Sunday, August 20, 2006

EL FANTASMA DE HEMINGWAY

Sobre apariciones y fantasmas la historia de la humanidad está llena. Es más, yo soy un fantasma y un aparecido. Por eso cuando Gladys Rodríguez Ferrero cuenta en CUBARTE, las anécdotas que narran los custodios de Finca La Vigía, no hago otra cosa que reírme y creerle.
Un personaje dejó el llavero de la casa colgado en una palma porque el fantasma de Hemingway le producía miedo.Otro confesó que en las noches de luna llena, un hombre colorado que caminaba despacio,vestido con bermudas, camisa guingham y ojotas, solía desaparecer a la altura del camino de los pinos.Hubo quien decía que en noches oscuras, de repente, una luz lo iluminaba; venía de lo alto y lentamente sentía un soplido cálido sobre el cuello.
En Key West, cuentan que Hemingway todavía se aparece en su casa para darle de comer a los gatos. En Idaho, algunos árboles no crecen porque Hermingway orinó sus raíces.Varios pobladores cercanos al lago Walloom, al norte de Michigan, dicen haber visto a un pescador que tiene cara de niño, cargando una escopeta y disparando al aire.
De todo esto nada creo, a pesar de no negar que cuando escribo sobre Ernest, muchas veces siento un olor a tabaco de pipa que me obliga a abrir la ventana. Esto me pasa las noche de luna llena y en algunas madrugadas solitarias.

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