Sunday, August 16, 2020

LOS AUTOS DE PAPA





Todos conocemos el gusto de Ernest por los toros, las armas, los safaris, la pesca, el boxeo, el  béisbol, la pelota vasca, el tiro al pichón, las riñas de gallos, el alpinismo, las carreras de caballos y las bicicletas. No escapa a esta lista su pasión por los autos, en especial, por la marca Lancia. Según los expertos, a Hemingway le gustaba el Lancia Flaminia, aunque en la mayoría de las fotos, puede vérselo arriba del B10 con el que viajó por toda Europa. Papa había comprado un Flaminia Sedan Convertible que utilizó en varias travesías por Italia.


Lancia pertenecía a la empresa matriz Fiat Group y el diseñador fue Pininfarina y Zagato. Era un auto tipo turismo. El nombre Flaminia fue tomado de la vía Flaminia que conduce de Roma a Rimini.
Como siempre, detrás del personaje aparecen relatos como aquel que Hemingway manejó un carro de bomberos, pero no dejan de ser anécdotas. Lo cierto es que Ernest se las arregló de una forma u otra para ser noticia.


Una historia real es la que protagonizó el actor y director norteamericano David Soul, en Cuba. El intérprete que se lució en la serie 70 Starsky y Hutch (1975/1979), personificando al detective Ken “Hutch” Hutchinson, quería recuperar el Chrysler New Yorker De Luxe convertible de 1955 que había pertenecido a Papa. Para gratificarse, Ernest compró la máquina fabricada a su pedido y pintada en tonos naranjo Orange y Desert Sand (Arena del desierto), que pago un precio de 4 mil dólares.



Nada es casual, David Soul amaba a Ernest desde que leyó a los 15 años El viejo y el mar. Desde entonces Cuba sería un sueño por cumplir. La primera dificultad que debió sortear el actor, fue el embargo económico con la isla, por este motivo, los ciudadanos norteamericanos no podían pisar el territorio. 




Es por eso que Soul se mudó al Reino Unido y obtuvo la ciudadanía británica. Recién entonces, con el pasaporte en la mano, viajó en 2005 a Cuba. Ya acostumbrado al ron y a las caminatas por el Malecón, el intérprete decidió volver en 2012 con un proyecto cinematográfico que lo envolvió en nuevas dificultades. Con muchas ganas perfiló una historia sobre el auto de Hemingway. Gracias al apoyo de la embajada británica y la norteamericana David, soportando las desmesuradas trabas burocráticas del sistema, decidió restaurar el vehículo.
Su buen intencionado deseo de ofrecer ayuda para conseguir los repuestos del auto, no disponibles en Cuba, terminarían en un fracaso lleno de multas.
El documental de una hora de duración, que Soul realizó, recorre el camino que seguirá el proceso de obtención de las piezas de repuesto enviadas a Cuba. Pero la historia del automóvil es rica por si sola. Cuando Hemingway ganó el Nobel decidió recompensarse comprando el auto de su sueño. 


Lo usaba en su travesía desde Finca Vigía hasta la capital. Muchas veces el escritor regresaba conduciendo borracho a la mansión. Cuando le prohibieron manejar, Ernest decidió regalarle el Chrysler a su amigo y médico José Luis Herrera Sotolongo -esto quedó registrado en su testamento-; Sotolongo se lo pasó a su hijo y éste a uno de sus primos, quien por necesidad económica se lo vendió al policía Agustín Núñez Gutiérrez. La cosa no termina ahí, Núñez Gutiérrez no estaba muy bien con la ley y repentinamente partió, en 1994, a Miami. Los rumores y leyendas urbanas dicen que el auto pasó a ser un “fantasma”: que el policía lo había enterrado, que lo había sacado secretamente de La Habana, que lo había desguazado. El misterio quedó latente por dos décadas.
La historia se aclaró cuando Eduardo Mesejo Maestre, el director del Depósito del Automóvil y del Museo del Automóvil de La Habana, confirmó que el auto estaba en el país. La entonces directora del Museo Hemingway, Ada Rosa Alfonso, ratificó la versión teniendo es su poder la documentación pertinente del vehículo: la placa VIN del Chrysler, la numeración del chasis y del motor y la póliza de seguros.
Ante la realidad, el auto fue retirado del garaje donde durmió entre sombras y goteras y fue llevado a Finca Vigía, donde vive su ocaso cerca de la piscina y del yate Pilar.




David Richard Solberg, conocido artísticamente como David Soul, después de su fracaso, comenzó a tener problemas de salud. Su adicción al alcohol lo fue minando y terminó siendo un golpeador que pagó en prisión su frustración. En enero de 2016 se lo veía en silla de ruedas, poco tiempo después debido a mala economía, debió cederle al banco su mansión de Bel Air por las deudas que no pudo soportar. A los 76 años, el rubio de Chicago, vive en una humilde casa en las afueras de Londres con su quinta esposa. Sus hijos poco lo visitan y ya nadie recuerda al espigado y seductor detective Hutch.