En el libro París era una fiesta, Hemingway dedica un capítulo a "Scott Fitzgerald", donde dice sobre él:"Su talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de una mariposa.Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulnerables alas y de cómo estaban hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo". Francis, un muchacho pobre que logra estudiar en Princeton, un día en un baile en Montgomery, se enamora de la hija de juez,"la chica más linda de Alabama y Georgia".Se compromete con ella pero el casamiento será para más adelante, cuando el joven cuente con los recursos indispensables para mantenerla. Esa hermosa era Zelda Sayre, la diosa que recién da el sí definitivo en la Catedral de St. Patrick de Nueva York, en 1920. Comenzaba una vida extraña entre una sureña adinerada y un mendigo nacido en el oeste medio. Por entonces los deslumbra París y en ese entorno mágico una historia de grandes momentos y horas horribles. Por ahí también está Hemingway y los insultos."Ernest, nadie es tan hombre como aseguras", le dijo Zelda."Perra, te falta mucho para ser puta",fusila Ernest. La Sayre le guardaba a Hemingway cierto rencor desde el momento que éste legitimó una relación lesbiana con una profesora de ballet. Los ataques no cesaban:"Ese tipo es capaz de cualquier cosa con el sexo", repetía Zelda a cada rato, basándose en una confesión que Robert Mc Almon le zumbó al oído. "Ernest es un homosexual encubierto y cazador de mujeres,un golpeador perverso incapaz de amar en serio y jugarse por una mujer".
Zelda terminó loca,a Francis le estalló el corazón y Ernest se voló los sesos. Lo demás es pura literatura.
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