Mariel Hemingway carga una historia familiar que felizmente logró despejar a fuerza de voluntad y enorme sacrificio emocional. "El suicidio puede ser un episodio decidido en 20 minutos de un mal día o algo planeado durante 20 años. La gente necesita hablar de esas cosas para poder salir de sus oscuridades". Así decía la nieta de Hemingway en una conferencia dada en Madrid sobre salud mental en la CIS University. Mariel habló de los siete suicidios que rodean su vida, una infancia marcada por el alcoholismo, el caos familiar, de cómo el Dalai Lama, con sus palabras, cambió su vida para siempre.
Desde pequeña desarrolló una obsesión por tener control de su vida. Buscó solución entre gurúes, médicos holísticos, yamanes, videntes, hasta encontrar "una revelación fuera de mí" que diera solución a sus problemas. Después de mucho andar, superar la depresión y la terrible "maldición familiar" pudo ver su camino. Nada fue gratuito, su madre y su ex marido murieron de cáncer. Trataba de escapar a la locura, de estar literalmente en una situación de lucha o huida durante la mayor parte del día. Pensaba en cosas horribles, fantasmas que la seguían y pensamientos negros.
Una de las cosas que siempre tuvo presente fue la frase de su abuelo: "La mayoría de gente nunca escucha".
Mariel hoy tiene una pareja estupenda de la que está enamorada locamente, ya llevan casi 16 años juntos. Su vida la regula con ejercicios, buen descanso, dinámica de respiración y contacto con la naturaleza.
Atrás dejó los golpes y fracasos. Lee locamente y recorre a diario su huerta. Habla mucho y escucho por demás.
Mariel Hemingway le ganó la batalla al deterioro emocional y cada amanecer medita y agradece vivir rodeada de sus perros. Un ejemplo de como vencer al recuerdo funerario.