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Tuesday, September 04, 2007

EN UNA VIEJA POSADA DE SUIZA

Hace una semana me visitó un antiguo compañero de trabajo que actualmente vive en Cannaregio,la segunda vía de agua que tiene Venecia. No fue muy explícito sobre porqué había recalado allí.Algo me comentó acerca de sus antepasados judíos y del encanto visual de la ropa colgada que cruza el canal de ventana a ventana.Cuando me habló sobre el sabor del café italiano, todo terminó con el macchiato del Florián,lugar de visita obligada para cualquier turista y por donde pasaron y se sentaron en las mesitas de mármol,Hemingway y sus amigos.
Gustavo sabe que al nombrar al norteamericano el diálogo cambia. Nuestra conversación no circuló en vaporeto,se trasladó en trineo."El trineo suizo es como un viejo automóvil.Los domingos,con buen tiempo,todos los habitantes de la aldea;desde las abuelas hasta los chicos de la calle se sientan sobre esas especies de tartas,erguidos y con la misma expresión deslumbradora y concentrada",escribía Hemingway para el Toronto Star en marzo de 1922."El trineo empieza a deslizarse rápidamente y en poco tiempo alcanza una velocidad impresionante.Para girar,se estira la pierna y se planta el pie en la nieve".
Esta incoherencia entre Venecia y Suiza no es tan demencial.A Gustavo le apasiona el esquí y el patinaje.Recuerdo que siempre nos aburría con sus experiencias en la nieve;pero debo admitir que este reencuentro y diálogo no me desagrada.Gustavo suele viajar a menudo a Chamby y Les Avants y lo escucho atentamente porque se desvive en decirme que en Suiza,al maestro norteamericano, se lo recuerda permanentemente.
Hemingway llegó por primera vez a Suiza en enero de 1922 en compañia de Hadley."A Hadley y a mí nos gustaba mucho esquiar,desde que lo intentamos por primera vez en Suiza"( París no se acaba nunca/"París era una fiesta").
Ernest y Hadley hicieron su primer descanso en el parador de la estación ferroviaria de Montreux,allí abordaron el tren hasta Zweisimmen y llegaron al pequeño pueblo de Chamby donde se hospedaron en la posada de la Foret.
"Me acuerdo de cómo la nieve crujía a nuestro paso cuando volvíamos de noche por la carretera de la ciudad,en el frío, cargados con los esquís y los palos,mirando las luces y luego viendo las casas"
"Era una vieja posada muy hermosa,y la madera de las paredes del comedor estaba sedosa por los años de pulimiento.También lo estaban las mesas y las sillas.Dormíamos muy juntos en la gran cama bajo el edredón de pluma,con la ventana abierta y las estrellas muy próximas y muy brillantes".
Aquella etapa del escritor aventurero es la que Gustavo no se cansa en destacar y, no se equivoca, cuando afirma que son muy pocos los que hablan de este momento tan especial de su vida, cuando comía los bretzels,tomaba vino tinto y cerveza negra y disfrutaba la compota de castañas.

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