Thursday, November 13, 2014

LA MÁQUINA DE ESCRIBIR DE ANGELINA JOLIE



 La retribución económica por mi primer trabajo periodístico fue una máquina de escribir Olivetti Letrera 32 de color verdemar. Me había acompañado durante seis meses en el Departamento de Archivos del diario Crónica y cuando mi contratista me dijo: “es tuya”, sentí una enorme emoción. Transcurría la década de los ´70 y no todos teníamos la posibilidad de contar con un instrumento de alta tecnología. Mi padre me había prometido que para “más adelante me iba a comprar una” pero todo quedó en promesas. Todavía, a pesar de los años, recuerdo el sonido del teclado mientras escribía y ese martilleo contra la cinta bicolor roja y negra. Y ni qué hablar del duro mecanismo y del choque frecuente de las paletas metálicas que llevaban la letra disparada hasta el papel. Pero uno cargaba esa maleta de estuche plástico con orgullo acreditando, un superpoder, una diferencia sustancial entre esos periodistas que escribían en anotadores.



 Las cosas cambiaron y ya nadie se acuerda de los artefactos mecánicos portátiles, salvo los nostálgicos que piensan en un pasado romántico. Es el caso de Angelina Jolie quien quería hacerle un regalo de bodas muy especial a Brad Pitt. La actriz sabía que su pareja hacía bastante tiempo estaba en búsqueda de un tesoro: la máquina de escribir de Tennessee Williams. 




Convencida en dar el primer paso, se contactó con Steve Soboroff, dueño de una increíble cantidad de máquinas de escribir, incluyendo las que pertenecieron a  John Lennon, Marilyn Monroe, Joe DiMaggio, Jerry Siegel. La de Tennessee no estaba a la venta pero, en cambio, le ofreció la Ernest Hemingway. Se trataba de la última máquina de escribir que utilizó Ernest Hemingway antes de suicidarse. Jolie le gustó la idea y desembolsó 11.000 dólares de anticipo para quedarse con la reliquia, más cuando se enteró del precio real de la máquina, le temblaron las piernas: 250.000 dólares. Sin pensarlo demasiado la actriz desistió de la operación. 




  Cabe señalar que la esposa de Pitt no pidió el reembolso del dinero, pues ya no quería la máquina de escribir; no obstante, Soboroff le devolvió el monto depositado.
 Jolie, de todos modos, gratificó a su marido con un lujoso reloj de pulsera platino de la marca suiza Patek Philipe, una de las más prestigiosas del mundo, y este pequeño obsequio reemplazó a la monótona tecleadora.