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Wednesday, June 18, 2008


LIBRO POR ENCARGO( HEMINGWAY AUSENTE)
Sigo en Montevideo. Brian Fuster pretende que me queda una semana más para que lo acompañe en su recorrido. Necesita saludar a su amiga Danna, casada con su primo Robert, y después terminar con una pareja de franceses que los conocí cuando estuve en el festival de jazz de Lapataia. Le digo que yo también tengo algunos compromisos. El rockero Antonio está nuevamente internado y mis amigos los socialistas me critican porque hice abandono de persona. Daniela posiblemente sea trasladada a un centro de alta complejidad porque Tessie comenzó a darse cuenta que la tarea no era fácil. Mi editor me está llenando la casilla de mensajes con textos de marcada reclamo al no recibir respuesta de mi parte sobre cuando será la presentación del libro. Obviamente aquí estoy y todo indica que con el colorado Fuster terminaré la rutina. Dentro de unos minutos dejaré mi habitación y arreglaremos el itinerario. Brian me dijo que estaba con una mujer mayor que había formado parte del círculo cercano al dictador venezolano Pérez Jiménez. Cuando me la presentó en la cafetería del hotel me pareció una dama de película de época y, en rigor sin temor a equivocarme, pisaba los 85 años. Brian me anunció como “un especialista en la vida de Hemingway”. Me dije: “a esta vieja de mierda que le importa mi especialidad”. La dama aristocrática me miró con cierto aire de nobleza y sin dejar de apoyar su taza de té sobre el plato, habló: “Mi amigo Pérez Jiménez era un enamorado de su país, en los años 50 cuando gobernaba, le recomendó a su ministro del Interior Laureano Vallenilla Lanz, que se conectara con los mejores intelectuales de esa momento para ofrecerles la realización de una novela histórica cuya única condición sería que versara sobre el país. Vallenilla Lanz se inclinó por Albert Camus, Camilo José Cela y Ernest Hemingway”. Esta mujer no parecía ser una mentirosa así que la dejé seguir. “Camus nunca le respondió, Hemingway se hizo el distraído y Camilo José Cela aceptó. El español viajó a Venezuela y se vino con un contrato espectacular. Después supe que la novela propagandística se llamó La Catira ¿Usted conocía esta historia?”, me punza la vieja. No señora, es más, me parece un poco fantasiosa, Hemingway y Camus no tenían necesidad de un trabajo a pedido. “¿Y Cela?”, me dispara. Me guardo la opinión, le respondo.
La despedimos a la dama que viste un tapado de piel hasta los tobillos. Brian me guiña un ojo y eso en nuestro código quiere decir “almuerzo o cena”. Buen Provecho.
UN BLOG HECHO LIBRO - LA PIPA DE HEMINGWAY -

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