Tuesday, August 15, 2006

ENCUENTRO EN TAORMINA

Brey acaba de llegar a Buenos Aires desde San Francisco. Está disgustado con las demoras en los aeropuertos y critica a los desmedidos sistemas de seguridad implementados desde las nuevas amenazas de los musulmanes. Hace un largo tiempo convive con Roussel, un parisino enojado con los habitantes europeos burgueses que sólo piensan en llenar su estómago. No conozco a Brey. Es curador de la Fundación Gamble dedicada a la difusión del arte latinoamericano. Está en transito a Santiago de Chile. Roussel es escultor, trabaja con placas de acero y bronce. Obviamente son pareja y defensores de la cultura gay. Brey tiene escasa referencia de quien soy yo. Quedamos en encontrarnos en el Sofitel de Puerto Madero. Llego con tiempo y espero. Me doy cuenta que Brey ingresa porque pregunta demasiado. Nos presentamos. Acudió a mí porque en un artículo publicado en Esquire, el sociólogo Eliot Burton me cita como especialista. La nota hace referencia al "extraño caso del Jim Gamble", el magnate del emporio Procter y Gamble. Burton asegura en su análisis que "el joven Hemingway, después de su fracaso amoroso con Agnes von Kurowsky, la hermosa enfermera que lo atendió en el Hospital Base de la Cruz Roja de Milán, en agosto de 1918 y, antes de regresar a Estados Unidos, tiene un affaire amoroso en la casa de campo del empresario Jim Gamble en Taormina". En esa nota Burton hace una interpretación equivocada de mis palabras. Diría, para ser preciso, que evita transcribir lo dicho por mí."La intención de Gamble-digo a Burton- era transformarse en el mesías de Hemingway a cambio de una encendida relación. Hemingway-sigo-rechaza la propuesta.Días después, en enero de 1919, parte hacia Génova, cruza el Atlántico y llega a Nueva York". Burton confirma directamente que Hemingway era bisexual. Brey viene en búsqueda de un fallo. Le respondo: "La vida sexual de Hemingway no suma ni resta en su obra. Anteponer la vida privada- que en Hemingway prácticamente no existió- a la obra literaria, es condenarlo a un juego sucio, pérfido y poco serio. Su creación literaria se define por sí sola, vale a pesar de su intimidad y si él "vive lo que narra", todo queda dicho".
Brey me regala un catálogo de la Fundación, otro de Roussel, mira su reloj,se despide y me dice que en una hora debe estar en el aeropuerto.

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