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Sunday, March 13, 2011

HEMINGWAY: MEDIO SIGLO SIN LA VERDAD

Cincuenta años atrás, la noticia sobre la muerte del escritor norteamericano Ernest Miller Hemingway llenaba los cables de las agencias de todo el mundo. Como ya en otras oportunidades se había jugado con su fallecimiento, esta nueva versión bien podría ser otra burla del novelista o una puesta en escena para el lanzamiento de su última obra. Nada de eso. Con este acontecimiento se legitimaba una realidad llena de dudas, incógnitas y sospechas que aún hoy todavía persisten. La lectura más lineal desde entonces es la teoría del suicidio, casi diríamos que es la más lógica, tratándose de una personalidad tan controvertida como la de Hemingway y contando con los antecedentes genéticos que lo hacía un suicida potencial ¿Por qué poner en duda la decisión dramática del escritor? Por varios motivos. El entramado no es sencillo. En primer lugar porque hay un abandono de persona sumado a su propio abandono. Hoy la psicología habla de resiliencia, algo así como la capacidad para sobreponerse al dolor emocional y continuar a pesar de las adversidades. Pero la historia de vida de Ernest era demasiado traumática para transformar todo en un proceso dinámico. Hemingway se abandona desde su juventud y es abandonado en su madurez. El desprecio personal resulta romántico, el otro morboso.


Desde hace tiempo sostengo que ningún acto del novelista puede entenderse sin hablar de su bipolaridad. Esto disgusta a muchos pero Ernest desde los 18 años es un paciente de riesgo. Hoy se sabe que una de cuatro personas bipolares es proclive al suicidio. También se conoce que los tratamientos llevados a cabo 50 años atrás no se preocupaban por este juego de diferencias. La estructura maníaco-depresiva fue la caja donde se depositaron todas las irregularidades cometidas por el autor. Alguna vez el derrotado había triunfado, en otras el valiente caía derrumbado.

Mis investigaciones me acercan a un hecho definitorio. El tratamiento del escritor en la Clínica Mayo fue el error más grave cometido en el proceso de su enfermedad. Sigo insistiendo que hasta tanto no tengamos acceso a su carpeta médica todas van a ser conjeturas y me inclino decididamente por la teoría del “suicidio inducido”. Al afirmar esto descalifico al acto del suicidio en sí por entender que el individuo no se enfrentaba al hecho de su realidad. Es igual al caso del enfermo terminal. Como ya no hay nada que hacer, dejamos al paciente sin ayuda. Aquí es donde centralizo el abandono que se suma al propio y se lo estimula con una medicación como la reserpina que desequilibró todo su sistema nervioso.


Vuelvo a la Clínica Mayo que tiene el tesoro guardado y pregunto: ¿Por qué ningún familiar pidió esa documentación?¿Por qué el centro de salud se ampara en el secreto médico y no permite a otros profesionales conocer el estado de ingreso y egreso del enfermo?¿Por qué Mary Welsh fue amenazada y perseguida?, ¿Por qué Valerie Hemingway muy sutilmente habla de las presiones del gobierno de Eisenhower?¿ Por qué en su libro todo es anecdótico?¿Por qué el norteamericano debió abandonar Cuba con la ropa puesta?¿Por qué los Kennedy se empeñaron en negociar la salida de las pertenencias del escritor de su residencia en Finca Vigía en el marco del mayor secreto? ¿Por qué el escenario donde apareció muerto el narrador no pudo ser fehacientemente preservado y se limpió en horas sin dejar ningún rastro posible para el correspondiente peritaje? ¿Por qué Mary en sus memorias no aclara nada? ¿Por qué Mary dejó libre el acceso a las llaves que permitieron a Ernest tomar su escopeta sin problema? ¿Por qué un funeral tan precario? ¿Por qué la residencia de Idaho se cerró y no es museo? ¿Por qué Valerie Hemingway confiesa “ yo también soy una Hemingway” y calla?


Cuando se lanza la noticia sobre la muerte del Premio Nobel, en un primer momento se habla de “accidente”. Con el correr de las horas se recaratula el hecho como suicidio. Pero entre el accidente y el suicidio hay demasiados errores. Mary Welsh estaba cansada, sola, sin el apoyo familiar, luchando contra todo, sabía que Ernest después de su internación en la Clínica Mayo, era un ser con severas dificultades. En setiembre de 1959 la CIA ya tenía resuelto el derrocamiento de Fidel Castro. El documento de J.C.King, el encargado de América Latina en la División del Hemisferio Occidental, había llegado al escritorio del presidente Dwight Eisenhower. Pero el relato comienza antes. En 1957 Fulgencio Batista había ordenado una pesquisa en La Vigía, buscando un arsenal de armas. Esto hace que Hemingway se vaya. La orden partía desde Estados Unidos y era preciso contar con datos certeros porque la carpeta secreta EMH estaba en el despacho de asesores y hablaba de “espía político”. Para la Navidad de 1958, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ya tenía en claro que había que terminar con los revolucionarios y todos “aquellos que adherían a la Revolución”.

Hemingway regresa a la isla en marzo de 1959. Dos meses antes, en Nueva York había dado declaraciones a la prensa y reconocía al desarrollo de la revolución cubana. La permanencia del autor de Adiós a las armas en la isla sería muy breve. Ya desde Washington la orden sonaba a amenaza. Ernest y Mary tratando de suavizar cierto malestar latente invitaban a una reunión de amigos todos los jueves en Finca Vigía, entre esos “amigos” estaba Philip W. Bonsal el embajador norteamerico quién sería el encargado de decirle a Hemingway que se marchara. Fue muy duro para el escritor. La opción era irse o ser catalogado de traidor.

El 7 de enero de 1960 en Washington era designado J.D. Esterline como jefe de un grupo interno creado por Allen Dulles para coordinar el “Proyecto Cubano”. Todo indicaba que los días posteriores serían un infierno.

En marzo de 1960 el buque La Coubre transportaba algo más de 75 toneladas de municiones y granadas antitanques y antipersonales para fusiles FAL, como parte de contratos suscritos durante 1959 por representantes del Gobierno Revolucionario con la Fábrica Nacional de Armas de Guerra, de Bélgica.

Atracó alrededor de las diez de la mañana en el muelle Arsenal de la antigua Pan American Docks, frente a los patios de la Estación Central de los Ferrocarriles Occidentales de Cuba.

Transcurrida una hora aproximadamente, se inició la descarga de las municiones ubicadas en el entrepuente inferior de la bodega número seis de popa, lo que se extendió hasta minutos antes de las tres de la tarde.

Luego se procedió a abrir los compartimentos superiores de la propia bodega, donde se hallaban las cajas de granadas, para comenzar su descarga. Todo se desarrollaba normalmente.

Pasadas las tres y 10 minutos de la tarde, cuando ya se encontraban sobre el muelle las primeras cajas de granadas y se manipulaban otras dentro de la nave, se produjo una estremecedora explosión escuchada en toda la ciudad de La Habana.

Parte de la popa del buque, del muelle y de los almacenes aledaños quedaron totalmente destruidos.

Los cuerpos de los trabajadores, soldados y marinos franceses que allí se encontraban resultaron destrozados.

Unos 30 minutos después, mientras decenas de personas realizaban las labores de socorro sobre el buque y en el muelle siniestrado, un segundo estallido provocó enormes bajas entre los que a riesgo de sus propias vidas auxiliaban y rescataban a sus compañeros.

En el proceso investigativo quedó demostrado que las dos explosiones se habían producido en el interior del compartimento donde se descargaban las granadas.

Fue establecido que no se trató de un accidente, sino de un hecho intencional, un sabotaje preparado en el exterior.

Todas las evidencias señalaban como responsable de este crimen a los servicios de inteligencia estadounidenses y en especial a la CIA.

Dos semanas después, el 17 de marzo de 1960, el presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, firmaba el documento titulado "Un programa de acciones encubiertas contra el régimen de (Fidel) Castro".

Ernesto Miller Hemingway, en virtud de tanta muerte, desgracia y amenaza, abandona Cuba repentinamente el 25 de julio de 1960. Piensa regresar, de lo contrario no hubiera dejado todo como si se tratara de un viaje turístico. Este hecho es clave y determinante. El golpe emocional es como una nueva descarga eléctrica en su cerebro. Se enoja, no quiere hablar, dice que no se va a ir a vivir a San Valley, de hecho se queda en Nueva York y el 4 de agosto viaja a España, donde se despide de sus amigos. De regreso lo espera Idaho, donde el frío ya lo atormentaba. El resto, lo que todos conocen o quieren ignorar.

50 años atrás Hemingway dejó de creer en la literatura. Una página en blanco le nubló la vista y un recuerdo lejano lo dejó sin memoria. Empezaba a gestarse el mito. Nacía el personaje de la novela inacabada.




































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