EL CORAZÓN Y EL SUICIDIO
Lorenza me pregunta si leí BodyArt de Don DeLillo.Le respondo que sí.Lo que sigue es obvio."Es una obra de mucha tensión dramática -digo-,totalmente intimista,dolorosa:es la aceptación de la muerte".Daniela está en la piscina.El sol cae sobre el jardín.Ranho,el perro afgano de Sergio,trata de llegar hasta el borde de la pileta.Sergio lee la Folha.Lorenzo y yo permanecemos en el interior de la casa.Ella tiene en sus manos un florero de jugo de zandía.Yo una lata de guaraná."Me preocupa el suicidio",dispara.Entiendo la pregunta de BodyArt,respondo.En la obra Lauren -sigo- va armando los diálogos que mantuvo con su marido antes del suicidio.Él era un director de cine de dos películas de renombre mundial a finales de los sesenta que, un domingo por la mañana, en un piso de Manhattan, perteneciente a su primera esposa,la diseñadora de modas Isabel Corrales, aburrido se despide de la vida y ella, ante tanta desolación, trata de recomponer por retazos del pasado."Tengo miedo llegar un día y encontrarlo muerto"me confiesa Lorenza."Te cuento esto porque veo algo parecido al drama de Hemingway",solloza.Trato de decirle que son casos diferentes.Hemingway no pudo sostener su declinación y se llevó todo a cuestas.Lorenza no es tonta,advierte que mi respuesta es para no reconocer que Sergio tiene una personalidad quebradiza."Como amigo te pido parte de tu corazón",me implora.Nos descoloca Ranho que mojado entra en la casa.Llegó en el momento en que le respondería que no hacía falta su pedido.Mi corazón ya estaba entregado.
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