Tuesday, October 27, 2009

HISTORIA DE UN ABANDONO


Giuseppe Recchia me había invitado a Italia para acompañarlo en la presentación de su libro HEMINGWAY FOR CUBA. Por un rollo familiar no pude viajar en ese recorrido que me llevaba por Torino, Venecia, Nápoles, Roma y Sicilia. La historia compartida significaba que LA PIPA DE HEMINGWAY, en soporte papel, se conociera en Europa traducida al italiano. Lamentablemente todo se frustró. Sin embargo y a pedido de Giuseppe, en tiempo record produje un video que se difundió en círculos hemingwayanos y ahora pasó al terreno médico. La producción es muy breve, no alcanza a los 5 minutos. El texto que oportunamente subí a este espacio habla sobre la última etapa de un Hemingway desconsolado. A partir de este ángulo, un grupo de facultativos holandeses trabajó con mayor profundidad la relación del enfermo y el abandono. Claro, este video les sirve como disparador porque precisamente HEMINGWAY: ABANDONO DE PERSONA intenta mostrar una serie de argumentos que bien pueden aplicarse a cualquier ser humano.



En un mail que me envía el doctor Helt Romüer, uno de los médicos que está a cargo del tema, me pregunta si conocí a Hemingway o a su esposa. Le respondí que era un niño cuando el norteamericano se suicidó y sobre Mary desgraciadamente cuando ella estuvo en Argentina yo andaba en otra cosa. Es interesante esta perspectiva porque la etapa oscura de las internaciones de Hemingway en la Clínica Mayo y la negativa a conocer el diagnóstico, más allá de tan mentado secreto médico profesional, nos permitiría resolver varios enigmas sobre el suicidio del novelista.


Romüer me cuenta que varios médicos jóvenes no conocían a Hemingway. Él mismo confiesa que ese video llegó a sus manos por casualidad, a través de un colega que escribe poesía y que comenzó a interesarse por la literatura norteamericana.


HEMINGWAY: ABANDONO DE PERSONA puede leerse en italiano en www.hemingwayforcuba.net o en castellano en esta bitácora.

Thursday, October 15, 2009

PORTADOR VIRUS “HEM” (POSITIVO)




Empiezo a creer que de tanto hablar, discutir, disertar y escribir sobre Hemingway entre los que me rodean y circulan, he generado a mi alrededor un clima que acabo de bautizar como síndrome portador virus “HEM” (positivo). Los principales síntomas de este mal son: excesiva lectura hemingwayana, abusivo consumo de ron cubano, desmedida euforia, marcada autosuficiencia y compulsivo deseo de hablar todo el tiempo del borracho norteamericano. Mi enfermedad -poco atendida- ha provocado entre todos lo que me conocen una suerte de dependencia que me genera enormes beneficios. En la última semana llegaron desde Europa tres familiares. Como todo está carísimo en el Viejo Mundo para el bolsillo que mira con nostalgia aquella época del “deme dos”, los viajeros al momento de traerme un regalito solamente pensaron en mi malestar. Por tal motivo recibí un pañuelo rojo sanfermino, dos reproducciones fotográficas de los Sanfermines de 1959 del fotógrafo Julio Ubiña, una caja de cerillas pamplonesas con el rostro de Hemingway, una agenda Moleskine italiana, un llavero con la cara del Ernest y el libro Café con Hemingway en portugués. Todas estas gratificaciones fueron acompañadas con los respectivos comentarios del caso de cómo fueron adquiridas, situación que me llevó a consumir varias copas de vino y una docena de cafés. Claro, no todo es alegría para este enfermo. Parece ser que mi último posteo El Hemingway de Zoé Valdés no le agradó a muchos de los seguidores de esta bitácora. No necesito aclarar ni justificar nada ante la escritora porque la crítica no tiene ningún ánimo de golpear a la cubana. Tampoco pretendo hacerme el sabiondo, el investigador, el especialista o demostrar ser un erudito en la vida del norteamericano. Más de una vez he dicho que soy un admirador del cuentista pero que no cuento con toda la capacidad profesional para declararme catedrático; pero permítanme dar una opinión al respecto: Zoé Valdés no necesita de mi discurso. La poeta – creo yo – escribió una crónica de un Hemingway interior. Yo hubiera preferido algo más completo. Eso es todo. El resto son especulaciones.


Vuelvo a mi enfermedad. Todo lo recibido es una hermosa demostración del afecto de mis parientes y amigos que me soportan por ser un portador del virus “HEM” positivo. Gracias por la paciencia y a brindar con Gran Añejo Vigía.

Saturday, October 03, 2009

EL HEMINGWAY DE ZOÉ VALDÉS
La revista VIVA que acompaña la edición dominical del diario Clarín del día 27 de setiembre de 2009, publica en el marco de una serie sobre Las ciudades de los grandes escritores, una crónica de la escritora cubana Zoé Valdés titulada Regocijo del Mar. Claro, se trata de una visión de Ernest Hemingway en La Habana.
La poeta y narradora nos habla de “su” Hemingway. De un Ernest sublimado, internalizado, de un Papa construido a través de sus lecturas adolescentes. Valdés hace un análisis acotado con aportes de guía turística que si bien informa al lector, no muestra al verdadero escritor norteamericano. Es que la vida del cuentista en La Habana fue muy rica. No quedó como un hombre inadvertido. El “Mister Hemingway” es un sello para los cubanos y no hay persona que al sólo nombrárselo no diga algo sobre el estadounidense.


En todo el trabajo hay escasa referencia al verdadero motivo de porque Hemingway eligió la isla para quedarse a vivir. Muchos especialistas coinciden en que Ernest encontró en Cuba un lugar económico donde instalarse, sumando además el placer de poder pescar y deambular como aventurero. Un dato no menor es que el novelista pasó todo su período caribeño en la época pre-castrista. Situación que le permitió encontrarse con una Cuba muy diferente a la de Zoé Valdés.
La escritora nos relata sus lecturas hemingwayanas en los años setenta y también dice que: “confieso que amé la escritura de Hemingway, aunque también me fui desencantando de ella en la medida en que leí a otros escritores”. Zoé en su narración no habla de La Bodeguita del Medio, de El Ciro’s, de El Rancho’s, de La Casa Real del Palacio de la Cerveza Hatuey, del Hotel Sevilla; no nos dice nada de los hoteles de la mafia -El Nacional, El Deauville, El Comodoro, El Capri, El Habana Hilton-, de la relación de Hemingway con los intelectuales cubanos, de su mayordomo René Villarreal, de su chofer Juan Pastor, de su capitán Gregorio Fuentes, de su médico, José Luis Herrera Sotolongo, del Club de Cazadores del Cerro, del Vedado Tennis Club. Tampoco la autora expone mucho sobre Finca Vigía, el equipo de béisbol, las riñas de gallos, La Terraza en Cojímar, sus perros y gatos. En fin, muchos detalles que no se descubren y que lo mostrarían al auténtico Hemingway. Zoé advierte que “sus intereses estaban bien marcados y claros: la escritura, el mar, la naturaleza, la pesca, por último lo cubano, más que el cubano”.

A esta altura Regocijo del mar sobrevuela la confesión juvenil de la poeta y no deja otra cosa que la idea de un trabajo por encargo. Zoé, nacida en La Habana en 1959, abandonó la isla en 1995 para radicarse en Francia y hoy es una de las mayores disidentes del castrismo. Su mirada sobre Hemingway es muy lineal. Trata de hacernos entender y contagiar esa fascinación por los olores, el mar, la mística del puerto y las calles de su ciudad amada. Lo logra, pero queda pendiente el retrato de Hemingway del que poco dijo.