Sunday, November 20, 2011

MARIEL HEMINGWAY Y EL PESO DEL SUICIDIO


La historia no es nueva. Muchos morbosos esperan que los hechos se repitan para hurgar en los tratados de psicología, en los estudios sobre depresión y después pontificar que nada es casual. Están los que aseguran que nadie puede luchar contra la genética y que tarde o temprano se dispara el gatillo, y hay de los otros, los que entienden que siempre es posible una conducta superadora, una actitud diferenciada, un camino de reconstrucción. Eso de “la carga trágica”, también es otro de los argumentos discutibles.


En el post anterior les refería a un estudio que vengo desarrollando sobre el desamor. Esto me permite husmear en algunos laberintos y descubrir que los Hemingway padecen de una intoxicación afectiva. ¡¡¡Uy…eso es muy duro!!!! No todo el desamor es malo y no todo el amor es bueno. Claro, dicho así, en un texto breve, mirando la pantalla del ordenador y bebiendo un café caliente mientras la vida pasa…es fácil. El meollo de la cuestión es cuando la mochila pesa porque están mezclados tus padres, hermanos, amigos, parejas y todo aquel que opina porque no reconoce que el aprendizaje duele y lastima como un hierro calienta en la carne y que el duelo no se redime con la pastilla de la felicidad. Y entonces el individuo se encuentra con un día de sol, pero adentro, en el calendario interno, el día está nublado con pronóstico de granizo. Y los otros le dicen…¡ vos sos fuerte!!! Nadie es valiente porque el otro se lo asigne. Séneca advertía: “Todo exceso, lo mismo que toda renunciación, trae su castigo”¿Acaso el suicidio es el castigo?


Mariel Hemingway dice que su mayor misión en la vida es sobrevivir a una familia con un verdadero historial de suicidios. “Las familias creativas como la Hemingway tienden al abuso de substancias y a la depresión y a muchas otras cosas”, dijo en una entrevista reciente. Pero “esas son decisiones sobre el estilo de vida que uno puede tomar y que al menos pueden reducir la gravedad”. Hay que estar muy atento, sobre todo en la etapa adolescente, “porque hay una sensación de que no hay futuro cuando tienes esa edad, pareciera que sólo hay esa respuesta dramática que dice que a la vida no se le ve sentido”.


En la última década Mariel ha participado en campañas para crear conciencia sobre el suicidio y ha hablado sobre la forma en la que las decisiones de estilo de vida pueden afectar la salud mental. Ella hace todo lo posible para prevenir el suicidio, por eso su participación en la película de culto “Archie’s Final Project”, cuyo título original era “Mi suicidio”, no es algo sorprendente. “Archie’s Final Project” trata el tema del suicidio entre adolescentes a través del lente irreverente de un estudiante de secundaria antisocial. Los diálogos rápidos, las animaciones y los cortes relámpago pueden parecer poco convencionales para algunos, pero esto funciona bien con los adolescentes, ya que cada joven puede ser un Archie y cada uno de nosotros puede conocer a un Archie.


Mariel Hemingway, madre de hijas ya famosas, también cree que la irreverencia ayuda a transmitir mejor su mensaje. “A pesar de que el mensaje que les estamos dando es muy serio, se sienten identificados con el humor”, dijo. La nieta de Hemingway no parece dura en su declaración: “atención, los chicos realmente son infelices”.
Dirigida por David Lee Miller, la película cuenta la historia de Archibald Williams, quien anuncia que su último proyecto de video para la escuela será grabar su propio suicidio. Al poco tiempo Archie captura la atención de más personas de las que se hubiera imaginado.
A través de un diálogo cínico Archie cuenta los consejos y opiniones que le dan sobre el suicidio, incluyendo la de un consejero escolar que cree que una paletita de caramelo puede solucionar el problema.


Gabriel Sunday, de 26 años, coescribió y editó la película, también interpreta al personaje principal. Sunday realizó la cinta cuando recién era un veinteañero y cree que su atractivo depende de su descripción realista de los adolescentes y sus problemas.
En el corazón de esta película hay una historia de “cuasi amor” entre Archie y Sierra (Brooke Nevin). Ella es la chica más popular de la escuela, pero también alguien con un secreto muy oscuro.
Mariel Hemingway interpreta a la madre de Sierra, una usuaria de barbitúricos.“Quizá soy el personaje más insoportable”, confiesa. “Ella es horrible, pero es una voz importante, pues es alguien en la negación total”.
Sunday cree que la película es mucho más que una cinta antisuicidio. “Se trata más de la vida, por la forma en la que tomamos el tema”.
Sunday contó que su manejo del problema ha preocupado a algunas organizaciones que atienden el suicidio entre adolescentes. “Esta película no tiene una audiencia indiferente, sólo puedes amarla u odiarla”. “Pero a los de 15 y 16 años les encanta”.


Mariel Hemingway está de acuerdo: “No maduré como ellos, no crecí teniendo acceso a toda la información que quería, no había redes sociales, no existía Internet, no se imaginaba la telefonía celular… ellos tienen demasiada información y una falta de experiencia para absorberla”.
La película realizada hace tres años ha sobrevivido en los circuitos de los festivales, donde ha ganado más de una decena de premios, pero ningún distribuidor se atreve a tocarla. Afortunadamente en los sitios de socialización se ha convertido en un fenómeno y el 6 de diciembre será lanzada en DVD.
Como confeso amante de Mariel me permito una frase de Friedich Nietzsche: “El amor es un estado en que el hombre ve decididamente las cosas como no son”.
22 de noviembre de 1961: FELIZ CUMPLEAÑOS MARIEL.



Wednesday, November 02, 2011

HEMINGWAY Y EL DESAMOR



Hace unos cuantos años vengo trabajando un tema apasionante sobre la vida de Hemingway. Estoy convencido que el desamor ha sido el factor determinante de su triste final. Por más que doy vueltas, siempre llego a esa penosa conclusión. Sería frágil mi teoría si todo lo centrara en el vínculo de tono superficial y en las damas que pasaron por su vida. Llegué a preguntarme a qué mujer verdaderamente amó Ernest y cual de todas ellas reconoció verdaderamente su pasión por él. En este terreno se entrecruza el fantasma sublimado de la admiración y entonces amor y envidia se confunden en un beso apasionado. Pero no se trata solo de mujeres, lecho ardiente y orgasmos. Hablo del amor en su totalidad y no puedo quitarme de la cabeza el abandono que es la trampa del desamor. Mientras escribo pienso en ese niño no querido, en ese niño al que se le negaba el sexo, en ese niño al que se lo sometía mostrándole la muerte.




No me quedo con la lectura de una educación victoriana. No soy complaciente con aquello de “en esas épocas todo era así”. Es verdad, se callaba al extremo del cinismo, se obligaba a cerrar la boca y a no replicar nada. Después llegaría una adolescencia tortuosa, una iniciación sexual frustrante, una desvalorización enfermiza que solo podía repararse con la fuga, con la huída. Para salvarse o para morir. De hecho Hemingway se escapa para saber realmente si lo quieren. Para mendigar el afecto, para recibir un estímulo, para sentir el calor de una caricia. Y en medio de esa tragedia una relación imposible, una barrera inexplicable que divide a dos almas en medio de la guerra.




Entonces ese frágil Ernest decide hacerse fuerte fingiendo, mostrándose duro, apareciendo prepotente, fanfarroneando con el sexo, el tamaño del miembro viril, la bisexualidad reprimida, el insulto homofóbico. Crea un personaje y con él convive hasta donde puede. En el camino deja almas destrozadas. Como buen paranoico no reconoce culpas. Sus enemigos son los ignorantes. Nada ni nadie lo detiene. Pisa cabezas, pisa cadáveres, todo vale porque los códigos son frágiles.




Todo esto aparece en su literatura. Nada llama a engaño. Los que seguimos leyendo las páginas oxidadas de sus libros sabemos que ese Ernest es un ser dolido, intranquilo, melancólico. A Hemingway lo perseguía la indiferencia por eso era indiferente. Lo destruía el desamor por eso el desmérito. Se ha dicho y escrito tanto sobre el bravucón de Ernest sin acaso pensarlo desde otra dimensión. Cuando Hemingway cae vencido después de su paso por la Clínica Mayo, recién estamos en presencia de ese ser frágil y desprotegido que no puede gobernar sus funciones básicas. A su manera pide ayuda pero los que debieron colaborar lo abandonaron. Entonces el héroe se quita la careta y limpia el maquillaje.



Trata de ser Santiago, llora por volver a París, sufre en medio de la plaza de Pamplona, se estruja en un rincón de Finca Vigía, deja sin timón a su Pilar, termina con su caminata en Venecia y se cae como una fruta madura en la tierra yerma. Fue en Idaho, cuando los árboles doraban sus hojas y el amor era la peor palabra escrita. Todo fue silencio. Un sonido seco y monstruoso quebraba la peor madrugada del hombre descorazonado.