Tuesday, April 12, 2022

EL VIEJO HEM SIN CERVEZA




Todos me dicen que hay derrotas más duras e importantes. Los sabedores tratan de darle poca importancia a las pérdidas materiales y hablan de las humanas. Es cierto, la vida es lo más preciado, pero también lo es aquello que rodea a esas vidas.

El Viejo Hem, llamado así en honor al escritor norteamericano, era un bar que estaba en la ciudad de Járkov, la segunda más grande del país, al este de Ucrania. Los ataques rusos terminaron destruyendo el lugar, dejando dos víctimas que vivían en el piso de arriba del bar.

De acuerdo con la BBC, el dueño de la taberna, Kostiantyn Kuts, comentó que no había nadie trabajando a la hora del ataque. Kuts, afirmó que el bar se había convertido en un refugio por los bombardeos, desde que se inició la invasión rusa, el 24 de febrero. “No creíamos lo que estaba pasando, cuando vimos todo destruido caímos en llanto. Los ataques a edificios residenciales fueron un horror”, completó Kuts.



A la entrada de El Viejo Hem, en los posavasos y encima de un pez espada de luces de neón, residía el mantra del lugar: “Tu nunca beberás solo”.

El bar era popular entre los jóvenes e incluso recibía representantes de la literatura ucraniana. Todo parecía seguir igual en la taberna de bebedores de cerveza, hasta que los espías se mezclaron con los parroquianos y la magia cambió. En la calle, a pocos metros del bar, un grupo de personas aprendía a manejar un hacha y a esquivar un ataque de arma blanca. Eran hombres comunes, podía ser una formación de reservistas que se movilizaron, jóvenes casi niños que intentaban fabricar bombas molotov. Había algunos más preparados, con experiencia en tácticas de guerrilla callejera. Tenían espíritu combativo, resabio de aquellas protestas de finales de 2013 y 2014 que fueron el preámbulo de un conflicto que arrancó con la invasión rusa a Crimea y el apoyo del Kremlin, a los rebeldes de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Luhansk, cuya independencia reconoció Putin.



Adentro del local, todo era distinto, la guerra dolía y un buen trago calmaba las emociones. Entonces las botellas de cerveza se chocaban para brindar y en ese circular de voces alguien repetía Putín huylo, que traducido del ruso al español vendría a significar Putín cabeza de pene. Pero esa expresión era un slogan pegado en la parte frontal de las botellas en la que aparecía Putin sentado desnudo en un trono. Alrededor suyo, soldados, armas y vehículos militares. El suelo rojo intenso representaba la sangre derramada. Los envases vacíos serían las bombas molotov que la resistencia utilizaría para la defensa precaria pero ambiciosa.



Los cócteles molotov se resguardaban celosamente, eran las armas caseras creadas con las botellas de una famosa cerveza. La cervecería Pravda fundada en 2014, emplazada en Lviv, fue la que tomó la decisión de hacer la maniobra destinada a la defensa territorial ucraniana.

El Viejo Hem terminó en escombros. Era un centro de defensa según los servicios rusos. Con la destrucción se perdieron un centenar de objetos, algunos más valiosos que otros, donados por turistas y amantes del escritor norteamericano. Nada se salvó. Kuts, llorando miró las ruinas y apretó en sus manos la botella de cerveza vacía que pronto transformaría en molotov. Alguien comenta que se le escuchó decir Putín huylo.




La relación de Hemingway con Rusia no deja de ser interesante. Lo más emocionante de su vida como espía ruso,  fue el sistema que tenía para que le contactaran. El escritor le facilitó a la inteligencia, una plancha de sellos muy particular. Cualquier agente ruso que quisiera contactar con él, debía devolverle una de esas estampillas.

Hemingway hizo de esta experiencia un juego, nunca dio ningún tipo de información a Rusia, así que pasó sin pena ni gloria por la inteligencia rusa. Este juego del norteamericano tenía un nombre de combate: Argo (En la mitología griega, Argos era el nombre del gigante de los 100 ojos). El registro de archivo, establecía que Argo era Ernest Hemingway, 1898. Ciudad Duke Park, Illinois / USA. Ciudadano americano, educación secundaria, escritor.



Los hechos demuestran que un agente de la KGB y periodista - como el caso de Argo- no hubiera tenido la oportunidad de entrar a los archivos del Servicio de Inteligencia Extranjero Ruso (que es el nombre con el que se prolongó la vida de la desaparecida KGB), para copiar documentos, sino hubiera otra cuestión, quedando demostrado que el hecho no se debió a una operación de espionaje. La realidad es otra. Tiene que ver con una negociación audaz entre la editorial británica Crown y el Servicio de Inteligencia, por medio del cual la primera entregaría una suma millonaria destinada a crear pensiones para los oficiales retirados del servicio ruso, a cambio de la publicación de una serie de libros sobre las servicios de inteligencia que los editores de Crown ya tenían pensados.

Todo fue una gran mentira y un juego al que Hemingway nos tenía acostumbrado.

El Viejo Hem tal vez regrese y otra vez la cerveza será la ganadora.

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