Friday, September 27, 2013

EL JARDÍN DEL EDÉN




Hace unas semanas, un grupo de jóvenes inquietos me convocó para que charláramos sobre  El jardín del Edén. Al principio me negué porque ya es un tema bastante agotado, pero ante la insistencia de que no sería otra cosa que compartir un grato momento y algunas dudas, finalmente acepté. En rigor el libro fue una excusa porque lo que en un principio parecía tener sustento, con el correr del diálogo todo fue derivando en conceptos atravesados por cuestiones personales.
Me recibió en su departamento Lorena, oculta detrás de unos anteojos de marco oscuro y cabello rapado. “Hola…maestro…lo estábamos esperando”, dijo mientras pitaba su pucho de marihuana. Eran unas diez personas las que participaban, algunos levantaron su pulgar para saludarme y otros ni me miraron. Lorena pidió silencio: “Ehhh, que llegó el profe…a ver si lo bancamos con un aplauso”, marcó mientras levantaba su copa.< Gracias…sigan en lo suyo > , dije para no cargar la ceremonia.
 
 
 
 
Un flaco de camisa leñadora se acercó y sin mediar protocolo me tiró la primera flecha: ´el tema de la novela es bastante pedorro, Hemingway sabía que era un texto flojo, por eso lo dejó guardado´, argumentó y esperó una respuesta en la misma línea.< El jardín del Edén es una historia de amor obsesivo que como tal se debe analizar con más detalles. Aristóteles decía que amar es alegrarse y yo no dudo que David Bourne estaba contento. Su editor lo llenaba con cartas que lo incitaba a terminar su segunda novela y su rubia esposa Catherine lo tentaba a las aventuras eróticas. Sin embargo lo que atraviesa el texto es una cuota de intoxicación afectiva y esa ceguera motiva la inercia que termina en la humillación que pone en riesgo la supervivencia de la pareja. Para muchos en este libro Hemingway plantea su necesidad de estar libre para escribir y la atadura a un relación estable lo pone al borde del fracaso. David se escapa y se trampea. Eso de tomar sol todo el día y chuparse con champagne no le alcanza. La aventura del sexo tampoco es un incentivo>. El muchacho me mira y se acomoda en la silla. Para ese momento ya se había acercado a nosotros Tamara y Eloísa que parecían ser pareja. < Hemingway comenzó a escribir la novela en 1946 y la trabajó de manera intermitente. Él sostenía que el  tema de su libro era como “la felicidad del Paraíso que el hombre debe perder”. Una frase hecha, un juego de palabras bonito, porque en verdad lo que rascaba Ernest en el fondo de la olla era su propia mugre. Aquí se ve que el protagonista tiene ganas de rajarse pero lo quiere hacer dignamente, para él todo sería fácil si pudiera reemplazar a su pareja por la amante, pero elige el peor camino: la incorpora y entonces queda como si al flan le agregamos sardinas. En la ensalada termina todo siendo un fiasco, un clavo machacado y un clavo no suplanta a otro, agranda el agujero y lo más probable es que los dos clavos se te quedan adentro del pecho >. Lorena quien ya tenía el libro en la mano, silabea: - Te quiero leer esta parte... “Todavía inmerso en este problema y viviendo en la historia, cerró con llave la maleta y salió al sendero de piedra que conducía a la terraza donde Marita estaba sentada a la sombra de los pinos, de cara al mar. Leía, y como él iba descalzo, no lo oyó. David la miró y estuvo contento de verla. Entonces recordó la ridícula situación y volvió al hotel y a la habitación de Catherine y suya. Ella no estaba y, sintiendo todavía a África completamente real y a todo cuanto le rodeaba aquí irreal y falso, salió a la terraza para hablar con Marita.

-Buenos días-saludó-.¿Has visto a Catherine?

-Se ha ido a alguna parte-contestó la chica-. Me ha encargado que te dijera que volverá.

De repente, la irrealidad desapareció.

-¿No sabes adónde ha ido?

-No-respondió la chica-. Iba en bicicleta.

-Dios mío-dijo David-. No ha subido a una bicicleta desde que compramos el Bug”-.


Uno espera otra cosa…el flaco parece un boludo adolescente antes de debutar y teme que la mamá lo sorprenda con la putita en la cama. Como éste hay montones de diálogos vacíos. Me parece oportuno que vos nos digas que opinás sobre esto.< El tema de la triagularidad amorosa es bastante complejo. Las inseguridades sentimentales son una carga que se vive con una sobrenatural exigencia. Ustedes saben la historia del cazador cazado… uno termina sin saber a quien ama, se mezclan los sentimientos en un terreno donde el vínculo es ambiguo y contradictorio. Hay algo que cuesta reconocer y es que en muchas parejas existe un apego sexual…que no quiere decir sexo más sexo. Muchas parejas están juntas y no tienen relaciones carnales…la pareja es un paliativo para sobrellevar la vida solitaria. El apego afectivo es un veneno, una droga, un analgésico que se te mete porque está en juego la autoestima, la valoración del éxito, la confirmación de la seguridad personal…aquí en la novela nadie se lastima, nadie se molesta, la pareja es un dato literario y la amante una anécdota. Claro que se nota la hipocresía… pero es como el agua mineral: mal no te hace. Tengan en cuenta que es Catherine la que acerca a Marita al vínculo…. ¿prueba?... Ya estaba aquello que circulaba sobre “ambos somos iguales…Hoy yo seré el chico y tú la chica”…y Marita, una hermosa mujer de piel y pelo oscuro...>.
 
 
Nos vemos interrumpidos por Lorena que ya a esta altura está demasiado alegre y me invita a su cuarto para ver sus libros más queridos. Advierto que quiere probarme y no estoy ya para mostrar mis medallas. Se da cuenta y cambia de sintonía, me pregunta si el libro es literatura gay. Le respondo que de las 800 páginas escritas por Hemingway se publicaron solamente 250. No me gusta eso de encasillar un texto y me parece que a esta altura de las cosas El jardín del Edén es un texto para escolares.
Repentinamente aparece Jerónimo, un flaco rubio, colorado de rostro y de ojos celestes, tiene una sonrisa bien plantada y me abraza como si yo fuera su padre. Extrae de su bolsillo un Hola Hemingway cuya portada está pegada con cinta adhesiva y me dice que para él fue un manual de novedades. Sobre El jardín del Edén apunta que es un texto pobre escrito para descargar ansiedades.
Advierto que el encuentro no da para más. Estoy fuera de concurso. Pido retirarme y nadie insiste para que me quede.
Me despido de los presentes y salgo a la calle. Estoy parado en Avenida Las Heras y Lafinur y ningún taxi aparece.



De acuerdo al último registro, visitaron esta página en el mes de setiembre, 5137 amigos hemingwayanos. El 53.7 % son jóvenes entre 24 y 36 años. Una gran mayoría -38.6 %- ya había leído con anterioridad una obra de Ernest Hemingway.
Les quiero agradecer profundamente a todos por acercarse a este espacio que desde hace 7 años difunde la vida y obra de unos de los mejores escritores norteamericanos del siglo XX.
 


 

 

Monday, September 02, 2013

UN POETA LLAMADO HEMINGWAY


“Le mostré mis poemas a Ezra Pound. Dijo que yo era un gran cuentista.”

                                                          Carta a Gertrude Stein, 1920



La obra poética de Ernest Hemingway permaneció completamente inédita hasta el año 1979 en que apareciera la edición revisada de sus 88 poemas.  Dentro de ese corpus poético se incluyen textos de su más temprana hornada juvenil, pasando por los alusivos a la experiencia de la Primera Guerra Mundial, los  que produjera en sus años parisinos,  así como los de un último cuaderno (Farewells) que están datados entre los años 1944 y 1956. De este último, se destacan  al menos cuatro textos, que tienen  la peculiaridad de haber sido escritos en  Finca Vigía, y que por ese detalle, tienen el bien ganado apelativo de cubanos, incluido ese Si rehusaras ser mi Valentina… “Si rehusaras ser mi Valentina / me colgaría en tu árbol de Navidad”; fechado el 14 de febrero de 1956, en Finca Vigía. Mary Welsh cita en su libro How It Was estos dos versos de San Valentín que Hemingway escribió para ella. A Hemingway le había gustado tanto su árbol de Navidad que no dejó que lo quitaran aún habiendo pasado muchos meses de esa celebración.
Hemingway no pretendió nunca ser poeta, pero como muchos novelistas -Joyce, Faulkner y Fitzgerald, entre otros- compuso poesía mientras se convertía en un reconocido novelista. Sin embargo, después de haber alcanzado la fama, continuó experimentando en el campo de la poesía. Ernest sabía que su fuerte no era el verso y esta licencia parecía más un juego literario que un compromiso personal.



Gertrude Stein consideró que, aunque Hemingway mostrara un gran talento, no conocía aún la dificultad que entrañaba el escribir. Stein reforzó en Hemingway el talento del artesano y la disciplina creativa, aspectos que el norteamericano agradecería en un principio pero que con el tiempo olvidaría.
Otro mentor de Hemingway en París, fue Ezra Pound, no sólo influyó en su estilo, sino que además estimulo al joven. La propia frase de Pound, “la edad lo exige”, sirvió a Hemingway en uno de sus poemas más enérgicos. Me está enseñando a escribir y yo le estoy enseñando a boxear.
Del recuerdo de Stein y Pound, surgieron los poemas que Hemingway escribió en París. Esos versos son concomitantes a esas influencias y al marcado por sus protectores. Después vendrían esos cargados de pólvora, muerte, soldados e ironías muy propias de la personalidad del escritor.


Hemingway rara vez habló de su poesía en obras en prosa. Sin embargo, en Las verdes colinas de África (1935), la novela verídica basada en un safari del año 1933, escribió acerca del encuentro que tuvo un austríaco llamado Kandisky, nombre ficticio de Hans Koritschoner, y que mostraba cierto interés por la literatura contemporánea.
Hemingway escribió rápidamente la mayoría de sus poemas para satisfacer algún propósito inmediato. De lo que se desprende que su vena no era la poesía. Sin embargo, muchos de sus manuscritos muestran indicios de haber sido redactados varias veces, y más de la mitad de los poemas están escritos en un borrador. Los manuscritos, fruto de estos singulares momentos creativos, han sobrevivido porque Hemingway guardaba todos los trozos de papel que utilizaba. Estos poemas han viajado tanto como su autor; algunos pasaron la guerra olvidados dentro de un baúl en los sótanos del Ritz de Paris; los sujetapapeles se habían oxidado, esperando, en la trastienda del bar Sloppy Joe en Cayo Hueso, otros fueron encontrados en Finca Vigía y unos cuántos más en Idaho. En la actualidad, la Biblioteca John F. Kennedy de Boston lo tiene a resguardo.
Varias ediciones piratas de los poemas de Hemingway han aparecido en todos estos años. Sin ir más lejos, hace un tiempo un coleccionista se comunicó conmigo para “ofertarme un manuscrito”. A lo lejos uno de daba cuenta que era falso pero siempre algún ingenuo distraído  aparece y pica el anzuelo.
La riqueza de la poesía de Hemingway radica en que su autor nunca se creyó poeta y eso vistió a sus versos de una enorme espontaneidad. Lo que sigue es parte de esas pinceladas de vida.



    
Lo inexplicable

Cuando los insectos de junio estaban en círculo
alrededor de la luz de arco de la esquina
y proyectaban sombras en la calle;
cuando deambulabas con los pies descalzos
una noche oscura y cálida de junio
por donde el rocío de la hierba fresca bañaba tus pies.
Cuando oíste el punteo del banjo
en el porche del otro lado de la calle,
y percibiste la fragancia de las lilas del parque
había algo que forcejeaba en tu interior
que no podías expresar con palabras.
Estabas realmente viviendo poesía a oscuras. (1917)


Cautivos

Algunos llegaron encadenados.
Sin remordimientos,  pero cansados.
Demasiado cansados, sólo para tambalearse.
Pensando y  odiando haber sido acabados
pensando y peleando por haber sido acabados.
Así se cura  una larga campaña,
fabricando fácilmente la muerte. (1920)

        
Campos de Honor

Los soldados nunca mueren bien:
las cruces marcan los lugares;
donde ellos cayeron  hay cruces de madera;
un palo sobre sus caras.

Los soldados empujan y tosen y caen de cabeza
todo el mundo grita en rojo y negro
los soldados se sofocan en una trinchera y
se asfixian completamente durante el ataque. (1920)

        

 D'Annunzio

 Medio millón de italianos muertos
 y encuentra placer en esto
 el hijo de puta. (1920)

        

  Asesinado en Piave . 8 de Julio de  1918

  El deseo y
  las dulces y pungentes penas
  y las superficiales heridas
  que fuiste tú,
  se han convertido en triste realidad.
  Ahora de noche vienes sin sonrisa
  a acostarte conmigo
  una torpe, fría y rígida bayoneta
  sobre mi alma encendida, palpitante. (1921)


 Últimamente

  Intentó escupir la verdad;
  con la boca reseca al principio,
  babeó y baboseó al final;
  la verdad goteaba por su barbilla. (1921)

        

  Todos los ejércitos son Iguales

  Todos los ejércitos son iguales
   la publicidad es fama
   la artillería hace el mismo viejo ruido
   el valor es atributo de los muchachos
   los viejos soldados tienen los ojos cansados
   todos los soldados escuchan las mismas viejas mentiras
   los cadáveres siempre han atraído a las moscas. (1922)


  No me interesan las mujeres extravagantes

  No me interesan las mujeres extravagantes
  ni el coñac
  ni las mentiras
  porque estoy enamorado. (1922)




A Chink cuyo oficio es ser soldado

 Cuando seas recogido muerto
 tu cara horriblemente tensa
 la situación claramente perfilada
 por los muertos
 no creeremos que te fuiste
 tus botas han caído demasiadas veces
 hemos bebido demasiada buena cerveza
 visto salir el sol
 e imprecado a la lluvia
 eso estropeó la pista
 o volvió al río pardo
 así que las moscas eran inútiles. (1924)

Conclusión

Así que si ella muere
y tú lo escribes
siendo un escritor y una mierda
mitigándolo cuando duermes otra vez de noche,
solo o diciéndoselo a las putas
sus mentes están embotadas
pero, oh, sus vaginas están en su sitio
les pagas pero algunas veces también les gusta
y sienten tus heridas más ávidamente que te sienten a ti. (1926)


Poesía

Así que ahora,
habiendo perdido anoche a los tres,
devolviéndolos hoy,
los bosques húmedos y oscuros… (1944)


A Cristiano Loco

Hubo un gato que se llamaba Cristiano Loco
que no vivió lo suficiente como para retorcerse
tenía el corazón alegre, joven y bello
y conocía todos los secretos de la vida
siempre llegaba a tiempo para desayunar
corría por tus pies, persiguiendo una pelota
era más rápido que un pony de polo
su cola era un penacho que corría con él
era más negro que la noche y más rápido que la luz.
Así que los gatos malos lo mataron en otoño. (1946)

Poema campestre con poco campo

Cuando la ginebra se acaba y todo termina
es cuando los caballos, las abejas y los tréboles
acogen nuestras penas y alegrías:
ser conocidos por todos nuestros chicos
sin demasiado estruendo.
El estruendo que forman los caballos está bien
sobre la turba sobre caminos arenosos y en el bosque
la abeja retrocede y entra veloz
él sabe el papel que le ha sido asignado
el bombardeo vive siempre
más real cuando hay dos juntos
pero aparecen fallos en el ala izquierda
¿quién, en línea, gritó
Un perro, un canalla? (1949)