Hace unas semanas, un grupo de jóvenes
inquietos me convocó para que charláramos sobre
El jardín del Edén. Al
principio me negué porque ya es un tema bastante agotado, pero ante la
insistencia de que no sería otra cosa que compartir un grato momento y algunas
dudas, finalmente acepté. En rigor el libro fue una excusa porque lo que en un
principio parecía tener sustento, con el correr del diálogo todo fue derivando
en conceptos atravesados por cuestiones personales.
Me recibió en su departamento
Lorena, oculta detrás de unos anteojos de marco oscuro y cabello rapado.
“Hola…maestro…lo estábamos esperando”, dijo mientras pitaba su pucho de
marihuana. Eran unas diez personas las que participaban, algunos levantaron su
pulgar para saludarme y otros ni me miraron. Lorena pidió silencio: “Ehhh, que
llegó el profe…a ver si lo bancamos con un aplauso”, marcó mientras levantaba
su copa.< Gracias…sigan en lo suyo > , dije para no cargar la ceremonia.
Un
flaco de camisa leñadora se acercó y sin mediar protocolo me tiró la primera
flecha: ´el tema de la novela es bastante pedorro, Hemingway sabía que era un
texto flojo, por eso lo dejó guardado´, argumentó y esperó una respuesta en la
misma línea.< El jardín del Edén
es una historia de amor obsesivo que como tal se debe analizar con más
detalles. Aristóteles decía que amar es alegrarse y yo no dudo que David Bourne
estaba contento. Su editor lo llenaba con cartas que lo incitaba a terminar su
segunda novela y su rubia esposa Catherine lo tentaba a las aventuras eróticas.
Sin embargo lo que atraviesa el texto es una cuota de intoxicación afectiva y
esa ceguera motiva la inercia que termina en la humillación que pone en riesgo
la supervivencia de la pareja. Para muchos en este libro Hemingway plantea su necesidad de estar libre para escribir y la atadura a un relación estable lo pone al borde del fracaso. David se escapa y se trampea. Eso de tomar sol todo el día y chuparse con champagne no le alcanza. La aventura del sexo tampoco es un incentivo>. El muchacho me mira y se acomoda en la
silla. Para ese momento ya se había acercado a nosotros Tamara y Eloísa que
parecían ser pareja. < Hemingway comenzó a escribir la novela en 1946 y la
trabajó de manera intermitente. Él sostenía que el tema de su libro era como “la felicidad del
Paraíso que el hombre debe perder”. Una frase hecha, un juego de palabras
bonito, porque en verdad lo que rascaba Ernest en el fondo de la olla era su
propia mugre. Aquí se ve que el protagonista tiene ganas de rajarse pero lo
quiere hacer dignamente, para él todo sería fácil si pudiera reemplazar a su
pareja por la amante, pero elige el peor camino: la incorpora y entonces queda
como si al flan le agregamos sardinas. En la ensalada termina todo siendo un
fiasco, un clavo machacado y un clavo no suplanta a otro, agranda el agujero y
lo más probable es que los dos clavos se te quedan adentro del pecho >.
Lorena quien ya tenía el libro en la mano, silabea: - Te quiero leer esta
parte... “Todavía inmerso en este problema y viviendo en la historia, cerró con
llave la maleta y salió al sendero de piedra que conducía a la terraza donde
Marita estaba sentada a la sombra de los pinos, de cara al mar. Leía, y como él
iba descalzo, no lo oyó. David la miró y estuvo contento de verla. Entonces
recordó la ridícula situación y volvió al hotel y a la habitación de Catherine
y suya. Ella no estaba y, sintiendo todavía a África completamente real y a
todo cuanto le rodeaba aquí irreal y falso, salió a la terraza para hablar con
Marita.
-Buenos días-saludó-.¿Has visto a Catherine?
-Se ha ido a alguna parte-contestó la chica-. Me
ha encargado que te dijera que volverá.
De repente, la irrealidad desapareció.
-¿No sabes adónde ha ido?
-No-respondió la chica-. Iba en bicicleta.
-Dios mío-dijo David-. No ha subido a una
bicicleta desde que compramos el Bug”-.
Uno espera otra cosa…el flaco parece un boludo
adolescente antes de debutar y teme que la mamá lo sorprenda con la putita en
la cama. Como éste hay montones de diálogos vacíos. Me parece oportuno que vos
nos digas que opinás sobre esto.< El tema de la triagularidad amorosa es
bastante complejo. Las inseguridades sentimentales son una carga que se vive
con una sobrenatural exigencia. Ustedes saben la historia del cazador cazado… uno termina sin saber a
quien ama, se mezclan los sentimientos en un terreno donde el vínculo es
ambiguo y contradictorio. Hay algo que cuesta reconocer y es que en muchas
parejas existe un apego sexual…que no quiere decir sexo más sexo. Muchas
parejas están juntas y no tienen relaciones carnales…la pareja es un paliativo
para sobrellevar la vida solitaria. El apego afectivo es un veneno, una droga,
un analgésico que se te mete porque está en juego la autoestima, la valoración
del éxito, la confirmación de la seguridad personal…aquí en la novela nadie se
lastima, nadie se molesta, la pareja es un dato literario y la amante una
anécdota. Claro que se nota la hipocresía… pero es como el agua mineral: mal no
te hace. Tengan en cuenta que es Catherine la que acerca a Marita al vínculo…. ¿prueba?...
Ya estaba aquello que circulaba sobre “ambos somos iguales…Hoy yo seré el chico
y tú la chica”…y Marita, una hermosa mujer de piel y pelo oscuro...>.
Nos
vemos interrumpidos por Lorena que ya a esta altura está demasiado alegre y me
invita a su cuarto para ver sus libros más queridos. Advierto que quiere
probarme y no estoy ya para mostrar mis medallas. Se da cuenta y cambia de
sintonía, me pregunta si el libro es literatura gay. Le respondo que de las 800
páginas escritas por Hemingway se publicaron solamente 250. No me gusta eso de
encasillar un texto y me parece que a esta altura de las cosas El jardín del Edén es un texto para
escolares.
Repentinamente aparece Jerónimo, un flaco rubio, colorado de rostro y de ojos celestes, tiene una sonrisa bien plantada y me abraza como si yo fuera su padre. Extrae de su bolsillo un Hola Hemingway cuya portada está pegada con cinta adhesiva y me dice que para él fue un manual de novedades. Sobre El jardín del Edén apunta que es un texto pobre escrito para descargar ansiedades.
Advierto que el encuentro no da para más. Estoy fuera de concurso. Pido retirarme y nadie insiste para que me quede.
Me despido de los presentes y salgo a la calle.
Estoy parado en Avenida Las Heras y Lafinur y ningún taxi aparece.Repentinamente aparece Jerónimo, un flaco rubio, colorado de rostro y de ojos celestes, tiene una sonrisa bien plantada y me abraza como si yo fuera su padre. Extrae de su bolsillo un Hola Hemingway cuya portada está pegada con cinta adhesiva y me dice que para él fue un manual de novedades. Sobre El jardín del Edén apunta que es un texto pobre escrito para descargar ansiedades.
Advierto que el encuentro no da para más. Estoy fuera de concurso. Pido retirarme y nadie insiste para que me quede.
De acuerdo al último registro, visitaron esta página en el mes de setiembre, 5137 amigos hemingwayanos. El 53.7 % son jóvenes entre 24 y 36 años. Una gran mayoría -38.6 %- ya había leído con anterioridad una obra de Ernest Hemingway.
Les quiero agradecer profundamente a todos por acercarse a este espacio que desde hace 7 años difunde la vida y obra de unos de los mejores escritores norteamericanos del siglo XX.
1 comment:
Siempre es bueno pasar por acá, Hemingway con lo que escribió, de manera intensa logra incrustarse muy hondo en algunos de aquellos que le hemos leído. Un genio.
Gracias por el blog.
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