Tuesday, March 18, 2008



EL VIEJO LOCO Y PATRIOTA

La reunión se adelantó por el feriado de pascuas. No hubo paella a la valenciana. La cocinera decidió amasar ravioles de ricota y verdura y, ante esta artesanía gastronómica, solamente se excusó el rockero Antonio que solicitó papas fritas a caballo en doble ración.
Rosendo Castillo copó el discurso: “Ese John McCain es un tirifilo, viajó a Bagdad para decirle a los soldados ¡sigan con la joda!. No me explico como muchos idiotas tirabombas lo defienden a esta rata que ya visitó ocho veces Irak y que se cree vivo porque es un admirador de la guerra. Con Saddam la cosa era un desastre, con estos un genocidio”. Aurelio García estaba más metido con el tema de Sarkozy: “¡Por fin lo bajaron al gallito!. Los socialistas le ganamos a los conservadores. ¡Que siga con la Carla pelotudeando y en seis meses se suicida en el Sena!". El rockero Antonio que con su dedo índice revolvía el whisky de su vaso para ayudar a que los cubos de hielo se derritieran, aportó su comentario: “Que el imperio se cae ya no queda ninguna duda, pero si desaparece ¡quién mierda agarra!. El George dijo que los Estados Unidos “controlan la situación” pero también confesó que “vivimos tiempos difíciles”. Yo no me caliento mucho porque esta lotería no se arregla ni hoy ni mañana, mientras tanto me copé con Bob Dylan que metió 23.000 personas en Vélez y juntó a León Gieco, Gustavo Santaolalla y al capo de Charly García”. El mosquito Barrientos mientras sopapeaba el pan por el plato lleno de salsa, se enojaba con el pastor Luis Palau porque había dicho que los alcohólicos son hijos del pecado y en el infierno se quemarán más rápido. “¡Viejo alcahuete de Bush y Clinton, agente de la CIA y maricón, qué tiene que decir de los borrachos!”. Debo confesar que me hermané con Oreste y pensé en Hemingway, en las veces que lo castigaron por no entender que el alcohol no lo dejaba morir pero lo mataba con cada gota y, en la embriaguez, su desolación lo iba adormeciendo como a un niño. Y sin darme cuenta me escapé de la mesa y mi mente se detuvo en aquella crónica de Collier’s del 4 de noviembre de 1944, en ese diálogo en medio de la guerra:
“En la terraza de la iglesia, junto a la carretera, había un viejo francés, con camisa blanca, corbata, sombrero de fieltro y traje negro polvoriento, que sostenía un ramo de flores en la mano derecha y lo agitaba al paso de cada tanque.
-¿Quién es ese hombre que está en la terraza de la iglesia?- le pregunté a la dueña del café, mientras esperábamos ante la puerta del establecimiento que pasara la columna brindada.
Contestó:
-No anda bien de la cabeza. Pero es muy patriota. Está ahí desde que ustedes entraron esta mañana. No ha comido. Su familia ha venido dos veces por él, pero no se ha movido de ahí.
-¿Saluda a todos los alemanes?
-¡No!-contestó la mujer—Es patriota al extremo, pero hace varios años que está loco".

El doctor Sierra cambió de tema y saltó sobre los 48 millones de dólares que Paúl Mc Cartney le dejó a su ex Heather Mills. “Si puso 48 tiene 150”, masculló. Matarazzi faltó a la cita, su esposa estaba enferma y no quiso dejarla sola.
Se vino el flan de 12 huevos y el dulce de leche santafesino. Antes de la despedida, sonó mi celular y me vibró la cintura. La voz de Daniela me estalló en el oído: “¡Volví Papa Hemingway…llegó Mariel…estoy en Buenos Aires!”.

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