Wednesday, September 23, 2009

LAS PANTUFLAS DE HEMINGWAY




¿Cómo saber si realmente las pantuflas fueron de Hemingway? ¿Cómo creerle a alguien que dice se las regalo la hija de Hemingway? No quiero pasar por idiota. El joven escritor francés Mathías Enard (1972) parece tener cierto ritual a la hora de escribir. En un reciente reportaje realizado por la periodista Sonia Budassi en el suplemento Cultura del diario Perfil del domingo 20 de setiembre, el autor de Manual del perfecto terrorista(2007) y Zona(2009) confiesa que: “Tengo dos fetiches(el derecho y el izquierdo)que me acompañan y me instilan la inspiración de una manera casi divina: un par de pantuflas negras de algodón que me regaló la hija de Hemingway explicándome que habían pertenecido a su padre, pero que éste nunca llegó a utilizarlas. Se las había dado un camarero del Grand Hotel de Roma, que a su vez las había robado a otro cliente famosísimo: el rey Alfonso XIII de España. No puedo escribir sin ellas”. Perdón…esto me supera. Hemingway no tuvo hija, así que toda la ficción es un hermoso cuento. Recuerdo que cuando en Finca Vigía vi el calzado de Ernest casi me desmayo. Los pies del norteamericano eran enormes. La botas casi grotescas y los mocasines un festival de cuero. Imagino las pantuflas en los pies de Enard y no puedo más que reírme. No quiero robarle la fantasía a Mathías pero ésta no ha sido su mejor declaración.

Tuesday, September 15, 2009

HEMINGWAY: CUANDO SEA VIEJO QUIERO SER UN VIEJO SABIO.
Muchas veces-tal vez innecesarias-me pregunto qué hubiera sido de la vida de Hemingway si llegaba a ser un octogenario. Es más romántica y poética la desaparición temprana. Se crea una suerte de mito que sobrepasa la propia historia. Yo no soy de los que creen que Hemingway se suicidó porque ya estaba acabado. Eso lo podemos discutir, analizar, interpretar, pero la lectura cierta y necesaria la debemos buscar entre líneas. Releyendo a Lilliam Ross encuentro parte de la respuesta a mis dudas. En 1950 la periodista tiene la posibilidad de hablar con Ernest, en Nueva York, y logra que Hemingway se confiese. Me agradaría recordar su testimonio:

“Cuando sea viejo quiero ser un viejo sabio que no aburra a la gente – dijo mientras el camarero le servía espárragos y una alcachofa y escanciaba un vaso de Tavel. Saboreó el vino e hizo una señal al camarero-. Me gustaría ver a todos los boxeadores nuevos, a todos los caballos, ir a todos los ballets, ver a todos los ciclistas, a todas las señoras, a todos los toreros, pintores, aviones, hijos de puta, personajes de la sociedad, grandes putas internacionales, ir a todos lo restaurantes, probar todas las cosechas de vinos, ver todos los documentales, y no tener que escribir ni una sola línea sobre todo ello-dijo-.Me gustaría escribir muchísimas cartas a mis amigos y que me contestaran. Me gustaría poder seguir haciendo bien el amor hasta los ochenta y cinco años, como le pasó a Clemenceau. Y no me gustaría ser Bernie Baruch. No me gustaría sentarme en los bancos de la plaza, aunque sí iría de vez en cuando al parque para darle de comer a las palomas, y tampoco me dejaría crecer mucho la barba, porque así, por lo menos, habría un viejo que no se parecería a Bernard Shaw.

…Sólo los tontos se preocupan por salvar sus almas ¿ A quien se le ocurre salvar el alma cuando nuestro deber es perderla inteligentemente, como se vende una posición que se está defendiendo cuando ya no se puede resistir más tiempo, pero se vende lo más caro posible, tratando de convertirla en la posición que se ha vendido desde que el mundo es mundo? Después de todo, morir no es difícil”.

Es interesante toda la reflexión pero lapidario su final: “Después de todo, morir no es difícil”.

Hemingway cuando dijo estas cosas está en la mejor etapa de su vida. Alegre, seguro, predispuesto, fanfarrón. Diez años después el sueño quedó deshecho. Comenzaba el mito.

Wednesday, September 09, 2009

PHOTOHEMINGWAY 12
No es el Ernest que aparece en otros negativos. Aquí está con el General Líster, en el frente del EBRO,en 1938. Si había algo que entristecía al norteamericano era el combate. Sin embargo, la guerra significó para Hemingway una fuente de inspiración y una carga emotiva que fue metabolizándola en su literatura. Es en la Guerra Española donde su corazón se dilata y su compromiso se manifiesta con mayor profundidad. Ese Hemingway no será el mismo después de aquella pesadilla. Aquel Ernest no será una descolorida foto en el álbum de la vida.

Wednesday, September 02, 2009

OLVÍDALO JOHN WAYNE
Nada de estupideces.Ricardo Koon conoce como pocos la vida de Hemingway. Ante mi bobería y para dejar en claro que John Wayne y Ernest Hemingway no jugaban a las escondidas, me suministró via e-mal, una serie de datos importantísimos que debo difundir en el blog, para no seguir como un tarado. Ustedes sabrán perdonar mi sinceridad y mis torpezas. Yo trato de aprender y de aportar datos y referencias, pero a veces caigo en la estupidez. Ricardo Koon me ayuda con su buena voluntad y se lo quiero agradecer públicamente. Esta es su colaboración:

Hola José


Acabo de leer la nota sobre John Wayne.
Realmente me hice una ensalada. !!!


Voy a hacerte unos comentarios al respecto..


1) Creo que John Wayne no estuvo nunca en Finca Vigía. No hay fotos ni constancia documentada de la amistad entre ambos o visita a la Finca. Solo me consta que estuvo alojado en El Nacional entre 1959/1960, fue al Floridita y encargaba ropa en la Tienda El Encanto.


2) Hemingway nunca estuvo en el Gran Hotel Bolívar de Lima, ni siquiera en Lima. El que sí estuvo fue Wayne.


3) Hemingway sí estuvo en el Fishing Club de Cabo Blanco, pero no con John Wayne. Los viajes de ambos no coincidieron.
Naturalmente ambos se embarcaron en la Miss Texas, pero como dije, en fechas diferentes.
Wayne estuvo en Lima en 1953 (buscando escenarios para El Alamo) con la actriz Pilar Pallete, peruana de la alta sociedad e hija de un senador peruano; con quien se casó el 1/11/1954.


Un abrazo


Ricardo