PHOTOHEMINGWAY 16
Las siluetas de plomo descargaron a la bestia con ayuda de poleas. En la balanza se registró con 915 libras. Alguien escribió el número con una tiza, sobre el lomo del animal. El pez, sujeto de la cola, se exhibió como lo que era, un trofeo único, algo envidiable para cualquier aficionado a la pesca de altura.
Jacinto y la tripulación de la Warner Brothers abandonaron el muelle después de las felicitaciones protocolares. Todos habían quedado agotados por la faena, el sol les había quemado la piel a destajo. Habían emprendido el camino que conducía al Fishing Club, deseosos de tomar cuanto antes una ducha bien fría, de aplicarse un ungüento para la piel lacerada, o de apostarse en la barra y ordenar un gin tonic o un whisky en las rocas. Toda la tripulación se había marchado, excepto Hemingway y Mary. Lástima, con aquel trofeo colgado de la aleta, sin alguien que lo reclame. ¿Qué pretende Jacinto?
-¡Benavente!, grito Hemingway al hombre de la cámara que trabajaba para el Fishing. Un momento – se colocó junto al lomo de casi mil libras y sonrió llenando los pulmones de aire -.
El de la cámara levantó su Leica.
-¡Dispara!, ordenó Hemingway.
Cuando bajaron el Merlín y lo extendieron en el muelle, los locales se tomaron unas fotos muy simpáticas. Mary y la tripulación rodearon al animal y sonreían mirando a la cámara.
Y Hemingway en el medio, acariciando su trofeo.
Moby Dick en Cabo Blanco- Segunda parte/Capítulo 5. Irma del Águila.
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