Monday, November 28, 2016

ENTRE OLVIDOS Y DESMEMORIAS



Mario Vargas Llosa acaba de decir en la Feria Internacional de Guadalajara que él es el último sobreviviente  del “boom” latinoamericano y que le toca “apagar la luz”. En otro momento, cuando no era un señor aburguesado y soñaba con la revolución (¿revolución?), el peruano no hubiera vertido frases hirientes y poco gratas sobre el reciente desaparecido Fidel Castro. Hoy con el diario del lunes en la mano, más de un progresista guardó su pensamiento socialista en el baúl de los recuerdos y se acostumbró al pragmatismo de un cambio de época que parece registrar el borrón y cuenta nueva. La idea de la felicidad, de la vida sin excusas y el reencuentro con el amor, ha puesto a muchos en el desafío de olvidar la coherencia y la dignidad. Vargas Llosa no es el único; “apagar la luz” es una expresión que intenta instalar una mentira. En ese error también se cae cuando se expresa que “con la muerte de Fidel Castro recién termina el siglo XX”. 





El corte de época como si se tratara de una porción de torta de chocolate es sencillamente un manejo comunicacional que arrastra el concepto de “ahora todo es distinto”, “ahora es el tiempo de nosotros”. Mientras me dejo llevar por estas líneas pienso en que Fidel, una vez más, se salió con la suya: se murió antes de ver a Donald Trump sentado en la Casa Blanca. Dijo “esto para mí es demasiado” y cerró la puerta. Como buen rebelde lo sumo a Ernest Hemingway y Bob Dylan. Ernest se cagó en el sistema, se burló de todos y se recluyó en La Habana desafiando a los amantes del Imperio. Lo hicieron regresar, enfermo y arruinado a ese país que lo había señalado como una mierda. Pero el volvía con un Nobel bajo el brazo, un Nobel que no fue a recibir, un Nobel que Vargas Llosa recibió como un rey. Y ahora otro rebelde, otro “mal bicho” como Bob Dylan, repite la acción inmunda de no presentarse en la entrega del galardón.




Es verdad, el cambio de época tiene su efecto. Estados Unidos se prepara para un desafío con un hombre que todavía no dijo nada. Ernest se rasca la cabeza, Fidel se fuma un habano, Bob sopla en el viento y Mario apaga la luz. Pido bandera blanca de tregua. Sólo eso.