LOS VICARIOS DE LA ROSA
Cuando las reuniones se presentan como "secretas",siempre me invade la duda si en realidad no son manifiestas y eso de confidencial o reservado es puro cuento.Como en la época del lamentable silencio,Romeo Matarazzi me dejó a escondidas un sobre en la seguridad de mi edificio.El mensaje precisaba:"Rosendo Castillo, Aurelio García, Oreste Barrientos, Eneas Federici, el Dr. Sierra y quien suscribe,lo esperamos en el Café de los Angelitos,el proximo jueves a las 15.30".Todo indicaba que el grupo del comando mayor de La Rosa Peregrina de Almagro quería hablar fuera del cafetín recientemente reciclado.Llegué demorado.Me estaban aguardando. El tema puntual era el posesionamiento paulatino en el nuevo bar temático, del endiablado Tomi Del Ball.Durante media hora los amigos se encargaron del despellejar a transgresor que se había metido a mandonear, sin autorización de los vicarios, en el monasterio sagrado.El asunto pintaba a golpe generacional.Los muchachos no querían ceder su espacio y el libertino,que no jugaba con bagatelas,los había desafiado.A mí todo este asunto me parecía una cobardía ,un vertedero de insultos gratuitos para el pantomimo que buscaba su momento de gloria sin molestar a nadie.Del Ball parecía un tipo con inquietudes que venía a despertar del sueño a los conservadores parroquianos.Cuando me pidieron una opinión les dije que no me desagradaba la presencia del estudiantes de Letras.¡Usted apoya al putito!,gritó Castillo.García y Barrientos se miraron.Matarazzi le hizo un gesto a Federici y el Dr. Sierra se levantó sin decir palabra.Uno a uno se marcharon.Me dejaron solo.Los vi salir y para no insultarlos pedí otro café.Abrí mi carpeta y me puse a escribir la contestación del mail que me había enviado Giuseppe Recchia.Le comento que me interesa conocer su libro en versión española y que se haga realidad la película con Lola Ponce sobre Hemingway.
Estos viejos ya me están cansando con tanto olor a orina en el pantalón.Mejor sigo con el otro,el viejo cretino que parece no dejar de sorprenderme.
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