cayó en Tío Sam!!”, vocifera ante la mirada de Tomi Del Ball ( Marcelo Ceña) quien regresó de Barcelona desilusionado con la movida cultural española. Aurelio García que está entretenido con el chorizo cantimpalo y el queso parmesano en daditos, aprovecha para tirar sus dardos: “Bush se despide con un “Dead man walking” después de la peor gestión de gobierno que conocieron los yanquis y la más grande reculada con Latinoamérica”. Matarazzi me comenta que el doctor Sierra no pudo venir porque está muy pendiente del rockero Antonio. El cavernario, de buenas a primeras, largó los bastones y decidió “salir a patrullar”. Léase: buscar droga. Lucy lo sorprendió cuando ya ganaba la calle y marchaba a la aventura. Antes de levantar las copas, Tomi De Ball me pregunta si la ubico a Nati Menstrual, la escritora travesti que se hizo conocida por su blog y comentarios en la revista El Teje. “Anda por todo San Telmo – respondo- y la gente la detiene para contarle sus cosas. Acaba de presentar un libro de relatos bastante fuerte… ¿por qué el interés?...”. Porque estoy armando una antología de autores Trans. “¿Trans?”. Si Gatti, lesbianas, gays, bisexuales, trans…¿Sí?. “Por supuesto, Tomi – agrego-, Nati Menstrual acaba de publicar Continuadísimo en Eterna Cadencia, tal vez te ayude para el trabajo”,termino.
Se llenaron los vasos nuevamente, hay clima de seguir con el festejo y todo indica que el regreso a estos encuentros terapéuticos nos hace bien a todos. Como decía Enrique Pichón Riviere: “la única condición para reunirse es estar vivos”.

Saturday, November 15, 2008

MI AMIGO Y EL AMIGO DE MI AMIGO

Mi amigo José Carvajal, que durante largo tiempo fue el director del portal Librusa.Com en Miami, me regaló este hermoso trabajo que con enorme placer lo quiero dar a conocer. Es una historia en donde se mezcla la realidad con la ficción. A medida que uno lee se va dando cuenta que el apasionamiento del ser humano a veces nos domina de forma que acaba con nuestra vida. Alguna vez, esos pobres tipos que siempre te aguijonean, me dijeron que no joda tanto con Hemingway porque ya me estaba pareciendo demasiado a él. Pensé:¡ Qué suerte!. Claro, del otro lado habrán imaginado un final infeliz. Malas noticias, no tengo armas y me da mucho fastidio el final sin suspenso.

MI AMIGO ERNEST HEMINGWAY

Se hizo llamar Hemingway hasta olvidar su nombre verdadero. De modo que aquello que comenzó como una broma, terminó costándole mucho más caro de lo que cualquiera pueda imaginarse. Primero fuimos cinco los involucrados en el inusitado juego de adoptar nombres de escritores famosos y de vivir como ellos, al menos una temporada. Mi amigo eligió Hemingway. —Ernest Hemingway —dijo, con mucha seriedad. Pero con el nombre vinieron muchas cosas más, propias del autor de El viejo y el mar. Vino, por ejemplo, la afición a la pesca, al boxeo, a las mujeres —que en el caso de mi amigo eran las muchachas con las que acostumbrábamos ir al cine o de paseo campestre—, la cacería, la pasión por las corridas de toros en Pamplona, el periodismo –que practicó para no dejarse morir de hambre—, la pipa y la barba. También aparecieron síntomas de una depresión crónica y la práctica del arte de la mentira que tanto se le atribuye al Hemingway verdadero. Por eso sin serlo realmente, se puede decir que la vida de mi amigo se convirtió en cuestión de meses en una extensión fidedigna de la del predilecto amigo de Gertrude Stein, la mujer voluminosa, pero alta, de arquitectura maciza como una labriega, que vivía en el 27 de la rue de Fleurus, con una compañera pequeña y muy morena, peinada como Juana de Arco en los dibujos de Boutet de Monvel, y de nariz muy ganchuda. Y así, ni siquiera se le escapó el detalle de la escopeta que marcaría igualmente su vida como la del Nobel de 1954. Recuerdo la noche que comenzamos el juego de los nombres. Uno de los del grupo adoptó el de Balzac; otro el de Kafka, el tercero el de Poe, mi amigo el de Hemingway y yo, después de pensarlo tanto, el de Scott Fitzgerald. De alguna manera quería sentirme contemporáneo de Hemingway. Pero nada de aquello debía de adoptarse tan en serio como lo tomó mi amigo. Debió ser simplemente un juego entre intelectuales que no pasara de las tertulias y las discusiones extraliterarias de un pequeño grupo de jóvenes que buscaba en el cambio de nombres sólo una inspiración y una motivación para desarrollar una obra propia y futura. Desde luego, en las reuniones la cosa era muy distinta. Por ejemplo, Balzac era Balzac, el de La comedia humana; Kafka, el autor de La metamorfosis y El castillo; Poe, el de Los crímenes de la calle Morgue y El corazón delator; Hemingway, el de Por quién doblan las campanas y El viejo y el mar, y yo, el apuesto Fitzgerald, el de El gran Gatsby. —Has escrito una buena novela —me habría dicho Hemingway acerca de El gran Gatsby durante un viaje que hicimos juntos de París a Lyon—. Y ahora no debes escribir caca. Por reconocimientos como ese El gran Gatsby fue y seguía siendo mi salvación. Gracias a esa novela corta estaba yo allí sentado, conversando casi todas las tardes con mis amigos en lo alto de la bella Torre de Amsterdam en plena ciudad de Nueva York. Llegar allí y tratar de tú a los grandes como Balzac, Poe, Hemingway y Kafka era más que divertido. Ahora es grato el recuerdo de cómo nos criticábamos nuestras obras unos a otros; obras consideradas ya clásicas la llevamos al nivel de taller literario donde no faltaron confesiones muy íntimas; como la de un Balzac casi arrepentido, porque alguna de sus obras había llegado demasiado lejos, mucho más de lo que él jamás imaginó. —Novelas mediocre —dijo una tarde. Novelas que escribí con el único propósito de pagar el alquiler de mi casa. Así se defendía de nuestras críticas el Balzac que frecuentaba la Torre de Amsterdam. Y añadía: —¿Qué querían? La estaba pasando muy mal y de algo tenía que vivir. Una vez dada su explicación, Balzac se acomodaba en una poltrona donde arrellanaba su pesado cuerpo y comenzaba entonces el desquite. A Poe le dijo en una ocasión que había sido muy fantasioso y llegó hasta llamarlo psicópata. También le dijo que casi todos sus cuentos reflejaban los problemas emocionales de un hombre diabólicamente atormentado. Así se defendía Balzac. Al pobre Kafka le dio apenas mérito por La metamorfosis. —De tus libros me quedo sólo con La metamorfosis—, le dijo un Balzac sereno a un Kafka enfermizo y pálido . El resto es basura. Por supuesto, la respuesta de Kafka tampoco se hizo esperar. Sacó de la manga su defensa más valiosa ante el feroz ataque de Balzac. —Por eso antes de morir la primera vez le pedí a Brod que los quemara todos, incluyendo La metamorfosis. Todas mis obras, que veo ahora publicadas en editoriales importantes, no eran más que borradores, y la verdad es que en mi opinión no valían la pena. Basta de ejemplos para entender a fondo el tipo de diálogo que se derivaban de aquellos nombres durante un otoño citadino. Sabíamos que de no haber sido así jamás se hubieran visto cara a cara ninguno de los autores que escogimos representar, salvo Hemingway y Fitzgerald, que coincidieron en París cuando la Generación Perdida no era la Generación Perdida. Jamás, por ser de épocas distintas, habría un diálogo entre Balzac y Kafka. Lo mismo Poe, que aunque hubiera coincidido con Balzac en un steamer, nunca habría tenido la oportunidad de sostener un diálogo amistoso con el escritor francés como en aquellas tardes en la Torre de Amsterdam. Así que, disparatado o no el asunto, el juego de los nombres por lo menos tenía esa gracia. Ahora bien, cabe destacar que el juego no era adoptar solamente el nombre de un escritor, sino actuar también como lo hubieran hecho ellos en nuestro tiempo, algo que lo hacía mucho más divertido aún. Antes de asumir la personalidad de los ilustres, leímos sus biografías, a fin de conocerlos a fondo. Por eso en cuestión de semanas no fue ninguna sorpresa para el grupo encontrarse con Balzac en un tren subterráneo leyendo La hoguera de las vanidades, del norteamericano Tom Wolfe, o a Kafka sentado a un computador escribiendo una reseña acerca de Cien años de soledad, del Nobel colombiano Gabriel García Márquez. O a Edgar Allan Poe sentado frente a su casita decimonónica del condado del Bronx, en Nueva York —convertida ahora en un pequeño museo dedicado a su primera vida— queriendo analizar la composición de una canción de rap que le atrajo por su contenido diabólico. Por eso tampoco fue sorpresa que Hemingway saliera de pesca casi todos los días río Hudson abajo, para llegar luego a su casa con una cubeta repleta de anguilas. Y que yo, el Scott Fitzgerald de El gran Gatsby, gozara todavía de mi fama en una ciudad inhóspita y en la que no encajaba por la incomprensión de mis amigos. De los cinco, Hemingway y yo éramos los más cercanos; también compartíamos los recuerdos del París de los años veinte. Todo era válido con tal de parecernos más a los escritores que elegimos. Sin embargo, aquello que debió ser solamente un juego intelectual, a mi amigo le caló muy profundo porque no se conformó con actuar como Hemingway sino que lo revivió ante nuestros ojos. Así siendo Hemingway visitó Oak Park, en Chicago, donde habría nacido el verdadero en 1899. De aquel viaje mi amigo regresó al círculo mucho más convencido de que si no lo era realmente, al menos debíamos aceptarlo y tratarlo como una extensión del verdadero. —Se imaginan, estuve en la casa donde nací en Oak Park —dijo Hemingway a su regreso de Chicago. Ahora es un museo visitado por turistas. También visité la escuela secundaria que abandoné para irme a la guerra como conductor de una ambulancia. Mi regreso a Oak Park me trajo muchas memorias de mi niñez y adolescencia; memorias buenas y malas de mis padres y de uno que otros amores platónicos contrariados. Eso dijo mi amigo a su regreso de Oak Park. Logró asumir tan bien la personalidad del autor norteamericano, que hasta terminó adoptando su apariencia física y achaques emocionales. Para mí aquello fue la primera señal de que la broma Hemingway había alcanzado rincones insospechados en la psiquis de mi amigo. Con él no ocurrió lo mismo que con el resto de nosotros, que salimos del juego cuando lo quisimos. Por ejemplo, después de unos meses, Balzac dejó de frecuentar los pomposos salones que habría visitado y evitó endeudarse mucho porque ya no podía escribir como un loco para saldar sus préstamos; Poe, menos avejentado que el de las fotografías que aparecen en los archivos de la Biblioteca del Congreso, dijo adiós al alcoholismo ingresando a un grupo de Alcohólicos Anónimos y escribió cuentos menos macabros, y un Kafka que se hizo pasar por moribundo dijo a su amigo Max Brod que por nada del mundo perdiera los originales de sus obras, porque a lo mejor corrían la suerte de ser editadas algún día en formato digital por un punto com o en el peor de los casos como libros electrónicos. —Es algo que no entiendo mucho—, habría dicho Kafka a un Brod imaginario refiriéndose a sus libros en formato electrónico. Pero déjalos ahí, guárdalos a ver qué pasa. En otras palabras, al final del afanoso juego intelectual que mantuvimos durante varios meses, todos hicimos lo que creímos hubieran hecho aquellos escritores en nuestro tiempo. Yo, Fitzgerald, seguí intentando escribir otra novela como El gran Gatsby, pero fracasé de nuevo después de otra Suave es la noche menos afortunada y uno que otro libro de relatos. No me valió buscarme otra mujer como Zelda ni superar mis complejos de tener el miembro pequeño como habría contado Hemingway en su minimemorias París era una fiesta. —Zelda me dijo que con mi conformación nunca podré dejar satisfecha a ninguna mujer, y que por esto tuvo ella si primer trauma. Dijo que era una cuestión de tamaño. Así habría dicho yo, según Hemingway. Después de reconocer que para mí eso podía convertirse en un problema emocional muy grave, que no iba a poder solucionar ni siquiera con la píldora Viagra, no me quedó otro remedio que recurrir a un préstamo bancario y abrir un casino en honor a mi novela, con el mismo nombre, y vivir de la famita que me ha dado con el pasar de los años y rodeado todo el tiempo de mujeres bellas. De modo que todos le encontramos una salida al juego de los nombres, menos mi amigo Hemingway. El vivió exactamente el trazo de la vida del Nobel norteamericano. Lo imitó tanto que ni siquiera le faltó el detalle del suicidio, también un dos de julio, pero treinta años después, y, como era de esperarse, con mucho menos notoriedad. Desde entonces vivo convencido de que nadie más que nosotros supo que Ernest Hemingway había muerto de nuevo, sólo que la segunda vez fue en Nueva York y no Idaho, como en 1961, y sin dejar a la posteridad ni siquiera una frase digna de recordar.
José Carvajal
LA PIPA DE HEMINGWAY EN LIBRERIAS CUSPIDE

Wednesday, November 12, 2008


EVARISTE: UN OBAMA ÍNTIMO
Una vez más la muy descarada de Tessie se presentó ante el grupo familiar con su nueva adquisición; un mulato llamado Evariste oriundo de Cayena (Guayana Francesa). El argumento frívolo que disparó a todos nosotros, sentada sobre las rodillas del nuevo amante, fue ridículo: “Yo tengo mi Obama íntimo”. Me cuesta creer que un hombre virtuoso se mezcle con una mujer rudimentaria, pero puedo equivocarme. Tal vez la reina tenga atributos de clase que nunca supe descubrir. El sacrificado que hablaba un castellano que me hacía recordar a Julio Cortázar, nos anunció que pertenecía a Amnistía Internacional (AI) y que tenía comunicación directa con Irene Khan, la secretaria general de la organización. Había pasado por Chile acompañando a la funcionaria y en visita relámpago saltó a Buenos Aires. Como muchas extranjeros, salió a tomar una copa y cometió el pecado de encontrarse en Filo, el restó de San Martín Y Marcelo T., con Tessie. La seductora vive mosqueteando por todos estos lugares y como buena jinetera se le pegó al mulato. Evariste que aprovecha muy bien su tiempo, nos dijo: “Nos gustaría que el presidente electo Obama levantara el embargo contra Cuba porque creemos que ese embargo no está contribuyendo a la negociación de los derechos humanos de la región. También le pedimos a Castro que mire un poco a las cárceles. La política de Washington hacía Cuba ayudaría a Obama a restaurar la autoridad moral de los Estados Unidos, la cual ha sido dañada durante la administración del señor Bush”. A René comenzó a gustarle este personaje, lo advertí porque intercambiaron un breve diálogo en francés. A mí también me hizo cambiar de idea. “Obama debe cerrar Guantánamo y hacer una declaración pública confirmando la prohibición de la tortura y el maltrato. Cuba también debe hacer su análisis. Cada uno debe dejar de ser indiferente”, aseguró Evariste mientras Tessie no dejaba de acariciarle su rodilla. Como buenos perdedores reconocimos que el visitante no era un simple “objeto sexual”. Pierette lo secuestró y se lo llevó a la terraza del departamento. Tessie, declarada triunfadora, se unió a Victoria y marcharon al cuarto para controlar al ya maduro Oliver que dentro de poco opinará sobre la economía mundial. Nos quedamos René y yo compartiendo un Campari. “¿Qué le parece si nos juntamos con los muchachos de La Rosa Peregrina de Almagro?...hace tanto que no los veo”. Tiene razón, con el cuento del libro, la presentación en Torino y otras pavadas, los tengo olvidados. “A propósito…regálele una Pipa a Evariste…es un tipo inteligente”. Sabe que Tessie se lo va a robar. “¡Oiga, mándala a la mierda a Tessie”. Tiene razón: será un placer.
LA PIPA DE HEMINGWAY PEDILO A CÚSPIDE.COM

Saturday, November 08, 2008

NADIE MUERE NUNCA
Hace 70 años la revista Cosmopolitan de Nueva York, publicaba en su número de marzo, el cuento Nobady Ever Dies (Nunca nadie muere nada) de Ernest Hemingway. Dos décadas más tarde el escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, fanatizado con el relato, lo traduce al castellano a fines de 1960. A partir de entonces la historia de la narración comienza un peregrinar apasionante. El cuento relata la trayectoria de un revolucionario cubano que cae en una trampa mortal. Es raro conseguir el texto. Tuve la suerte de hallarlo perdido en una librería de viejos de Montevideo, mi amigo Sergio Mescal. Recuerdo que levantó como un trofeo la obra y gritó: “¡Día salvado!”. El volumen de unas 120 páginas reúne a varios cuentos bajo el título de Crónicas de América. El primer trabajo es de Hemingway. Le siguen los de Roa Bastos, Cortázar, Benedetti y Asturias. Fue editado por Jorge Álvarez y publicado en 1965. Pero volvamos a Nobady. Este relato por largo tiempo se transformó en motivo de análisis de incontables seminarios porque muchos creían que el texto era una de las ficciones más llenas de ternura escritas por el norteamericano y un adelanto del posteriormente consagrado Por quién doblan las campanas, publicado en 1940.No estaban tan equivocados. El primer dato para analizar es preguntarnos qué sucedió con el escrito entre 1939 y 1960. Respuesta: nada. Digo esto porque generalmente cuando un cuento de Hemingway “pega”, siempre los seguidores se encargan de promocionarlo. No es este el caso. Ahora preguntémonos qué pasó con Ernest en el mismo período. Sus desventuras no fueron pocas. No puedo dejar de lado una madeja de incógnitas que alimentaron todo tipo de dudas. Un año antes que Hemingway diera a conocer su cuento, se produce la ruptura de su amistad con John Dos Passos. El motivo es el fusilamiento de José Robles, viejo conocido de Dos Passos. Hemingway sostenía que ese asesinato había sido un “dudoso error”, mientras que para Dos Passos el fusilamiento era una verdadera ofensa. La discusión nunca llegó a un buen término. Cabe pensar que precisamente Nunca nadie muere nada pueda tener atadura sentimental con la muerte de José Robles. El argumento del cuento habla de un revolucionario que demasiado tarde logra escapar de una trampa pero acabará acribillado (¿fusilado?) en un descampado, envuelto por las luces de reflectores que lo perseguían y aferrado a los brazos de su amante María. Un texto pasional, romántico, con el héroe martirizado. También para esta fecha está latente el documental The Spanish Earth y los acontecimientos de la Guerra Civil Española, un verdadero coctel de emociones.
Es bueno releer la historia y quitarle el polvo a este cuento que tiene lo mejor de Ernest Hemingway.
LA PIPA DE HEMINGWAY EN LIBRERÍAS CÚSPIDE.

Tuesday, November 04, 2008


EL ENTRETENEDOR DE LA PIPA

En diciembre de 2006, la escritora cubana Yanitzia Canetti me escribió desde Boston un elogioso correo sobre La pipa de Hemingway. Por entonces yo decía que ésta narradora estaba llamada a ser una de las mejores voces de la literatura latinoamericana. Sigo pensando lo mismo, es más: lo garantizo. Su literatura es sencillamente maravillosa. Cuando seleccioné a quienes les enviaría mi libro, no dudé en incluirla en la lista de favoritos. Acabo de recibir su respuesta y como ya es una costumbre en este espacio, lo comparto con ustedes:
Estimado Gatti
Le agradezco su generosidad por remitirme el libro La pipa de Hemingway. Me ha generado muchos celos las elucidadas palabras del prologuista Andrés Arenas Gómez sobre la obra. Quiero decirle que adhiero a las mismas y como bien expresa el filólogo, uno termina enamorándose de Hemingway.
Usted Gatti aprovecha sobradamente el blog para demostrar que no es un simple entretenedor. Lo veo como un memorialista esclarecido que con denuedo va armando una historia tras otra de manera transversal, espirituosa, desenvuelta y llena de alborozo.
Le deseo lo mejor en este quehacer.
Mi leal saludo. Yanitzia