Friday, November 09, 2007

EL BIDET DE LA CASA MALDITA

Todos sabemos que los norteamericanos no conocen de ese objeto sanitario que se utiliza para higienizarse las zonas íntimas. Cincuenta años atrás, para la sociedad estadounidense, este artefacto limpiador no era necesario en el espacio del baño. Sin embargo, en la casa de Hemingway en Idaho,alguien dispuso que tenía utilidad y, medio en broma, medio en serio, la leyenda del bidet se popularizó de tal manera que todos decían que era el primer apoyaculos de Ketchum. Ese mueble (caballito-trotador)donde uno a horcajadas se lava rutinariamente, es uno de los detalles que llaman la atención de esa casa que nunca fue abierta al público y que tiene un mantenimiento costoso. Es un lugar detenido en los 50, con muebles de época, con artefactos que hoy serían codiciados por los cultores retro, con bibliotecas -algunas saqueadas- de enorme valor, con cuadros, cerámicas, espejos y finos objetos que guardan la memoria pero con la etiqueta de la "casa maldita".Cuando Jan Peppler, directora del la Fundación The Nature Conservancy y Taylor Paslay, el escritor del sótano, quisieron reducir costos,creyeron oportuno abrir las puertas al público y cobrar una entrada.Fatalmente los vecinos que no querías publicidad,se autoconvocaron para impedir que "el tránsito quiebre la intimidad".
Ni el bidet pudo ganar esta batalla.Hoy por hoy, la casa sigue sosteniendo el silencio y la pesada soledad.

3 comments:

Anonymous said...

Norman Mailer en este momento está sentado en una barra de un bar en un pueblo lejano del infierno, estrujando sus dedos, relajado. Disfruta de un trago mientras lee el diario. En el bar solo quedan dos sirenas con colas de fuego, limpiando y repasando las mezas esperando la hora del cierre, impacientes.
El reloj sobre la barra marca las siete de la tarde, cuando una servilleta se levanta y dibuja un firulete en el aire espeso del bar, y cuando parece que esta a punto de aterrizar, levanta vuelo nuevamente y sale por la ventana.
Las calles están completamente vacias, y entre el humo y las llamas que se asoman desde la puerta del bar, Norman Mailer observa una sombra enorme moviendose, una figura acercándose con andar de cowboy.
Un hombre cruza el umbral de la puerta, saluda a las sirenas, y se acerca a la barra; lleva dos pares de guantes de boxeo colgados de los hombros; lleva una barba de varios dias y sus ojos brillan como un arrecife de coral en plena siesta.
Norman Mailer sigue de frente a la barra, y al escuchar el sonido de los mocasines del hombre acercándose, gira rápidamente sobre su taburete y extiende una mano para saludarlo.
Hemingway lo saluda con un buen apretón de mano, y le da un par de guantes.
-Era hora.-
-Cuando quieras.-

Anonymous said...

Jose Maria, escuchate un tema de Metallica que se llama ''For whom the bell tolls''. La musica no necesita explicacion, pero creo que ese tema transmite a la perfección, las sensaciones que se perciben en la obra de Hemingway.
Aviso, es Heavy Metal; servir con mucho volumen. Saludos man.

Anonymous said...

No te pasa con Hemingway, que cuando mas te alejas, mas grande lo ves? Creo que es una galaxia de atracción misteriosa en el universo de la literatura.