Friday, July 05, 2019

EL LIBRO DE CABO BLANCO


PRESENTACIÓN “EL MUERTITO DE HEMINGWAY”




A José María Gatti lo conozco desde hace casi 8 años.
El 26 de octubre del año 2010, cuando de un modo bastante irresponsable yo trataba de ingresaba al mundo de las letras presentando una antología de cuentos que había titulado Guerra Interna, entre el público había un señor al que yo no conocía.
Y eso realmente era llamativo, ya que siendo yo un muy poco promisorio proyecto de escritor, todos los que estaban allí eran, por lo menos, mis amigos.
Ese señor era José María Gatti.
Nunca supe cómo se había enterado y tampoco se lo pregunté, pero supongo que como en el prólogo de la obra que yo presentaba, Mario Mactas había citado a Hemingway, eso lo habrá atraído.
Obviamente, una vez que nos presentamos apelé a Google y descubrí que era un psicólogo social, periodista e investigador, que trabajaba justamente acá, en la Biblioteca Nacional, y que sabía muchísimo de Hemingway.
Creo que en ese momento nació una muy linda relación de afecto y de respeto, que personalmente me ha enriquecido mucho y que perdura hasta el día de hoy.
En aquella época José María era más bien ensayista y cuentista.
Se había destacado por “Hola Hemingway. Una mirada centenaria”.
Por “Ladrón de desalmados”, que en el año 2004 fue elogiosamente prologado por Vicente Battista y logró varios premios por sus diferentes relatos.
Por “La pipa de Hemingway”, una recopilación del blog que lleva ese mismo nombre y que hasta el día de hoy sigue siendo el lugar en el que uno puede encontrar lo más selecto e interesante de la magia, las obsesiones, los grades éxitos y los brutales fracasos de “Pápa”, como le decían al autor de “El viejo y el mar”.



El Gatti novelista llegaría más tarde.
Y con foco en lo policial, ya que lentamente se fue enamorando del género de la novela negra.
En el año 2012 muy generosamente me dio a leer el borrador de “Víctimas Inocentes”, que salió al año siguiente, y en el año 2015 volvió a pedirme opinión sobre una nueva obra que estaba publicando: “Carne en flor”.
Fuera de las consideraciones particulares de aquellas obras, su lectura me produjo una enorme alegría.
Porque sin duda alguna y sin que lo supiéramos, Gatti era mejor novelista que cuentista o ensayista, lo cual es mucho decir, pero esa virtud había estado latente sin que pudiéramos disfrutarla.
La llegada de Gatti al mundo de la novela y en particular de la novela negra fue una muy buena noticia.
“El muertito de Hemingway”, ahora sí, que es lo que nos convoca, es una obra para jugar en las ligas mayores.
Por una razón bastante simple.
Las grandes novelas, los grandes libros, más allá de cualquier debate académico, son exclusivamente aquellos que le permiten al lector perderse en el mundo imaginario que le propone el autor y ser parte de la historia.
Y eso logra esta obra de Gatti.
No quiero excederme en su descripción porque creo fervientemente que tienen que leerla.




Lo que sí puedo decirles que se trata sencillamente de una gran historia que involucra a la CIA, a la mafia, al clan Kennedy y a Cuba.
Una historia cuya parte más importante transcurre en ese Perú que enamoró a Hemingway.
En la que juega un papel más que relevante la famosa Miss Texas, esa embarcación icónica en la que Gatti creo que se ha tomado unos cuantos mojitos.
Una historia en la que el disparador es el proyecto de la Warner Bros de llevar al cine “El viejo y el mar”, la novela por la que Pápa se llevó el Premio Pullitzer en el año 1953 y el Premio Nobel de Literatura en 1954.
Y en la que por supuesto hay un “muertito” alrededor del cual Gatti construye una historia atrapante.
Como los buenos vinos, se trata de una novela debe encararse a solas, en el lugar apropiado, sin prisa y sabiendo que está uno iniciando un viaje fantástico que sólo los buenos escritores nos pueden regalar.
Dicho esto, hay dos cosas que me parecen relevantes y en las que, aprovechando esta invitación que me han hecho, sí quiero poner algún énfasis.
La primera es el estilo.
José María escribe como los que saben escribir.
Maneja el relato, los cambios de persona, las descripciones, los diálogos, con absoluta solvencia.
No hay en este libro esos baches técnicos que a veces hacen que uno no tenga otra alternativa que prestarle más atención al texto que a la historia.
En “El muertito de Hemingway” la técnica es el medio para que la historia fluya.
No hay nada que juegue en contra.
Y no sobra nada.
No es el clásico novelista latinoamericano que adorna casi hasta el infinito un texto que además nunca baja de las 400 páginas.
Claramente no es ése el estilo de Gatti.
Lo suyo es otra cosa.




Por eso es que logra esto que técnicamente es más bien una “nouvelle”, una novela corta, de 127 páginas.
Se ve en su manera de escribir la esencia del periodista.
Él está sin duda más en la línea de Raymond Chandler o de Ross MacDonald, dos genios de la novela negra, que sabían contar en 120, 150 o 180 páginas, historias de esas que se leen de un tirón.
Incluso en la línea de Hemingway.
¿Por qué no?
Un autor que no andaba con vueltas.
Que era al pan pan y al vino vino.
Quedé muy impresionado cuando miré esta mañana el número de páginas de “El muertito de Hemingway”.
Son 127.
 “El viejo y el mar” tiene 127 páginas…
La segunda cosa en la quiero poner énfasis es en la historia.
Gatti tuvo la osadía de hacer una novela nada menos que sobre Hemingway.
¡Si Hemingway se hubiese enterado, no tengo dudas de que se hubiese reído mucho de semejante audacia y que con su inconfundible vozarrón hubiese dicho “ese tío sí que es muy macho!”
Pero él lo hace porque tiene con Hemingway una cercanía que pocos han logrado tener.
Estamos hablando de una de las personas que más sabe de Hemingway.
Pero no sólo del escritor, sino también y fundamentalmente del ser humano.
De la persona.
De sus desmesuras, como bien dice Mercedes Rosende en el prólogo.
De su tiempo y del contexto.
Lo entiende como nadie.
José María Gatti y Ernest Miller Hemingway son, en cierto modo, compinches que nunca se han cruzado pero que tienen entre sí un lazo que le permite a Gatti escribir una obra como esta.
José María tiene los recursos para escribir sobre Hemingway que posiblemente sólo han tenido en otros tiempos personas tan cercanas a Pápa como Gertrude Stein o Francis Scott Fitzgerald.
Y hay que decirlo, aprovecha muy bien esa cercanía.
Este no es una novela escrita por alguien que investigó sobre el tema y construyó una historia en base a los datos surgidos de la investigación.
Se trata más bien de un protagonista cercano, que nos cuenta, de un modo íntimo, una historia conmovedora, que se siente absolutamente real y de la que uno se hace parte desde la primera página.
Les confieso algo.




¡Cuando empecé el borrador de la novela, me metí en Internet para averiguar sobre Efraín Castillo!
Había un viejo jugador de fútbol colombiano, un periodista y hasta un especialista en logística egresado del MIT.
Pero ningún chico que hubiese sido arrojado de la Miss Texas en Cabo Blanco, ni nada parecido.
Quedé fascinado.
Porque cuando una historia te genera semejante duda y te hace investigar sobre lo que estás leyendo, es que está muy bien hecha.
Pero termino acá.
De nuevo, no dejen de leer el libro
Yo te agradezco enormemente José María por haberme invitado a participar de la presentación de tu libro.
Me hace sentir parte de una gran obra como es esta, a la que le auguro un gran éxito.
Hoy, que es el día en que oficialmente nace “El muertito de Hemingway”, déjame decirte que estoy más orgulloso que nunca de ser tu amigo.
JUAN CARLOS LYNCH






1 comment:

Anonymous said...

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