Ya estamos de nuevo en casa con los ojos llenos de paisajes y el alma repleta de emociones.Ya dejamos el calor y volvimos al invierno porteño.Hablemos sobre Cuba.Mejor dicho,de La Habana Vieja,porque allí me clave y no quise pasar por Varadero donde todos van a morir.La Habana Vieja es seductora,atrapante,tiene la magia de lo antiguo,la fachada del tiempo.Cada calle respira por sí mismo.Cada olor es distinto en cada casa.Uno no sabe cual es su destino final.Todos viven afuera,en la calle,en las esquinas,en los corredores.Todos conocen que uno es turista.
Al llegar me marcaron con una frase:LO QUE SE SABE NO SE PREGUNTA.Y es así.Una cosa son los extraños y otra el pueblo.El visitante vive un tiempo sin tiempo.El nativo no sabe qué es el tiempo.También me dijeron que a pesar de quedarme un mes no entendería la verdadera realidad del pueblo.Es verdad. Nada de preguntas.Nada de dudas.Nada de sospechas.Nada de lecturas hipócritas.No se puede descubrir lo que está a la vista.Y a la vista está lo pintoresco,la necesidad de reciclar los edificios,la voluntad de demostrar que todo tiene sentido,que cada uno cumple una función.Aquí no se hizo presente la globalización,no cunde la manía por Internet,no se pasan las horas frente al televisor,no se pierde el tiempo en la moda,no se distraen con una línea de cocaína,no juegan al juego clandestino.
A esta ciudad llegué por Hemingway.Aquí todos saben de él.Lo creen cubano.Lo aman como un héroe.
Hemingway los eligió también a ellos.Se quedó porque era una ciudad muy española,hecho raíces porque podía trabajar tranquilo,pescar a gusto,beber a su antojo.Aquí no pudo seguir porque lo obligaron a marcharse.Aquí el poder político de su país lo condenó a muerte.
A esta ciudad llegué por Hemingway y estoy seguro que he de volver.
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