De repente el olvido, la desolación, la tristeza de haber sido habitada por personajes de leyenda. Todo se cierra y se rinde ante un virus que logra instalarse y sacudir hasta los cimientos. La historia no cesa, no quiere ser parte de un almanaque sin pasado. Pero la realidad es una gota de saliva y la peste se esconde detrás de un tapaboca. Triste es el destino, cruel y perverso, ácido y amargo, cargado de un aire que huele a muerte y a batalla perdida. La casa está vacía. Solo los gatos sobreviven gracias a los voluntarios que le acercan la ración diaria. Así de simple y temerario.
Nadie hubiera imaginado que la mansión de Key West dejaría de ser pasión
y mística. Aunque basta con mirar los números de muertos y el frío por la
espalda paraliza: los fallecidos por coronavirus supera en Estados Unidos a los
caídos en la Segunda Guerra Mundial.
Sin turistas de todo el mundo y con menos de la mitad de los empleados, la casa de Hemingway se cae día a día
El cierre de fronteras internacionales y la prohibición de llegada de
cruceros, desde marzo, hace que todo sea un recuerdo.
El director de la casa-museo, Andrew Morawski, se lamenta: “Tenía diez guías, ahora tengo cuatro”. Desolado, agrega: “Pensamos seguir abiertos y nuestros gatos seguirán recibiendo todos los cuidados”.
Los residentes extrañan el movimiento, a esos visitantes acalorados que consumían bebidas a raudales. Uno de ellos, Jack Reichenback, de 67 años, reflexiona: “Esto solía estar lleno de gente que apenas podía caminar entre la multitud y ahora no hay nadie”.
Una amiga, Martha Berman, quien me suministra estos datos, hace dos
semanas estuvo en la ciudad, acompañando a dos turistas locales. “Lloré -me dice-, visité esa casa más de 20 veces, en distintos momentos y épocas,
pero nunca me enfrenté con esta situación. Es muy triste ver todo paralizado”.
Los gatos mutantes caminan por toda la casa y saben que la tranquilidad
es prestada. Los escasos turistas los acarician y algunos le vierten agua en lo
cuencos diseminados por toda la mansión.
La casa de Hemingway no morirá, no dejará de ser ese imperio de
emociones, fracasos, peleas y fiestas. Tarde o temprano llegará la nueva vida.
Es de esperar que sea pronto, antes que la leyenda se termine, aunque las cifras sean alarmantes: Florida sobrepasa el 1.6 millones de contagios desde que comenzó la pandemia.
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