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Tuesday, April 29, 2025

ADIÓS, HEMINGWAY. LEONARDO PADURA.

 


-Adiós  Jeminwey - gritó y recibió como respuesta la sonrisa del hombre.

Algunos años después cuando descubrió la dolorosa necesidad de escribir y comenzó a escoger sus ídolos literarios, Mario Conde supo que aquella había sido la última navegación de Ernest Hemingway por un pedazo de mar que había armado como pocos lugares en el mundo, y comprendió que el escritor norteamericano no se podía estar despidiendo de él, un minúsculo insecto posado sobre el malecón de Cojímar, sino que ese momento le estaba diciendo adiós a varias de las cosas más importantes de su vida.




... Ocho años fuera de la policía pueden ser muchos años y nunca había imaginado que resultara fácil volver al redil. En los últimos tiempos, mientras dedicaba algunas horas a escribir, o cuando menos trataba de escribir, el resto del día lo empleaba en buscar y comprar libros viejos por toda la ciudad para surtir el quiosco de un vendedor amigo del cual recibía el cincuenta por ciento de las ganancias. Aunque el dinero producido por el negocio siempre era poco, el Conde disfrutaba aquella ocupación de traficante de libros viejos por varias ventajas: desde las historias personales y familiares agazapadas tras la decisión de deshacerse de una biblioteca, quizás formada durante tres o cuatro generaciones, hasta la flexibilidad del tiempo existente entre la compra y la venta, que él podía manejar para leer todo lo interesante que pasaba por sus manos antes de ser llevados al mercado. La falla esencial de la operación comercial, sin embargo, surgía cuando el Conde sufría como si fuera heridas en la piel al encontrar viejos y buenos libros maltratados por desidia y la ignorancia, a veces irrecuperables, o cuando, en lugar de llevar ciertos ejemplares tentadores al puesto de su amigo, decidía retenerlos en su propio librero, como reacción incurable de la terrible enfermedad de la bibliofilia.




* Fragmento del libro Adiós, Hemingway de Leonardo Padura.



Saturday, April 19, 2025

SPENCER TRACY Y ERNEST HEMINGWAY

 


Spencer Tracy era bajo, robusto, de rasgos duros, gesto torpe y poco seductor. Bebedor, fumador empedernido y mujeriego. Cuando Hemingway se enteró de que era el actor elegido para protagonizar El viejo y el mar, preguntó cuantas películas había filmado y con quién. Le dijeron que entre otras había trabajado en Capitanes intrépidos y Con los brazos abiertos y que se había consagrado con Mar de hierba, dirigida en 1947 por Elia Kazan. 




Spencer Tracy supo de la ignorancia cinematográfica de Hemingway y la interpretó como una humorada. Cuando se conocieron durante la filmación, Tracy le dijo: "¿Usted es Hemingway?, no lo hubiera reconocido si no me lo presentaran". Para Hemingway, el protagonista debía ser Errol Flynn, pero el realizador optó por Tracy. Hemingway le respondió: "Tracy, usted está un poco gordo para hacer de pescador, el director lo eligió por su trayectoria, no por su belleza. Además me han dicho que es un cagón y le teme a los tiburones y que les escapa a las mujeres; Tracy, si fuera por mí lo pondría de extra".




Spencer Tracy fue ganador de dos premios Oscar y un Globo de Oro. Apareció en 75 películas. En 1999, el American Film Institute lo clasificó como la novena estrella masculina más importante del cine clásico de Hollywood. A pesar de estar casado con Louise Ten Broeck, el amor de su vida fue Katharine Hepburn. Hacia el final de sus días, Tracy trabajó casi exclusivamente para el director Stanley Kramer. Tracy hizo su última película con Kramer, Adivina quién viene a cenar esta noche (1967), cuyo rodaje finalizó tan solo 17 días antes de su muerte.

Tracy abandonó a su familia en 1933, primero tuvo un romance con Loretta Young, su compañera en Fueron humanos, también con Joan Crawford e Ingrid Bergman.

Hemingway nunca lo reconoció como actor y menos como protagonista de la película, a pesar del éxito que tuvo.


Sunday, April 06, 2025

EL ROPERO DE HEMINGWAY



Ernest, además de inaugurar un estilo único de literatura, también  marcó una moda en la forma de vestir. Regularmente usaba suéteres Aran, chaquetas safari, chalecos de caza, botas altas y camisas de viyela. La característica de los abrigos Aran es que son impermeables y se pueden usar incluso mojados. Son codiciados por su calidad  y estilo. Hemingway los protegía envueltos en papel de seda y solo usaba uno por temporada de frío. 



La chaqueta safari o sahariana, se remonta a la Primera Guerra Mundial, cuando se adoptó como uniforme de verano del ejército británico para climas tropicales. Esta chaqueta hecha de algodón o lino, va ceñida a la cintura y tiene cuatro bolsillos, que suelen ser dos de fuelle y otros dos de parche. Su color original varía del beige al caqui. La chaqueta safari, también  conocida como "shacket" es una prenda diseñada originalmente para ir de safari a la sabana africana. Al combinarla con pantalones o shorts se convierte en un traje safari. De hecho Hemingway aparece en cientos de fotos con esta prenda. 

Las camisas de viyela y leñadoras son un clásico en su vestimenta. Este estilo también se lo llama lumberjack y se puso de moda en todo el mundo. En la actualidad se le incorporó la capucha,  un modo de actualizar la prenda.



Otro aspecto significativo son los mocasines que usaba Ernest al igual que las botas altas. Hemingway tenía un pie enorme y debía hacer su calzado a medida.



Finalmente no se puede dejar de nombrar al sombrero Oysterman tan apreciado por Ernest. Su característica es su visera extralarga que hace que la gorra de béisbol tradicional parezca completamente inadecuada.

En la actualidad muchos fanáticos adoptan este modelo de vestimenta bautizado "estilo Hemingway".