Tuesday, February 26, 2008

LA BIBLIOTECA DEL SEÑOR BUSH

Leo la noticia y me atraganto con saliva. Si me dejo llevar por el pensamiento y lo verbalizo, de mi boca sale una lengua de fuego que pinta la palabra “inmorales hijos de puta”.
Resulta que la señora Laura Bush, recibida de bibliotecaria con diploma de mérito en la Universidad Metodista del Sur de Dallas (Texas), ha decidido gratificar a su amado esposo, con la creación de una biblioteca que se llamará -obviamente- George W. Bush, para cuando el mandatario deje sus funciones y se dedique a la reflexión y a la lectura. El costo de este regalo será de 200 millones de dólares que la dama piensa obtener de donaciones. El emprendimiento contará además con un museo y un instituto de investigaciones sobre política. Las autoridades, los docentes y la gran mayoría de los alumnos, no están de acuerdo con la idea de Laura y piensan ofrecer resistencia al proyecto. ¡Bueno… alegría, que siga la polémica! ¡Al fin una para los perdedores!
George y Laura sólo saben de discursos. Ambos suspendieron las donaciones de las fundaciones norteamericanas, aprobadas legalmente por el Senado, con destino a la renovación y reciclaje de Finca Vigía - la casa donde vivió un norteamericano, el lugar que habitó uno de los mayores escritores del siglo XX, el espacio donde se guarda gran parte de la documentación de toda una época -, porque entendieron que ese dinero sería utilizado por Fidel Castro para “turismo” y además porque el bloqueo no se negociaba.¿Discriminación y paranoia?¿No estarán confundidos los Bush y creerán que las novelas de Hemingway son textos de adoctrinamiento para los talibanes?¿ Pensara la pareja que ese dinero servirá a Castro para financiar una invasión al territorio del gran país del norte? Sigo. La señora bibliotecaria no autorizó que los libros de Ernest Hemingway donados por instituciones estadounidenses especialmente para el país caribeño, no llegaran a la isla porque “ya había bastante literatura en ese lugar”. El presidente, por su parte, sancionaría a todo aquel que de cualquier forma remitiera libros del autor o sobre él a la residencia donde el escritor “pasó un largo tiempo”. Perdón…¿qué es un largo tiempo?.
La pareja presidencial parece desconocer que “ese autor es un premio Nobel, que su libro “El viejo y el mar” es uno de los más leídos en todo el mundo, que a pesar del “tiempo” transcurrido Hemingway sigue siendo un éxito editorial y que, para una gran mayoría de los norteamericanos, el borracho barbudo tuvo lo que todo hombre debe tener para ser hombre.
Ojalá que prospere lo afirmado por los clérigos metodistas sobre la no construcción de la biblioteca en el campus de la Universidad, a 8 kilómetros de Dallas. A juicio de los responsables, la misma dañaría la imagen de esa casa de estudios. Ojalá que los Bush aprendan que los libros sobreviven a las derrotas y a la estupidez de los políticos. Ojalá que la literatura sea más fuerte que los inútiles.

Friday, February 22, 2008


EL PRINCIPIO DEL FINAL

Después de la declaración de Fidel Castro todo cambió. Aurelio García cree que el proceso revolucionario es dinámico y que esta decisión engrandece la figura del comandante. Rosendo Castillo, en cambio, es pesimista: “Esto se va al carajo. Se van a meter las multinacionales y a la mierda con la revolución. En pocas semanas la globalización se adueña de todo y el socialismo pasa a ser una anécdota. Enseguida te meten los celulares por el culo, el Internet, y los muchachos empiezan con la droga y el consumo”. Yo espero la reflexión del Doctor Sierra pero éste se hace esperar. Como siempre no le hago caso a los comentarios de Oreste “mosquito” Barrientos porque sus neuronas están sensiblemente dañadas por el alcohol y su visión es nublada, tormentosa y oscura como los atardeceres de La Habana antes de la lluvia. Matarazzi permanece callado, escuchando los comentarios de todos nosotros y fue Américo Massetti el que nos puso en regla: “Fidel se dio el lujo de terminar su historia sin que lo sacaran a patadas y, de paso, les dijo a los norteamericanos que su tarea no se la regalaba a nadie”.
Yo recordaba hace un año atrás esa lucha entre la muerte y la vejez. Rememoraba que Hemingway no quiso esperar y después de amenazar con suicidarse en varias oportunidades, finalmente encontró la llave de su armero en la ventana y con su escopeta Boss de fabricación británica, calibre 12 de dos caños, se quitó la vida. Al momento apareció la Mary y George Brown, ese amigo de la buena vida y entrenador personal de boxeo, se sumó Don Anderson, su compadre en las cacerías y, un rato más tarde Lloyd Arnold, pero nada modificaba la tragedia, ni la triste justificación de la Welsh quien sentenció: “Nadie tiene derecho a negarle a un hombre el acceso a sus pertenencias”.
García Márquez no lo pudo creer porque siempre Hemingway había dicho que suicidarse era de débiles y cobardes. Sin embargo, cuando Juan García Ponce le tiritó al teléfono: “El cabrón de Hemingway se partió la madre de un escopetazo”, a Gabo no le quedó más remedio que aceptar el hecho. Ahora Fidel se ha liberado sin caer en la debilidad de Ernest. Temperamentos distintos ante una misma realidad.
La mesa de “Tío Pascualito” no está en su mejor momento. Este reencuentro todavía no parece ser aceptado. Algo extraño circula solapadamente: algún silencio escondido, alguna puteada callada, algún reproche, esas cosas que quieren ser códigos pero que en verdad son miserias internas amasadas con rencor. El equipo está en el terreno de juego pero la pelota no circula, no hay mentalidad de conjunto. Falta reconocer que ya no somos los mismos de entonces.

Tuesday, February 19, 2008


LUCY ENTRE LENNON Y HEMINGWAY

Lucy es la dueña de “Tío Pascualito”. Tiene 40 años y muy pocos saben que la bautizaron Lucy, por la canción de Lennon y McCarney “Lucy in the Sky with Diamonds”.
Esta Lucy que estudió economía y abandonó la carrera por cansancio emocional, nada tiene en común con Lucy O’Donell, nacida 1963 en Weybridge, quien se sentaba en el mismo banco junto a Julian Lennon en la Heath House Scholl. Lucy es la hija de un rockero protestón que aún usa jean desteñido y ajustado, botas tejanas y campera de cuero, conduce una Harley Davinson, fuma marihuana y lleva en cada dedo de su mano derecha un anillo vulgar. Nunca trabajó – soy músico, justifica- y tuvo la suerte de recibir dinero fresco de parte de un tío que amasó su fortuna a fuerza de cobrar intereses mezquinos a los pequeños comerciantes de un pueblo llamado Redención, en la provincia de Buenos Aires. El usurero que respondía al nombre de Pascual Tomassi, una noche debió huir por los techos de su casa porque un deudor enfurecido lo perseguía para matarlo. Pascual – Pascualito – para los amigos, llegó a la gran ciudad y se instaló en el barrio de Monserrat donde abrió un almacén de bebidas. Con el tiempo el lugar se hizo famoso por las reuniones secretas de algunos malvivientes ligados a la prostitución y al negocio del contrabando. Al morir Pascualito- nunca se supo si por enfermedad o envenenado- su hermana Sarita se puso al frente del negocio porque su amado hijo Antonio estaba totalmente dedicado a la música. Sara luchó en vano y cansada decidió alquilar el ahora café a dos ilusionados jóvenes que pensaron en hacer del lugar un espacio alternativo dedicado a la poesía ciudadana y al encuentro informal. Fracasaron. Todo volvió atrás. Antonio que seguía con sus letras y su guitarra, le pidió a su hija Lucy que se ocupara del comercio y a Sara le recomendó que la ayudara. Así surgió “Tío Pascualito”, una mezcla de casa de comida casera, restó, cafetería y bodegón ecléctico. Hace un año, Sara falleció de un cáncer de estómago y el rockero Antonio, para no tener que trabajar, decidió ceder toda su parte a su hija con la condición de no ser abandonado con vida. Aquí es donde los socialistas resentidos clavaron la bandera y declararon al espacio escénico de “interés cultural”. Todavía no sé bien qué es este reducto. Me recuerda al oscuro bar Dos Hermanos, en la Avenida del Puerto de La Habana Vieja donde supo almorzar Federico García Lorca y el mafioso Al Capone y por el que pasaba y se detenía a tomar un mojito Ernest Hemingway. Allí estuve y un conjunto de músicos preparados para cualquier batalla que cantó “Flores Negras”. Un viejo moreno al que tuve que pagarle su copa, me dijo que Ernest reunió en una de sus mesas a sus “soldados” para luchar contra los invasores alemanes y también me relató que Ava Gardner completamente borracha una madrugada sofocante casi se desnuda después de bailar.
Tío Pascualito no será Dos Hermanos pero tiene su historia.

Wednesday, February 13, 2008



16 CAÑONES EN TIO PASCUALITO

Después de una ausencia prolongada vuelvo a La Rosa Peregrina de Almagro. Ingreso pensando en aquello de “al que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen”. Me preparo para recibir las críticas y los insultos de mis conocidos. El primero en advertir mi presencia es un gato color canela que se acerca para decirme: tiempo pasado, tiempo perdido. En la mesa de reuniones no hay gente. En la cercana a la biblioteca, una pareja se mimosea sin importarle nada sobre el resto. El público ha cambiado. Ahora una música ambiental se mete por todos los rincones. Suena un piano con una melodía tropical. No hay olor a milanesas ni a café quemado. Las paredes lucen impecables. El aire acondicionado me resulta una novedad. Me siento y espero. Un muchacho de uniforme negro se acerca. Me entrega una carta y se marcha. A su regreso le pregunto: “Disculpe, hace tiempo que no vengo y no sé si mis amigos siguen concurriendo, son un grupo que suele ocupar aquella mesa”. “¿Los socialistas?”, me responde. “Sí…puede ser”, afirmo. “No, hace rato que se reúnen en el café de Carlos Calvo”. Le pido un cortado liviano y, mientras tanto, trato de acordarme si ese café no es otro que “Tío Pascualito”. Cuando regresa el muchacho, insisto: “¿Puede ser que los amigos se junten en Tío Pascualito?”. “No sabría decirle”, me responde. Termino la infusión y me marcho. Este lugar ya no es más La Rosa Peregrina que conocí. Estoy por darle la razón a todo el grupo que me insistía en no hacer ningún cambio. Al final, Tomi Del Ball pasó sin dejar huellas y yo me perdí de seguir charlando con esos viejos de mierda que son mis queridos admiradores. No voy a ser tan idiota y quedarme con la duda si los socialistas están sentados a la mesa en Tío Pascualito, un fondín de mala muerte que nunca pudo competirle a La Rosa Peregrina. No hay conocidos. En este lugar nadie sabe que escribo. Ordeno una coca-cola y saco de mi carpeta unas anotaciones, son apuntes sobre la familia Steinhart. Casi con seguridad volveré a verlo a Teodor y le preguntaré por qué sus parientes huyeron de la residencia vecina a la casa de Hemingway a los pocos días de la muerte de Ernest, sin llevarse absolutamente nada. En realidad la partida apresurada fue porque un soplón se adelantó al allanamiento y a la detención del Old Steinhart. A los pocos días, un grupo instaló una unidad de batería antiaérea para defender la ciudad en caso de ataques norteamericanos. 16 cañones soviéticos de 100 milímetros con seguimiento electrónico fueron entronizados en los jardines de la Villa Steinhart dispuestos a rechazar cualquier aventura invasora. Teodor seguramente me dará una respuesta elemental que no me aclarará nada, levantará su copa de cerveza y nuevamente brindará por su futuro negocio, yo por diferencia, festejaré que a los viejos amigos todavía los tengo que encontrar.

Wednesday, February 06, 2008



VICTORIA EN EL MAR

Siempre aparecen esos tipos que bucean por los blogs y te envían notas que te hacen dudar. Acabo de recibir una, donde un tal Fredy Mandell, me dice que posee la serie completa de 20 capítulos de Victoria en el mar y que está dispuesto a ofrecerla en venta por Internet sino llega a un acuerdo económico conmigo. Le pido mayores detalles sobre el material que fue filmado por camarógrafos de la armada norteamericana durante operaciones de guerra en la Segunda Guerra Mundial, contra los japoneses, en las islas del Pacífico. Profundizo el tema porque creo que las películas son reservadas y no debieron salir del archivo de la marina de manera legal. Fredy dice que él es un intermediario de la esposa de un distribuidor de películas ya fallecido y que desconoce el origen de la colección. Insisto. La respuesta de Mandell es tajante: “Si le interesa, me responde. El original está en 16 milímetros, pero yo se lo mando en DVD”. Confieso que no me seduce este documental porque la referencia que tengo, es que a Hemingway lo único que le importaba, era una terrible escena donde un sargento de los marines, provisto de un lanzallamas, sádicamente quemaba vivos a los soldados japoneses; después miraba a la cámara y se sonreía. Con dolor repetía la escena una y otra vez. A sus amigos los volvía locos reiterándole la toma y no se cansaba de decir:¡Animal, hijo de puta!. Ernest sostenía que este abuso no debería estar en todas las copias, es más: nunca debió ser registrado, sostenía. Ya más calmo, también hablaba de los excesos de la otra parte, cuando los japoneses atravesaban los cuerpos de los marines con cañas de bambú y después los colgaban.
Como no le respondí a Fredy Mandell, me tomé la licencia de buscar si efectivamente el negociador había cumplido con su palabra. La oferta que está en pantalla dice: “Vendo serie completa de 20 capítulos de Victoria en el mar, el documental que Ernest Hemingway proyectaba a sus amigos en su casa de Cuba. Total reserva”.