Saturday, February 21, 2009



ADIÓS AURELIO. ADIÓS BOHEMINA
Aurelio García murió. Fue en la madrugada más calurosa de los últimos treinta años. Esa noche la gente no durmió. La mayoría se empeñaba en buscar un lugar fresco. Todos estaban despiertos. Sin embargo el auxilio médico no llegó a tiempo. Él mismo llamó al servicio. Cuando los paramédicos golpearon a su puerta Aurelio ya no estaba en este mundo. Se fue como quería, sin joder a nadie, sin ser molestia para sus hijos, sin cargar un bastón, sin estar esperando la muerte en un geriátrico. Todavía lo recuerdo cuando viajó a Cuba por invitación del partido comunista. Era un adolescente. Era el viaje deseado. Me lamento no haberlo acompañado. Nunca lo dije, pero de esa experiencia tengo un recuerdo que jamás voy a olvidarlo. Es un tesoro literario. Ahora que estoy escribiendo esta despedida la revista Bohemia está a mi lado. Hemingway me mira, parece decirme: “Aurelio está con nosotros”. No puedo organizar las palabras. Son tantos los momentos vividos. Nunca pude hacerle entender que el socialismo se había terminado. Jamás quiso asimilar que los procesos se agrietan, que la política es dinámica, que Polonia, China, Rusia, son ahora otra cosa, que los intelectuales dejaron los talleres y están en Facebook. Me insultaba, no quería dar el brazo a torcer: “!!!Quéjame a mí con mi historia!!!”, repetía. Tenía razón, yo no era quién para quitarle su militancia, para borrar las madrugadas de pegatinas con carteles impresos en la imprenta clandestina defendiendo la lucha obrera, para evitar vender “Nuestra Palabra” en la Avenida Corrientes, para sacar con “los camaradas” a los muchachos de la comisaría. A Aurelio le quedaba La Rosa Peregrina de Almagro, la discografía de Osvaldo Pugliese, la foto del “CHE”, la medalla rusa que le regaló un premier eslavo y una biblioteca que pasará a su hija Elena. Hemingway me sigue mirando desde la tapa de Bohemia. Allí está “El viejo y el mar”. Sería una torpeza mezclar a Santiago con Aurelio.

Cuando volvimos a juntarnos en el velatorio nadie quiso decir una palabra sobre la pérdida del amigo. Es que Aurelio no se despidió, no levantó su mano para saludarnos y por eso los muchachos socialistas todavía no tenemos en claro si esto no es una llamada perdida en el celular de la vida.

1 comment:

Anonymous said...

Muy bielo su blog y su trabajos
sobre nuestros grands nombres de la literatura mundial

Saluto
Bruno Resende Ramos
Proyeto de Inclusión Literaria
http://www.novacoletanea.blogspot.com