Con
una herencia y estilo periodístico ineludible, Ernest Hemingway siguió los
pasos de autores de primera línea como Mark Twain, Stephen Crane, Jack London y
Ring Ladner.
El
género periodístico era lo que más se ajustaba a la personalidad de un joven
que, a los 18 años, iniciaba un camino prometedor. El despegue tuvo lugar en el
Kansas City Star, de la mano de Pete
Wellington.
El
Star le brindó la oportunidad de
lucirse siguiendo las reglas fijas de un
estilo bien marcado por la realidad. Hemingway, rememoró años después que,
“iba de la estación de policía número 4, en la calle 15, a la estación de
ferrocarriles Unión, y de ahí al Hospital General. En la calle 15 uno cubría
los crímenes, crímenes insignificantes casi siempre, pero nunca se sabía cuándo
se podía presentar algo importante. En la estación Unión estaban todos los que
entraban y salían de la ciudad…algunas personalidades que yo debía conocer, y
ahí se ofrecía la oportunidad de entrevistarlos. El Hospital General estaba en
la cima de una colina cercana a la estación de ferrocarriles y ahí uno
controlaba los accidentes, además de verificar los crímenes que habían
ocurrido”.
Así
el joven saltaba de un lado a otro buscando la noticia para el diario.
Lo
que sigue es el excelente trabajo de Mariano Barragán, quien puso en español
los despachos, noticias, entrevistas, crónicas y reflexiones de un Hemingway
que crecería hasta transformarse en uno de los mayores escritores del siglo XX.
José
María Gatti
PISTOLEROS
POR 400 DÓLARES
Del Toronto Star Weekly, 11 de diciembre
de 1920
Chicago.
Están
siendo exportados pistoleros de Norteamérica a Irlanda. La Associated Press ha
revelado este hecho.
En
el bajo mundo de Chicago y Nueva York corre el rumor que cada barco que zarpa
para Inglaterra lleva a bordo una o dos comadrejas de esta especie, y que se
dirigen a donde hay buena caza; los pistoleros son primeramente embarcados para
Inglaterra, donde desaparecen en los barrios portuarios de ciudades como
Liverpool, y luego van a Irlanda.
Allí realizan su trabajo homicida, reciben la cantidad de dinero estipulada y regresan a Inglaterra. Se dice que se pagan cuatrocientos dólares por dar muerte a un policía o a un miembro de la Black and Tan (Fuerza militar organizada por los ingleses para combatir a los nacionalistas durante la guerra de la independencia Irlandesa de 1919). Este precio parece excesivo si se tiene en cuenta que antes de la guerra se pagaban 100 dólares por un trabajo así en Nueva York; pero el pistolero es un especialista y, al igual que el boxeador, ha aumentado sus honorarios.
Se
piden mil dólares por matar a un
magistrado que goza de protección u otro funcionario de nivel. Semejante
precio, incluso por un homicidio de lujo. “Algunos de estos tipos están ganando
buen dinero en Irlanda, no es cosa fácil realizar un trabajo allí, sin embargo,
los sicarios aspiran a conseguirlo; ello significa un viaje a París.”
Realmente, este verano se ha visto en la capital francesa más tipos del hampa norteamericana que años anteriores. Dicen que si se tira una piedra contra la aglomeración de gente que se forma frente a ventanillas donde se hacen las apuestas en el hipódromo parisiense de Longchamps, la pedrada la recibiría un pistolero, sicario, carterista o asaltante norteamericano.
Casi
todo el dinero obtenido por apretar el gatillo en Irlanda, se esfuma en las
carreras de caballos, pues el pistolero intenta probar fortuna en ellas y
espera ganar una buena suma para poder establecerse en algún negocio y
abandonar la profesión. Mas es difícil que la abandone, porque hay pocas
profesiones, aparte del boxeo, que se paga muy bien. Este personaje que me
hacía de guía, tiene treinta y ocho años y se dedica a retirar a la gente del
negocio. Acaso no sea bueno describirlo con detalles, no vaya a ser que se le
ocurra aparecerse en el periódico de Toronto con una amenaza. No obstante
podríamos decir que posee la semejanza a un hurón, tiene las manos finas y
parece un jockey con un poco más de peso que lo normal.
Dejó
la caza del hombre en el momento en que se promulgó la ley seca y el
contrabando de bebidas alcohólicas se convirtió en una operación lucrativa.
Se
retiró después que sus clientes principales descubrieron que era mejor y más económico conseguir el
whisky en los grande almacenes de Kentucky que arriesgarse a pasarlo a través
de la línea imaginaria que divide Estados Unidos de Canadá.
Actualmente
es un hombre de mundo que recibe la visita
de numerosos corredores de bolsa. Cuando hablé con él desvió el tema de
la conversación sobre el asunto de la “caza”, más la situación de Irlanda, y
consultó conmigo sobre unos títulos de deuda pública japonesa que devengan el
once por ciento de interés.
En el transcurso de una tarde me enteré de muchas cosas relacionadas con este asunto. En efecto, había algunos “especialistas” norteamericanos en Irlanda. Sí, conocía personalmente a algunos de ellos que estuvieron allí; en verdad no sabía quién tenía la razón de su parte en esa lucha, pero eso no le importaba. Sabía que toda la operación estaba dirigida desde Nueva York. Luego, los pistoleros se perdían en Liverpool.
No, no tenía mucho interés en asesinar a
ingleses, pero, al fin y al cabo, éstos debían morir algún día.
Sabía
que la mayor parte de los rufianes eran de origen italiano. Mayormente actuaban
en pareja. En Estados Unidos, casi siempre emplean automóvil; esto es
indispensable para realizar el trabajo, siempre facilita la huida. Eso es lo
principal, en realidad la fuga es fundamental, cualquiera puede disparar un
tiro. Por eso el vehículo es un instrumento valioso para el trabajo sucio, si
bien el inconveniente mayor es el que conduce. Concluyó diciendo: “¿No se ha dado
cuenta de que muchas huidas fracasan por culpa de los choferes? La policía
sigue la pista del vehículo; lo detiene al chofer y este asustando señala a los
autores del hecho. Esta es la parte negativa del uso del automóvil; no se puede
confiar en los choferes.”
Así
es el tipo de mercenario que está a sueldo de los irlandeses para asesinar a
sus opositores. No es un personaje heroico ni dramático. Simplemente se sienta
ante un vaso de whisky, manteniendo el cuerpo inclinado sobre él; se preocupa
de cómo invertir mejor su dinero; por su mente se suceden pensamientos de
comadreja, mientras les desea suerte a sus muchachos. Y la fortuna parece
estarles sonriendo.
Ernest
Miller Hemingway
Selección y traducción: Mariano Barragán
Próxima entrega: 1 de junio
EL MUERTITO DE HEMINGWAY
El libro biográfico-policial sobre la aventura de Ernest Hemingway en Perú, ya agotó tres ediciones y una publicación en polaco. Se ha distribuido en Estados Unidos, México, Venezuela, Colombia, Uruguay, Chile, Paraguay y Argentina. En Europa llegó a las librerías de Polonia, Croacia, Alemania y España.
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