EL "mosquito" Oreste - así llamamos a Oreste Barrientos en el Café La Rosa Peregrina de Almagro, a nuestro querido amigo, porque para que deje de chupar hay que matarlo - me espera con su infaltable moscato en la mano. Al verme llegar grita para que lo acompañe en su mesa."Qué le pasa al chiva, esta jodido...¿no?", me dice sobre la enfermedad de Fidel Castro. Le explico que el Comandante es un hombre de 80 años,que no es inmortal,está pasando un período difícil y seguramente saldrá del problema. Oreste se manda de un trago el vino y replica:"Si viviera el otro chiva,los cubanos estarían más contentos". No, Hemingway aquí no hubiera jugado. Ningún yanqui se va a comprometer abiertamente. Fijate "mosquito"-prosigo- que en la época que el chiva vivía en Cuba, el gobierno le entregó a Hemingway la medalla "Carlos Manuel Céspedes", por su contribución al estrechamiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Se la cuelga el subcretario de Estado, un tal González Guell, en un acto realizado en el Yacht Club Internacional de La Habana. Enterados los norteamericanos, apuraron un Premio al Mérito y sin la presencia de Ernest, la Academia Norteamericana y el Instituto Nacional de Artes y Letras lo proclama con el galardón anual. Oreste pone cara de entendido, enciende su asqueroso cigarrillo negro, me llena la cara de humo, levanta la mano para pedir otro moscato y lanza su frase célebre:"Un puterío". Afirmo el concepto con un movimiento de mi cabeza y me levanto porque Américo me está aguardando con el tablero de ajedrez preparado y esta vez está volando el jaque mate.
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